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Eclesiastico

Eclesiástico 1

Prólogo del traductor griego

[La ley, los profetas y los demás libros que fueron escritos después, nos han trasmitido muchas y grandes enseñanzas. Por eso hay que felicitar al pueblo de Israel por su instrucción y sabiduría. Los que leen las Escrituras tienen el deber no solamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben ser capaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibido esta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego él mismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría, para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedan hacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley.

Todos, pues, están invitados a leer este libro con atención y buena voluntad. Al traducirlo, he puesto todo el empeño posible. Si, a pesar de esto, les parece que no he acertado en la traducción de algunas frases, deben disculparme. Porque las cosas dichas en hebreo pierden mucho de su fuerza al ser traducidas a otra lengua. Y esto es cierto no sólo en este caso: también en la ley y los profetas, y en los otros libros, no es pequeña la diferencia que se nota cuando se leen en el original.

Llegué a Egipto en el año treinta y ocho del reinado de Evergetes, y allí me establecí por un tiempo. Y allí encontré un libro de grandes enseñanzas, y pensé que era deber mío dedicar esfuerzos y trabajos a traducirlo. Por aquel entonces pasé muchas noches sin dormir, y usé mis conocimientos con el fin de terminar el libro y publicarlo para utilidad de aquellos que, residiendo en el extranjero, desean instruirse y están dispuestos a ordenar sus costumbres y vivir de acuerdo con la ley.]

Alabanza de la sabiduría

1 Toda sabiduría viene del Señor
y está siempre con él.
¿Quién puede contar los granos de la arena del mar,
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
¿Quién puede medir la altura del cielo,
la anchura de la tierra, o la profundidad del abismo?
La sabiduría fue creada antes que todo lo demás;
la inteligencia para comprender existe desde siempre.
¿Quién ha descubierto la raíz de la sabiduría?
¿Quién conoce sus secretos?
Sólo hay uno sabio y muy temible:
el Señor, que está sentado en su trono.
Él fue quien creó la sabiduría.
La observó, la midió
y la derramó sobre todas sus obras.
10 Él se la dio en alguna medida a todo ser viviente,
y en abundancia a sus amigos.

Honrar al Señor

11 Honrar al Señor trae gloria, satisfacción,
alegría y una corona de gozo.
12 Honrar al Señor alegra el corazón,
trae gozo, alegría y larga vida.
13 Al que honra al Señor, al final le irá bien;
cuando muera, todos hablarán bien de él.
14 La sabiduría comienza por honrar al Señor;
ella acompaña a los fieles desde el seno materno.
15 Puso entre los hombres su hogar para vivir siempre allí,
y se mantendrá fielmente con ellos.
16 La sabiduría perfecta consiste en honrar al Señor;
ella colma a los hombres con sus frutos.
17 Llenará sus casas de todo lo que quieran,
y sus graneros de las cosechas que ella produce.
18 Honrar al Señor es coronarse de sabiduría;
ella hace que florezcan la paz y la salud.
19 Hace venir como lluvia la ciencia y la inteligencia,
y llena de honores a quienes a ella se aferran.
20 La raíz de la sabiduría es honrar al Señor,
y en sus ramas se encuentra larga vida.

22 Enojarse injustamente no tiene disculpa,
porque el ímpetu de la pasión lleva al hombre a la ruina.
23 El que es paciente aguantará mientras sea necesario,
y al final su recompensa será la alegría.
24 Mientras sea necesario, se quedará callado,
y después muchos alabarán su inteligencia.
25 La sabiduría hace hablar con sensatez,
pero el pecador aborrece dar culto a Dios.
26 Si buscas la sabiduría, cumple los mandamientos
y el Señor te la dará en abundancia.
27 Honrar al Señor es ser sabio e instruido;
a él le gustan la fidelidad y la humildad.
28 No te niegues a honrar al Señor,
ni te acerques a él con hipocresía.
29 No seas hipócrita delante de los hombres,
y fíjate bien en lo que dices.
30 No te eleves demasiado, si no quieres caer
y traer sobre ti mismo la deshonra.
El Señor pondrá al descubierto tus secretos
y te humillará delante de la gente,
por no haberle dado honra
y por tener el corazón lleno de engaños.

Eclesiástico 2

Paciencia y confianza

Hijo mío, si tratas de servir al Señor,
prepárate para la prueba.
Fortalece tu voluntad y sé valiente,
para no acobardarte cuando llegue la calamidad.
Aférrate al Señor, y no te apartes de él;
así, al final tendrás prosperidad.
Acepta todo lo que te venga,
y sé paciente si la vida te trae sufrimientos.
Porque el valor del oro se prueba en el fuego,
y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento.
Confía en Dios, y él te ayudará;
procede rectamente y espera en él.

Ustedes, los que honran al Señor, confíen en su misericordia;
no se desvíen del camino recto, para no caer.
Los que honran al Señor, confíen en él,
y no quedarán sin recompensa.
Los que honran al Señor, esperen la prosperidad,
la felicidad eterna y el amor de Dios.
10 Fíjense en lo que sucedió en otros tiempos:
nadie que confiara en el Señor se vio decepcionado;
nadie que lo honrara fielmente se vio abandonado;
a todos los que lo invocaron, él los escuchó.
11 Porque el Señor es tierno y compasivo,
perdona los pecados y salva en tiempo de aflicción.

12 Pero, ¡ay de los corazones cobardes y las manos perezosas!
¡Ay de los pecadores que llevan una vida doble!
13 ¡Ay de los corazones débiles, que no tienen confianza!
¡Dios no los protegerá!
14 ¡Ay de los que no saben soportar con paciencia!
¿Qué harán cuando el Señor los ponga a prueba?
15 Los que honran al Señor obedecen lo que él ordena;
aquellos que le aman hacen lo que él quiere.
16 Los que honran al Señor tratan de hacer lo que a él le agrada;
aquellos que le aman cumplen con gusto su ley.
17 Los que honran al Señor están siempre dispuestos
a humillarse delante de él.
18 Pongámonos en las manos del Señor,
y no en las manos de los hombres;
porque el amor de Dios
es igual a su grandeza.

Eclesiástico 3

Deberes para con los padres

Hijos míos, escúchenme a mí, que soy su padre;
sigan mis consejos y se salvarán.
El Señor quiere que el padre sea honrado por sus hijos,
y que la autoridad de la madre sea respetada por ellos.
El que respeta a su padre alcanza el perdón de sus pecados,
y el que honra a su madre reúne una gran riqueza.
El que respeta a su padre recibirá alegría de sus propios hijos;
cuando ore, el Señor lo escuchará.
El que honra a su padre tendrá larga vida;
el que respeta a su madre será premiado por el Señor,
pues obedece a sus padres como si fueran sus amos.
Hijo mío, honra a tu padre con obras y palabras,
y así recibirás toda clase de bendiciones.
Porque la bendición del padre da raíces firmes a una familia,
pero la maldición de la madre la arranca de raíz.
10 No te sientas orgulloso viendo a tu padre pasar vergüenza,
pues esto no es ninguna honra para ti.
11 El honor de un hijo está en el honor de su padre;
en cambio, el que desprecia a su madre se llena de pecados.
12 Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre;
no lo abandones mientras tengas vida.
13 Aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él;
no lo avergüences mientras viva.
14 Socorrer al padre es algo que no se olvidará;
será como ofrecer sacrificio por los pecados.
15 Cuando estés en aflicción, Dios se acordará de ti
y perdonará tus pecados,
como el calor del sol derrite el hielo.
16 El que abandona a su padre ofende al Señor,
y el que hace enojar a su madre es maldecido por Dios.

Humildad

17 Hijo mío, sé humilde en todo lo que hagas,
y te estimarán más que al que hace muchos regalos.
18 Cuanto más grande seas, más deberás humillarte;
así agradarás a Dios.
19 Porque grande es la misericordia de Dios,
20 y él revela a los humildes sus secretos.
21 No busques lo que es demasiado elevado para ti,
ni quieras saber lo que es demasiado difícil.
22 Procura entender lo que Dios te ha mandado
y no te preocupes de lo que está en secreto.
23 No te inquietes por lo que te sobrepasa,
pues lo que has visto ya es demasiado para ti.
24 Muchos se han dejado engañar por sus propias ideas,
y falsos pensamientos han desequilibrado su mente.

26 Al que es terco, al fin le irá mal,
y el que ama el peligro, en él perecerá.
27 Al terco le esperan muchos sufrimientos,
y el pecador amontona más y más pecados.
28 La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues es el retoño de una mala planta.
29 El sabio entiende los proverbios de los sabios;
el que escucha atentamente se alegra en la sabiduría.

La ayuda al necesitado

30 El agua apaga el fuego que arde,
y el dar limosnas consigue el perdón de los pecados.
31 Del que hace el bien se acordarán después;
cuando resbale, encontrará quien lo sostenga.

Eclesiástico 4

Hijo mío, no te burles del que vive en la aflicción,
ni desprecies al que sufre amargamente.
No dejes sufrir al que esté necesitado,
ni te escondas del que esté abatido.
No hagas sufrir al que tiene el corazón afligido,
ni le niegues tu ayuda al pobre.
No rechaces al débil que te pida ayuda,
ni le des motivos para que te maldiga.
Si al sentirse triste y amargado levanta la voz,
el Creador escuchará sus gritos.
Hazte querer de los demás,
y sé respetuoso con las autoridades.
Escucha con atención al pobre,
y con sencillez devuélvele el saludo.
Libra del opresor al oprimido,
y no te niegues a dar un fallo justo.
10 Pórtate como un padre con los huérfanos
y como un esposo con las viudas.
Así Dios te llamará hijo,
te amará y te librará de la desgracia.

El premio de la sabiduría

11 La sabiduría instruye a los que la buscan;
los guía como si fueran hijos suyos.
12 Los que la aman, aman la vida;
los que la buscan con afán, agradan al Señor.
13 Los que la retienen, recibirán honor de él;
dondequiera que vivan los bendecirá el Señor.
14 Servirla a ella es servir al Dios santo;
el Señor ama a los que la aman.
15 El que la obedece, juzgará a las naciones;
el que le hace caso, vivirá en la casa de ella.
16 Disimuladamente caminará con él.
17 Lo pondrá primero a prueba,
y cuando tenga lleno de ella el corazón,
18 volverá a él para guiarlo y revelarle sus secretos.
19 Pero si él se desvía, lo rechazará
y lo entregará a su ruina.

Ni tímido ni arrogante

20 Hijo mío, fíjate en las circunstancias y aléjate del mal,
para que no te avergüences de ti mismo.
21 Porque hay una vergüenza que trae pecado
y otra vergüenza que produce honor y buena fama.
22 No tengas consideraciones con otros en perjuicio propio,
ni seas tan tímido que te perjudiques a ti mismo.
23 No dejes de hablar cuando sea necesario
ni escondas tu sabiduría.
24 Porque la sabiduría se conoce al hablar,
y la inteligencia, al dar una respuesta.
25-26 No seas rebelde a la verdad,
ni luches contra la corriente.
No te dé vergüenza confesar tus faltas;
avergüénzate de tu ignorancia.
27 No te humilles delante de un insensato,
pero no resistas a los que gobiernan.
28 Lucha por la justicia hasta la muerte,
y el Señor luchará a favor tuyo.
29 No seas altanero cuando hables,
ni débil y cobarde en tus acciones.
30 No seas como un león con tu familia,
y tímido con tus esclavos.
31 No mantengas la mano extendida para recibir,
y recogida para dar.

Eclesiástico 5

Contra la presunción

No confíes en tu riqueza,
ni digas: «Tengo suficiente.»
No confíes en tus fuerzas
para seguir tus caprichos.
No digas: «Nadie puede contra mí»,
porque el Señor te pedirá cuentas.
No digas: «Pequé, y nada me sucedió.»
Lo que pasa es que Dios es muy paciente.
No confíes en su perdón
para seguir pecando más y más.
No digas: «Dios es muy compasivo;
por más que yo peque, me perdonará.»
Porque él es compasivo, pero también se enoja,
y castiga con ira a los malvados.
No tardes en volverte a él;
no lo dejes siempre para el día siguiente.
Porque, cuando menos lo pienses, el Señor se enojará,
y perecerás el día del castigo.
No confíes en riquezas mal habidas,
pues de nada te servirán el día del castigo.

Sinceridad ante todo

No avientes el trigo a cualquier viento,
ni camines en cualquier dirección.
10 Sé constante en tu manera de pensar,
y no tengas más que una palabra.
11 Date prisa para escuchar,
pero ten calma para responder.
12 Si puedes, responde a los demás,
pero si no, quédate callado.
13 El hablar puede servir para la honra y la deshonra.
¡La lengua es la ruina del hombre!
14 No seas falso,
ni calumnies con tu lengua.
Así como para el ladrón se hizo la vergüenza,
las peores injurias se hicieron para el falso.
15 No hagas ningún mal, ni grande ni pequeño.

Eclesiástico 6

Si eres amigo, no te vuelvas enemigo.
Si no, tendrás deshonra y mala fama;
así es el hombre malo y falso.
No te dejes llevar de la pasión,
para que no destroce tu fuerza como un toro.
La pasión devorará tu follaje,
arrancará tus frutos
y te dejará como árbol seco.
Porque la pasión violenta destruye a quien la tiene
y hace que los enemigos se rían de él.

La verdadera amistad

La conversación agradable atrae muchos amigos,
y al que habla amablemente todos lo saludan.
Que sean muchos tus amigos,
pero amigo íntimo sólo uno entre mil.
Si consigues un amigo, ponlo a prueba;
no confíes demasiado pronto en él.

Porque algunos son amigos cuando les conviene,
pero no cuentas con ellos cuando los necesitas.
Hay amigos que se vuelven enemigos
y te hacen quedar mal hablando de tus pleitos.
10 Algunos son amigos a la hora de comer,
pero cuando te va mal no los encuentras.
11 Mientras te vaya bien, serán uña y carne contigo;
pero cuando te vaya mal, te abandonarán.
12 Si algo malo te ocurre, se vuelven en contra tuya
y se esconden de ti.
13 Aléjate de tus enemigos
y cuídate de tus amigos.

14 Un amigo fiel es una protección segura;
el que lo encuentra ha encontrado un tesoro.
15 Un amigo fiel no tiene precio;
su valor no se mide con dinero.
16 Un amigo fiel protege como un talismán;
el que honra a Dios lo encontrará.
17 El amigo es igual a uno mismo,
y sus acciones son iguales a su fama.

Excelencia de la sabiduría

18 Hijo mío, desde tu juventud busca la instrucción,
y cuando seas viejo todavía tendrás sabiduría.
19 Acércate a ella como quien ara y siega
con la esperanza de una buena cosecha.
Cultivándola tendrás poco trabajo
y pronto comerás de sus frutos.
20 El necio no soporta la sabiduría;
el tonto no la aguanta.
21 Es para él como una piedra pesada,
y no tarda en arrojarla lejos de sí.
22 La instrucción, como su nombre lo indica,
no se muestra a muchos.
23 Escucha, hijo, y acepta mi enseñanza;
no rechaces mis consejos.
24 Acepta la sabiduría como cadenas para tus pies
y como yugo para tu cuello.
25 Recíbela como una carga sobre tus hombros,
y no rechaces sus ataduras.
26 Acércate a ella de todo corazón,
y sigue su camino con todas tus fuerzas.
27 Síguele los pasos, búscala, y la encontrarás;
cuando la tengas, ya no la sueltes.
28 Al fin ella te dará descanso
y se convertirá en tu alegría.
29 Sus cadenas serán tu protección,
y sus ataduras, tu adorno precioso.
30 Su yugo será diadema de oro,
y sus cuerdas, cintas de púrpura.
31 Te la pondrás como traje precioso,
y te adornarás con ella como con una espléndida corona.

32 Si quieres, hijo mío, serás sabio,
y si te empeñas, lo entenderás todo.
33 Si te gusta escuchar, aprenderás;
si pones atención, te instruirás.
34 Júntate con los ancianos cuando se reúnan;
cuando veas un sabio, júntate con él.
35 Procura escuchar toda explicación,
y que no se te escapen los dichos sensatos.
36 Fíjate en quién tiene inteligencia; madruga a buscarlo
y acude a su casa con frecuencia.
37 Piensa en respetar al Altísimo,
y medita siempre en sus mandatos;
él te dará inteligencia
y la sabiduría que deseas.

Eclesiástico 7

Contra la ambición

No hagas mal, y el mal no te alcanzará.
Aléjate del pecado, y él se alejará de ti.
No siembres en surcos de injusticia,
si no quieres cosechar de ella siete veces más.

No pidas a Dios un puesto de mando,
ni al rey un lugar de honor.
No pretendas tener razón frente a Dios,
ni ser sabio frente al rey.
No ambiciones tener autoridad,
si no eres capaz de poner fin a la arrogancia.
Pues te acobardarás ante los poderosos
y venderás por dinero tu honradez.
No te hagas culpable delante del pueblo reunido,
ni te rebajes delante de la gente.
No agraves tu pecado repitiéndolo,
pues con una vez basta para merecer castigo.
No digas: «Dios se fijará en mis muchas ofrendas;
cuando se las presente, el Altísimo me las aceptará.»
10 No seas impaciente cuando ores,
ni dejes de dar limosna.
11 No te burles del que esté afligido;
acuérdate de que hay uno que eleva y humilla.
12 No trames crímenes contra tu hermano,
ni tampoco contra un amigo o compañero.
13 No sientas gusto en decir mentira tras mentira,
porque eso te traerá consecuencias desagradables.
14 No te metas en las reuniones de los que gobiernan,
ni repitas las palabras cuando ores.
15 No hagas de mala gana el trabajo manual,
pues es Dios quien lo ha instituido.
16 No te creas más que los otros;
recuerda que Dios no tarda en castigar.
17 Humilla más y más tu orgullo,
pues al hombre lo esperan los gusanos.
No insistas demasiado en tu oración;
encomiéndate a Dios y acepta lo que él decida.

Cómo portarse con diversas personas

18 No cambies a un amigo por dinero,
ni a un hermano querido por el oro más fino.
19 No rechaces a una mujer sensata;
son de más valor sus cualidades que las perlas.
20 No maltrates al criado que cumple su deber,
ni al obrero dedicado a su trabajo.
21 Ama como a ti mismo al esclavo inteligente,
y no le niegues la libertad.
22 Si tienes animales, trátalos bien,
y si te sirven bien, consérvalos.
23 Si tienes hijos, edúcalos,
y búscales esposa mientras sean jóvenes.
24 Si tienes hijas, cuida de que sean honestas,
y no seas condescendiente con ellas.
25 Casar a una hija es salir de preocupaciones,
pero hay que dársela a un hombre sensato.
26 Si tienes esposa, quiérela,
pero si no la quieres, no confíes en ella.

27 Respeta de todo corazón a tu padre,
y no te olvides de cuánto sufrió tu madre.
28 Recuerda que de ellos naciste.
¿Cómo podrás pagarles lo que han hecho por ti?
29 De todo corazón reverencia al Señor,
y trata con respeto a sus sacerdotes.
30 Ama con todas tus fuerzas a tu Creador,
y no abandones a sus servidores.
31 Honra a Dios, respeta a los sacerdotes,
y dales su parte, según está mandado:
el pan, los novillos, las ofrendas voluntarias,
los sacrificios requeridos y la contribución sagrada.
32 Sé generoso con el pobre,
para que Dios te bendiga plenamente.
33 Sé generoso con todos los que viven,
y no olvides mostrar amor y fidelidad a los muertos.
34 No tardes en socorrer al que llora,
y comparte el duelo con el que está de luto.
35 No descuides al enfermo,
y él te querrá.
36 En todo lo que hagas piensa en el final,
y nunca pecarás.

Eclesiástico 8

Ser prudente

No le pongas pleito a un poderoso,
si no quieres caer en sus manos.
No pelees con un rico;
su dinero pesa mucho, y saldrás perdiendo.
Porque el oro ha hecho altaneros a muchos,
y la riqueza, orgullosos a los importantes.
No disputes con un charlatán:
es como echar leña al fuego.
No andes en compañía de tontos,
para que no te desprecien los importantes.
No avergüences al que se arrepiente del pecado;
recuerda que todos somos pecadores.
No hagas pasar vergüenza a un anciano,
pues también nosotros seremos viejos.
No te creas más que alguien que ya ha muerto;
recuerda que todos moriremos.
No desprecies las enseñanzas de los sabios;
estudia con atención sus dichos difíciles.
Porque de ellos recibirás instrucciones,
y así podrás presentarte ante los grandes.
No desprecies las tradiciones de los ancianos,
las cuales ellos oyeron de sus padres.
Porque de ellos aprenderás a ser sensato
y a responder bien cuando haga falta.

10 No alimentes el fuego del malvado,
si no quieres quemarte en él.
11 No huyas delante del insolente,
dándole ocasión de tramar algo contra ti.
12 No prestes a uno más poderoso que tú,
y si le has prestado algo, dalo por perdido.
13 No des fianza por uno que tiene más que tú,
y si la diste, haz de cuenta que tú eres el deudor.
14 No le pongas pleito a un juez,
pues su fallo siempre será a su favor.
15 No camines con un hombre arrebatado,
si no quieres agravar tus males;
porque él irá derecho a lo que se propone,
y tú te perderás por su imprudencia.
16 No porfíes con uno que se enoja fácilmente,
ni vayas con él de viaje.
Porque a él poco le importa cometer un homicidio,
y cuando nadie te pueda ayudar, te matará.
17 No cuentes cosas íntimas a un tonto,
pues no es capaz de guardar un secreto.
18 Delante de un extraño no hagas nada secreto,
pues no sabes lo que puede suceder.
19 No abras tu corazón a cualquiera,
si no quieres que se aleje de ti la felicidad.

Eclesiástico 9

Acerca de las mujeres

No seas celoso de tu propia mujer,
si no quieres inducirla a hacer algo malo contra ti.
No te esclavices a una mujer,
hasta el punto de que te pisotee.
No te acerques a la mujer ajena,
si no quieres caer en sus redes.
No trates con confianza a una cantante,
si no quieres que te atrape en sus lazos.
No te fijes demasiado en la mujer soltera,
para no pecar con ella y tener que pagar la multa.
No te entregues a las prostitutas,
si no quieres perder lo que tienes.
Mirándolas perderás la cabeza,
y yendo a su casa te arruinarás.
Aparta la vista de la mujer bonita,
no te fijes en la belleza que no te pertenece.
Por las mujeres se han perdido muchos;
su amor quema como fuego.
No comas con una mujer casada;
no te sientes a beber con ella,
no sea que de ella te enamores
y tengas que pagarlo con tu vida.

Las compañías

10 No abandones a un viejo amigo,
que uno nuevo no será igual a él.
Amigo nuevo es como vino nuevo:
deja que se añeje, y entonces lo beberás.
11 No envidies al malvado:
no sabes cuándo llegará su día.
12 No envidies los éxitos del insolente;
piensa que a la hora de la muerte tendrá su castigo.
13 Aléjate del que tiene poder para matar,
y no vivirás temiendo la muerte.
Y si te acercas a él, no lo ofendas,
si no quieres que te quite la vida.
Ten en cuenta que caminas entre trampas
y que andas entre redes.
14 Responde al prójimo lo mejor que puedas,
y hazte amigo de los sabios.
15 Cuenta tus planes a los prudentes,
y escoge entre ellos tus amigos íntimos.
16 Júntate a comer con los honrados,
y que tu adorno sea honrar a Dios.
17 En manos hábiles está seguro el derecho,
y el sabio gobierna a su pueblo.
18 Al que habla sin ton ni son hay que temerle,
pues en su boca hasta una profecía se hace odiosa.

Eclesiástico 10

Los gobernantes

10 Un gobernante sabio instruye a su pueblo;
el gobierno del prudente es ordenado.
Según el gobernante, así son sus ministros;
según el jefe de la ciudad, así son sus habitantes.
Un rey licencioso arruina a una ciudad;
si los gobernantes son sensatos, la ciudad crece.
En manos de Dios está el gobierno del mundo;
a su tiempo le da el jefe que le hace falta.
En manos de Dios está el gobierno de todos los hombres,
y él da su propia autoridad al gobernante.

El orgullo

Por ninguna ofensa devuelvas mal al prójimo,
ni sigas el camino de los orgullosos.
El orgullo es odioso al Señor y a los hombres;
tanto Dios como los hombres aborrecen la opresión.
El poder pasa de una nación a otra
por causa de la violencia y del orgullo.
¿Quién puede sentir orgullo siendo polvo y ceniza,
si aun en vida se pudre ya su cuerpo?
10 Achaque ligero, médico optimista;
pero el que hoy es rey, mañana será cadáver.
11 Cuando el hombre muere, se apoderan de él los gusanos,
los insectos y la podredumbre.
12 El comienzo del orgullo es el poder,
que hace que el hombre se olvide de su Creador.
13 El pecador es un pozo lleno de orgullo,
del cual brotan las malas acciones.
Por eso, Dios lo llena de castigos
y lo hiere hasta terminar con él.
14 Dios derriba del trono a los orgullosos,
y en lugar de ellos pone a los humildes.
15 El Señor arranca de raíz a las naciones,
y en lugar de ellas hace crecer a los humildes.
16 Dios no dejó ni el rastro de las naciones paganas;
las cortó de raíz hasta no dejar ni rastro.
17 Las borró de la tierra, las destruyó;
suprimió de la tierra incluso su recuerdo.
18 El orgullo no es digno del hombre,
ni tampoco la arrogancia.

El verdadero honor

19 ¿Seres honrosos? Los seres humanos.
¿Seres honrosos? Los que honran al Señor.
¿Seres despreciables? Los seres humanos.
¿Seres despreciables? Los que no cumplen los mandamientos.
20 Entre varios hermanos se honra al mayor,
pero Dios honra al que lo reverencia.
22 Inmigrante, extranjero y pobre,
su gloria es respetar a Dios.
23 No hay que despreciar al que es sensato, aunque sea pobre,
ni se debe honrar al hombre violento.
24 Al noble, al gobernante y al juez se da honor;
pero nadie es más grande que quien reverencia a Dios.
25 A un esclavo inteligente lo sirven los libres,
y al sabio esto no le duele.

26 No te las des de sabio cuando haces lo que te gusta,
ni busques honores en tiempo de necesidad.
27 Más vale trabajar y tener de sobra
que ser presumido y no tener qué comer.
28 Hijo mío, respétate a ti mismo con modestia
y cuídate como es debido.
29 Al que a sí mismo se condena, ¿quién lo declarará inocente?
Y al que a sí mismo se deshonra, ¿quién lo respetará?
30 Hay pobres que por sensatos son respetados,
pero a otros se les respeta sólo por ser ricos.
31 Si uno, siendo pobre, es respetado,
mucho más cuando sea rico.
Y si uno, siendo rico, es despreciado,
mucho más cuando sea pobre.

Eclesiástico 11

11 El sabio, aunque pobre, llevará alta la frente
y se sentará con la gente importante.
No alabes a nadie por su belleza,
ni desprecies a nadie por su fealdad.
¡Pequeño animalito es la abeja,
pero nada hay tan dulce como la miel que produce!
No te burles del que lleva ropa gastada,
ni te rías del que pasa días amargos.
Porque el Señor hace cosas admirables,
cosas que el hombre no puede comprender.
Muchos de los humillados se sentaron en tronos,
y sin pensarlo se vieron coronados.
Muchos encumbrados cayeron en desgracia,
y teniendo honores quedaron en poder de otros.
No critiques sin antes averiguar;
primero examina, censura después.
Hijo mío, escucha antes de responder,
y cuando otro habla no lo interrumpas.
No pongas pleito, si no te ves obligado,
ni te metas en las peleas de los insolentes.
10 ¿Para qué vivir en pleitos, hijo mío?
Si insistes mucho, terminarás siendo condenado.
Por más que corras nada alcanzarás,
y por mucho que huyas no podrás escapar.
11 Hay quienes corren, sudan y se cansan,
y sin embargo llegan tarde.
12 Otro es pobre y vagabundo,
anda falto de todo y muy enfermo,
pero el Señor lo mira para hacerle bien
y lo saca del polvo y la miseria,
13 le hace alzar la frente y lo eleva,
y muchos se quedan admirados.
14 Del Señor vienen lo bueno y lo malo,
la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza.
15 Son dones del Señor la sabiduría,
la inteligencia y la sensatez,
el amor y la buena conducta.
16 La estupidez y las tinieblas fueron hechas para los malos,
y el mal acompaña a los malvados.
17 Los dones del Señor son para los buenos;
él los ama y les dará éxito siempre.
18 Hay quien se hace rico a fuerza de trabajos,
pero se queda sin su recompensa.
19 Dice: «Ya puedo descansar;
voy a gozar de mis bienes.»
Pero no sabe cuánto tiempo pasará
antes de que muera y deje todo eso a otros.

20 Hijo mío, cumple con tu deber, ocúpate de él,
que la vejez te llegue haciendo tu tarea.
21 No admires las obras de los malos;
confía en el Señor y espera su luz.
Pues para él es cosa fácil
hacer rico al pobre en un momento.
22 Los buenos recibirán la bendición de Dios,
su esperanza florecerá a su debido tiempo.
23 No digas: «Ya tengo lo que deseaba,
no me falta nada más.»
24 No digas: «Tengo lo que necesito,
¿qué mal puede venirme?»
25 Un día feliz hace olvidar los males,
y un día malo hace olvidar la felicidad.
26 Para Dios es cosa fácil dar al hombre, cuando muera,
lo que mereció por su conducta.
27 Un mal momento hace que se olviden los placeres;
pero sólo al final se ve lo que cada uno es.
28 No llames feliz a nadie antes de su muerte;
cuando le llegue el fin se sabrá cómo era.

Cuidado al escoger amigos

29 No lleves a tu casa a cualquiera;
el tramposo tiene muchas mañas.
30 El corazón del orgulloso es como pájaro en trampa,
como lobo que aguarda a su presa.
31 El chismoso cambia lo bueno en malo,
y propaga mentiras sobre lo que tú más estimas.
32 Una chispita puede causar un gran incendio,
y un malvado está listo a cometer un crimen.
33 ¡Cuidado con el malo, porque es causa de males!
¿Por qué atraerte deshonra para siempre?
34 No te juntes con el malvado, pues torcerá tu conducta
y te hará ser infiel a tus compromisos.

Eclesiástico 12

12 Cuando hagas el bien, fíjate a quién,
y podrás esperar algo de tu buena acción.
Haz un favor al bueno y obtendrás recompensa,
si no de él, del Señor.
Ayudar al malo no trae ningún bien,
y ni siquiera es hacer una buena acción.
En tiempo de necesidad te hará doble daño
por todo el bien que le hayas hecho.
No le des armas de guerra,
para que no te ataque con ellas.
También Dios aborrece a los malvados
y les dará su castigo.
Debes dar al bueno, pero no al malvado;
da alivio al afligido, pero no des nada al orgulloso.
Cuando todo va bien, no se sabe quién es amigo;
pero cuando todo va mal, se sabe quién es enemigo.
Cuando las cosas van bien, el enemigo se hace amigo;
pero cuando van mal, hasta el amigo te abandona.
10 Nunca confíes en el enemigo,
pues su maldad es como bronce mohoso.
11 Aunque te escuche y se muestre muy humilde,
ten cuidado y desconfía de él.
Trátalo como quien limpia un espejo de bronce,
y así podrás acabar con su moho.
12 No dejes que se te acerque,
para que no te empuje y te desplace.
No hagas que se siente a tu derecha,
para que no te quite el puesto.
De lo contrario, más tarde entenderás lo que te digo
y sentirás pesar al recordar mis advertencias.
13 Nadie tiene compasión
del encantador al que muerde una serpiente
o de uno que se acerca a las fieras.
14 Lo mismo pasa al que es amigo del insolente
y se enreda en sus maldades.
15 Mientras tú estés en pie, no se dará a conocer,
pero cuando caigas, no se contendrá.
16 El enemigo dice palabras melosas,
pero por dentro trama hacerte una mala jugada.
Por muchas lágrimas que derrame,
cuando tenga ocasión no se cansará de cometer crímenes.
17 Si te ocurre una desgracia, allí estará él;
fingiendo ayudarte, te pondrá una zancadilla.
18 Entonces hará gestos de alegría,
y murmurando entre dientes cambiará de expresión.

Eclesiástico 13

Compañías peligrosas

13 Al que toca la brea, se le pega en la mano;
y el que se junta con burlones llega a ser como ellos.
No levantes un peso superior a tus fuerzas,
ni te juntes con personas más ricas que tú.
La olla de barro no se pone junto a la de metal;
si chocan, la olla de barro se rompe.
El rico comete una injusticia y se siente orgulloso;
el pobre la sufre y tiene que pedir perdón.
Si eres útil al rico, hará que le sirvas;
si le resultas inútil, te abandonará.
Si tienes algo, ¡cómo te halagará!
Pero no tendrá ningún reparo en explotarte.
Si le haces falta, te tratará muy bien,
te sonreirá y te inspirará confianza.
Te hablará amablemente
y te preguntará qué necesitas.
Te avergonzará con sus invitaciones a comer.
Mientras pueda aprovecharse de ti, te engañará;
te alabará unas cuantas veces,
pero después, al verte, se enojará contigo
y te hará gestos de desprecio.

¡Cuidado! ¡No seas demasiado confiado!
¡No seas como los tontos!
Si un poderoso se te acerca, conserva tu distancia;
entonces él insistirá para que vayas a él.
10 No te acerques demasiado, si no quieres quedar lejos,
ni tampoco te alejes mucho, si no quieres ser olvidado.
11 No le hables con demasiada libertad
ni creas todo lo que dice,
pues él habla mucho para ponerte a prueba,
y con sus bromas te está examinando.
12 Si a un hombre cruel lo hacen gobernante,
no tendrá compasión de nadie
y atentará contra la vida de muchos.
13 ¡Ten mucho cuidado,
no te juntes con gente violenta!

15 Todo ser viviente ama a los de su especie;
y así también, todo hombre a sus semejantes.
16 Todo ser viviente se junta con los de su especie,
y así también el hombre con quienes son como él.
17 ¿Cómo van a juntarse el lobo y el cordero?
Así tampoco, el malo con el bueno.
18 ¿Qué paz puede haber entre la hiena y el perro?
Así tampoco, entre el rico y el pobre.
19 Los asnos salvajes son presa para el león;
lo mismo son los pobres para el rico.

Ricos y pobres

20 El orgulloso detesta al humilde,
y el rico detesta al pobre.
21 Si el rico tropieza, sus amigos lo sostienen,
pero si tropieza el pobre, sus amigos lo empujan.
22 Habla el rico, y muchos lo apoyan,
y aunque hable mal, les parece muy bien.
Se equivoca el pobre, y se burlan de él,
y aunque hable con sensatez, nadie le hace caso.
23 Habla el rico, y todos se callan
y ponen por las nubes su talento.
Habla el pobre, y preguntan: «¿Quién es ése?»
Y si tropieza, todavía le dan un empujón.
24 Buena es la riqueza conseguida honradamente,
y mala es la pobreza fruto del orgullo.

25 Lo que el hombre tiene en su interior,
bueno o malo, en su cara se refleja.
26 Cara risueña es señal de corazón alegre;
actitud retraída refleja pensamientos tristes.

Eclesiástico 14

14 ¡Dichoso el hombre que no sufre por lo que dice
y a quien la conciencia no le acusa!
¡Dichoso el hombre al que no le falta el ánimo
ni ha perdido la esperanza!

Sobre el uso de la riqueza

El tacaño no merece la riqueza;
no merece tener oro el avaro.
El que es tacaño consigo mismo, acumula para otros:
gente extraña gozará de sus bienes.
El que es tacaño consigo mismo, ¿con quién será generoso?
No saca provecho ni de sus propios bienes.
Nadie peor que el que es tacaño consigo mismo:
en sí mismo lleva el castigo de su tacañería.
Si hace un favor, es por descuido;
al fin mostrará su tacañería.
Mala persona es el avaro;
vuelve la vista sin prestar atención a nadie.
Al acaparador, todo lo que tiene le parece poco;
pero al quitar a los otros, pierde lo suyo.
10 El avaro mira el pan con ansia,
pero no pone nada en su mesa.
11 Hijo mío, si tienes algo, úsalo para tu provecho
y sé generoso con Dios.
12 Recuerda que la muerte no tarda.
Nadie te ha dicho cuándo vas a morir.
13 Antes de morir haz bien a tus amigos
y dales de acuerdo con tus posibilidades.
14 No renuncies a la felicidad presente,
ni pases por alto lo que es bueno y deseable.
15 Tendrás que dejar a otros tu riqueza
y se repartirán lo que conseguiste con sudores.
16 Da a tus hermanos y trátate bien,
pues en la tumba no se pueden buscar placeres.
17 Todo ser viviente se gasta como la ropa,
pues es ley eterna que tenemos que morir.
18 Somos como las hojas de un árbol frondoso:
unas se marchitan y otras brotan.
Así pasa con los hombres:
unos mueren y otros nacen.
19 Todo lo que hace el hombre, se destruye al fin;
todo su trabajo desaparecerá con él.

Los beneficios de la sabiduría

20 Dichoso el que se ocupa en la sabiduría
y se interesa por tener inteligencia,
21 que pone atención al camino que ella sigue
y se fija en sus senderos;
22 así puede salir a buscarla
y mirar dónde se encuentra.
23 Mira por las ventanas de la casa de ella
y escucha a su puerta.
24 Acampa junto a su casa,
asegurando la tienda en sus paredes.
25 Pone su habitación junto a ella
para vivir feliz en su vecindad.
26 Pone su nido en sus ramas
y pasa la noche entre sus hojas.
27 A la sombra de ella se protege del calor,
y vive por ella resguardado.

Eclesiástico 15

15 Así hace el que reverencia al Señor;
cumpliendo la ley encuentra la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre;
lo recibe como la esposa de su juventud.
Lo alimenta con el pan de la inteligencia
y le da a beber el agua del entendimiento.
Él se apoyará en ella para no caer;
confiado en ella, no fracasará.
Ella lo levantará sobre sus compañeros,
para que lleve la palabra en la asamblea.
Lo llenará de gozo y alegría
y le dará fama inmortal.
Los hombres falsos no pueden alcanzarla,
ni los orgullosos pueden verla.
Ella está lejos de los insolentes;
los mentirosos no tienen noción de ella.
Los malos no son dignos de alabarla,
pues Dios no les ha dado la sabiduría.
10 Es el sabio quien la alaba;
el que la tiene podrá enseñarla.

Libertad del hombre

11 No digas: «Es Dios quien me hace pecar»;
porque él no hace lo que detesta.
12 Ni tampoco digas: «Él me hizo caer»;
porque él no necesita de gente malvada.
13 El Señor odia lo que es detestable
y no se lo envía a quienes le respetan.
14 Dios creó al hombre al principio
y le dio libertad de tomar sus decisiones.
15 Si quieres, puedes cumplir lo que él manda,
y puedes ser fiel haciendo lo que le gusta.
16 Delante de ti tienes fuego y agua;
escoge lo que quieras.
17 Delante de cada uno están la vida y la muerte,
y cada uno recibirá lo que elija.
18 La sabiduría del Señor es muy grande;
él es muy poderoso y lo ve todo.
19 Dios ve a todos los seres que creó,
y se da cuenta de todo lo que el hombre hace.
20 Él a nadie ha ordenado pecar,
ni deja sin castigo a los mentirosos.

Eclesiástico 16

Castigo del pecado

16 No te entusiasmes con hijos hermosos pero inútiles,
ni te alegres de tener hijos malvados.
Aunque sean muchos, no te sientas contento de ellos,
si no reverencian al Señor.
No confíes en que vivan mucho tiempo,
ni creas que terminarán bien.
Vale más hijo dócil que mil que no lo son;
vale más morir sin hijos que tener hijos insolentes.
Un solo hombre sensato hace crecer una ciudad,
pero un grupo de bandidos la deja desierta.

Muchas cosas así he visto con mis ojos,
y peores aún he oído contar.
Dios envió fuego contra el grupo de Coré, hombres malvados,
y se enojó con la nación impía.
No perdonó a los poderosos del pasado,
que se rebelaron al sentirse fuertes.
Tampoco perdonó a los que vivían con Lot,
que se hincharon llenos de orgullo.
No tuvo compasión de Canaán, nación maldita,
que por sus pecados perdió todas sus cosas.
10 Así pasó también con los seiscientos mil israelitas
que murieron por su insolencia.
11 Y aunque sea uno solo el rebelde,
sería un milagro que quedara sin castigo.
En Dios hay misericordia e ira;
él tolera y perdona, pero también castiga a los malvados.
12 Tan grande como su misericordia es su castigo;
él juzga a cada uno según lo que haya hecho.
13 No deja escapar al malvado con su presa,
ni deja sin cumplir los deseos del justo.
14 Todo el que da limosna tendrá su premio,
cada uno conforme a lo que haya hecho.

17 No digas: «Me esconderé de Dios.
¿Quién en el cielo se acuerda de mí?
Entre tanta gente no pueden distinguirme;
¿quién soy yo en este mundo inmenso?»
18 Mira, cuando aparece Dios, se ponen a temblar
hasta el más alto cielo, y el océano y la tierra.
19 Aun las bases de los montes y los cimientos de la tierra
se estremecen de terror cuando Dios los mira.

20 Algunos dicen: «Dios no se fija en mí.
¿Quién presta atención a mi conducta?
21 Si peco, nadie me ve,
si engaño a escondidas, ¿quién lo va a saber?
22 Si uno hace el bien, ¿quién se lo contará a Dios?
¿Qué puedo esperar de cumplir con el deber?»
23 Sólo los insensatos piensan de este modo;
así discurren los estúpidos.

Sabiduría de Dios en la creación

24 ¡Escúchenme y aprendan a ser sabios!
¡Pongan atención a mis palabras!
25 Diré con moderación lo que pienso,
expondré con modestia lo que sé.

26 Cuando Dios al principio creó sus obras,
les dio la existencia y les fijó normas,
27 les señaló para siempre un orden en sus funciones
y estableció sus jerarquías por todos los tiempos.
Ellas no sienten hambre ni se cansan,
ni dejan nunca de cumplir su oficio.
28 Ninguna de ellas estorba a las demás,
ni jamás desobedecen las órdenes de Dios.
29 Después de esto, Dios miró a la tierra
y la llenó de sus bienes.
30 La cubrió de seres vivientes de toda especie,
que de nuevo han de volver a ella.

Eclesiástico 17

17 El Señor formó de tierra al hombre,
y a la tierra lo hace volver.
Le ha señalado un contado número de días,
y le ha dado poder sobre todo lo que hay en la tierra.
Le dio autoridad semejante a la suya,
¡lo hizo a su propia imagen!
Hizo que todas las otras criaturas lo temieran,
y le dio dominio sobre fieras y aves.
Le dio inteligencia, habla, ojos,
oídos y mente para entender.
Dotó a los hombres de razón y juicio,
y les mostró el bien y el mal.
Les inspiró que le tuvieran reverencia,
y les mostró sus grandes obras,
para que ellos después las contaran a otros
10 y alabaran su santo nombre.
11 Les dio también conocimiento,
y les dejó una ley que da vida.
12 Hizo una alianza eterna con ellos,
y les promulgó sus decretos.
13 Ellos vieron la grandeza de la gloria de Dios
y oyeron su majestuosa voz.
14 Les dijo: «No hagan nada malo»,
y les impuso deberes para con el prójimo.

15 La conducta de los hombres está siempre presente ante Dios,
nada escapa a su mirada.
17 Cuando distribuyó sobre la tierra a las naciones,
a cada una le puso un gobernante;
pero Israel es propiedad del Señor.
19 Todos los hechos de los hombres
son para Dios claros como el sol.
Siempre tiene presente lo que hacen.
20 No se le ocultan sus malas acciones,
y se da cuenta de los pecados que cometen.
22 Él recuerda siempre la limosna que da el hombre,
y guarda como la niña de sus ojos sus buenas acciones.
23 Después les dará su recompensa,
según lo que merezca cada uno.
24 A los que se arrepienten les concede el volverse a él,
y consuela a los que han perdido la esperanza.

Invitación a volverse a Dios

25 Vuélvete a Dios y deja el pecado;
ora en su presencia y disminuye tus ofensas.
26 Vuélvete al Altísimo, apártate de la maldad
y odia de todo corazón la idolatría.
27 En el reino de la muerte nadie puede alabar al Altísimo;
sólo los que viven pueden darle gracias.
28 El muerto, como si no existiera, no puede alabarlo;
el que vive y está sano es quien puede alabar al Señor.
29 ¡Qué grande es la misericordia del Señor
y su perdón para los que se vuelven a él!
30 No todo es posible para el hombre;
ningún ser humano es inmortal.
31 No hay nada que brille más que el sol,
y sin embargo éste tiene eclipses.
Así el hombre, que es carne y hueso,
concibe malos pensamientos.
32 Dios pasa revista al ejército del cielo,
¡pero el hombre no es más que polvo y ceniza!

Eclesiástico 18

Poder y misericordia de Dios

18 Dios, que vive eternamente, creó el universo;
sólo el Señor es intachable.
Nadie puede contar lo que él ha hecho;
¿quién podrá investigar sus maravillas?
¿Quién podrá medir su inmensa fuerza
o exponer todas sus bondades?
No es posible aumentarlas ni disminuirlas;
nadie puede descubrir las maravillas del Señor.
Cuando uno termina, apenas está comenzando;
cuando llega al fin, no sabe qué pensar.

¿Qué es el hombre?, ¿para qué sirve?,
¿qué es el bien o el mal que puede hacer?
Si un hombre vive mucho, llegará a cien años;
10 pero comparados con la eternidad,
son como una gota de agua en el mar
o como un granito de arena.
11 Por eso Dios es paciente con los hombres
y les tiene mucha compasión.
12 Él sabe qué desgraciado es el fin del hombre,
y por eso es incansable en perdonar.
13 El hombre se compadece sólo de su prójimo,
pero el Señor se compadece de todo ser viviente;
él reprende, corrige, enseña
y guía como un pastor a su rebaño.
14 ¡Dichosos los que confían en su misericordia
y se apresuran a cumplir sus leyes!

Bondad

15 Hijo mío, cuando hagas un favor no reprendas,
no eches a perder un regalo con palabras duras.
16 Como el rocío refresca el calor,
así una buena palabra es mejor que un regalo.
17 En verdad, una palabra es mejor que un regalo,
y un hombre bondadoso da ambas cosas.
18 El estúpido critica sin miramientos,
y dar algo de mala gana es motivo de llanto.

Prudencia

19 Antes de hablar, infórmate,
y antes de caer enfermo, cuida tu salud.
20 Antes de ser juzgado, examínate a ti mismo,
y cuando Dios te pida cuentas, te perdonará.
21 Antes de caer enfermo, humíllate;
y cuando peques, arrepiéntete.
22 No dejes de cumplir a tiempo lo que prometas a Dios,
y no esperes hasta la muerte para pagarlo.
23 Antes de hacer a Dios una promesa, prepárate;
no pongas a prueba al Señor.
24 Piensa en la ira de Dios el día final,
cuando sin compasión dará a cada cual su merecido.
25 En la abundancia acuérdate de la escasez,
y en la riqueza acuérdate de la pobreza.
26 De la noche a la mañana cambia el tiempo;
si el Señor lo quiere, todo pasa en un momento.
27 El sabio siempre está prevenido;
si hay peligro de pecar, se aleja del mal.
28 Todo hombre sensato conoce la sabiduría
y alaba al que la encuentra.
29 Los que entienden los proverbios también se hacen sabios
y pronuncian dichos acertados.

Dominio de sí mismo

30 No te dejes llevar de tus pasiones;
domina tus deseos.
31 Si das gusto a la pasión,
tus enemigos se reirán de ti.
32 No te aficiones a la vida de placer;
los gastos te dejarán en la pobreza.
33 No vivas en comilonas y borracheras,
teniendo tu bolsa vacía.

Eclesiástico 19

19 El que hace eso nunca llegará a ser rico;
el que descuida las cosas pequeñas terminará en la ruina.
El vino y las mujeres llevan al libertinaje,
y el que anda con prostitutas se vuelve descarado.
Se pudrirá, los gusanos se lo comerán,
y su descaro será aniquilado.

Pecados de la lengua

El que se fía a la primera, es un espíritu ligero;
el que peca, se hace mal a sí mismo.
El que goza haciendo el mal, será condenado.
El que domina su lengua, vivirá en paz,
y el que odia la murmuración, sufrirá poco.
No repitas los chismes
y te evitarás perjuicios.
No los cuentes ni de amigos ni de enemigos;
no los reveles, a menos que peques por callar.
Si uno de ellos te oye, desconfiará de ti
y más tarde te odiará.
10 Si te cuentan algo, guárdalo hasta la tumba;
no te preocupes, que no vas a reventar.
11 Un imprudente guardando un secreto
sufre más que una mujer de parto.
12 Como flecha clavada en la pierna,
es un secreto en el pecho de un imprudente.
13 Si te cuentan algo de un amigo, pregúntale,
quizá él no haya hecho lo que dicen;
y si lo hizo, para que no lo vuelva a hacer.
14 Si te cuentan algo de tu prójimo, pregúntale,
quizá no haya dicho lo que le achacan;
pero si lo dijo, para que no vuelva a decirlo.
15 Pregunta al amigo;
con frecuencia es pura calumnia;
no creas todo lo que dicen.
16 A veces uno se equivoca, pero sin querer;
¿quién no ha pecado con la lengua?
17 Antes de amenazar al prójimo, pregúntale;
deja que la ley del Altísimo siga su curso.

La verdadera sabiduría

20 Toda la sabiduría está en honrar al Señor
y en cumplir su ley.
22 Saber mucho de maldad, eso no es sabiduría;
seguir el consejo de los pecadores no es sensatez.
23 Hay una astucia detestable,
pero hay tontos que no tienen la culpa.
24 Más vale ser ignorante y honrar a Dios
que ser muy listo y faltar a la ley.
25 Hay habilidad consumada pero injusta,
y hay quien actúa torcidamente para que le hagan justicia.
26 Hay quien anda agachado y triste,
pero por dentro está lleno de engaños;
27 agacha la cabeza y se hace el sordo,
pero cuando no lo ven, te saca ventaja,
28 y si no tiene fuerza para ahora hacerte mal,
en la primera ocasión te causará algún perjuicio.
29 Por la cara se conoce a una persona,
y por el aspecto se distingue al sabio.
30 La manera de vestirse, de reír y caminar,
muestra lo que uno es.

Eclesiástico 20

El sabio y el necio

20 Hay reprensiones a destiempo,
y hay quien calla por prudencia.
Más vale reprender que enojarse.
Quien reconoce su falta, se libra de la calamidad.
Como un eunuco que quiere violar a una joven,
así es el que quiere hacer justicia por la fuerza.
Unos callan y parecen sabios
y otros, de tanto hablar, se hacen odiosos.
Unos callan porque no saben qué decir,
y otros callan esperando el momento oportuno.
El sabio guarda silencio hasta el momento preciso,
pero el necio es inoportuno.
El que habla demasiado se hace antipático,
y el que abusa de su autoridad se hace odioso.

A veces el éxito se encuentra en la desgracia,
y hay ganancias que se vuelven pérdida.
10 Unas veces das sin sacar ningún provecho,
y otras veces, dando, recibes el doble.
11 Hay honores que terminan en desgracia,
y hay quien en la humillación levanta la cabeza.
12 Algunos compran mucho a poco precio,
pero pagan siete veces más de lo que vale.
13 Al sabio le bastan pocas palabras para hacerse querer,
pero las cortesías del tonto son rechazadas.
14 Lo que un tonto te regale no te servirá de nada;
él lo ve mucho más grande de lo que es;
15 aunque da poco, sermonea mucho,
y abre la boca como quien anuncia grandes cosas.
Hoy te lo presta y mañana te lo pide:
¡qué hombre tan odioso!
16 El necio dice: «¡Yo no tengo amigos!
¡Nadie agradece mis favores!
17 Comen de mi pan y hablan mal de mí.»
¡Pero cuántas veces se ríen de él!

18 Más vale un traspié con los pies que con la lengua;
la caída de los malos vendrá así en un momento.
19 Un hombre sin gracia es como un chiste a destiempo
que a todas horas repiten los necios.
20 Los refranes en la boca del necio caen mal,
porque nunca los dice en el momento oportuno.
21 Algunos no pecan de pobres que son;
cuando descansan tienen la conciencia tranquila.
22 Otros se arruinan por ser vergonzosos
y tenerle miedo a un tonto.
23 Algunos, por timidez, hacen promesas a un amigo,
y sin necesidad se ganan un enemigo.
24 La mentira es una infamia para el hombre;
siempre la hallarás en la boca de los necios.
25 El ladrón es preferible al embustero,
pero uno y otro van a la perdición.
26 Al mentiroso lo acompaña la deshonra;
siempre se verá sin honor.
27 El sabio se abre camino fácilmente,
y el sensato se hace querer de los grandes.
28 El que cultiva la tierra tendrá su cosecha,
y el que se hace querer de los grandes
alcanzará perdón cuando peque.
29 Obsequios y regalos hacen ciego al sabio
y le ponen un bozal que le impide reprender.
30 Sabiduría oculta y tesoro escondido,
¿a quién le sirven de algo?
31 Más vale esconder la insensatez
que esconder la sabiduría.

Eclesiástico 21

Consecuencias del pecado

21 Hijo mío, ¿pecaste? No lo vuelvas a hacer,
y pide perdón por tus culpas pasadas.
Huye del pecado como de una serpiente,
pues si te acercas, te morderá.
Tiene dientes de león
para matar a los hombres.
Toda maldad es como espada de dos filos;
las heridas que causa no tienen curación.
Delirio de grandeza y orgullo destruyen la riqueza;
la casa del altanero quedará destruida.
Dios escucha la oración del pobre
y le hace justicia sin tardar.
El que odia la corrección sigue los pasos del pecador,
pero el que respeta al Señor se arrepiente de corazón.
Desde lejos se conoce al charlatán;
pero el sensato se da cuenta de sus propias faltas.
Construir una casa con dinero ajeno
es como acarrear piedras para la propia sepultura.
Una banda de malvados es como leña seca:
terminará en una llamarada.
10 El camino de los pecadores es fácil y llano,
pero termina en el reino de la muerte.

El sabio y el necio

11 El que cumple la ley domina sus instintos;
honrar al Señor lleva a la sabiduría.
12 El que no es inteligente no puede aprender,
pero hay una inteligencia llena de amargura.
13 La ciencia del sabio es como un río crecido,
y sus consejos como manantial que no se agota.
14 La mente del necio es como un vaso roto:
nada retiene de lo que aprende.
15 Si un hombre inteligente oye un proverbio,
lo alaba y añade otro;
si lo oye un tonto,
pone mala cara y no le presta atención.
16 Escuchar a un necio es como viajar con una carga a cuestas;
¡qué delicia, en cambio, oír hablar a un inteligente!
17 Cuando el pueblo se reúne, pide la opinión del sabio
y se queda pensando en lo que dice.
18 La sabiduría es para el necio como una casa en ruinas;
todo lo que sabe decir son palabras sin sentido.
19 La instrucción es para el necio como cadenas en los pies,
o como esposas en la mano derecha.
20 El tonto se ríe a carcajadas;
el sabio, cuando mucho, sonríe suavemente.
21 La instrucción es para el sabio como adorno de oro,
como un brazalete en el brazo derecho.
22 El necio se precipita en una casa;
el sensato se detiene respetuosamente.
23 El necio, desde la puerta, espía hacia adentro;
el bien educado se queda fuera.
24 Es mala educación poner el oído a la puerta;
un hombre sensato se moriría de vergüenza.
25 El charlatán habla hasta por los codos;
el sabio pesa cada palabra.
26 El necio dice todo lo que piensa;
el sabio piensa todo lo que dice.
27 Cuando un malvado maldice a su enemigo,
a sí mismo se maldice.
28 El chismoso trae mal sobre sí mismo
y se hace odioso a todos sus vecinos.

Eclesiástico 22

El necio y el perezoso

22 El perezoso es como una piedra sucia:
a todos disgusta su indignidad.
El perezoso es como un montón de estiércol,
que si uno lo toca, sacude la mano.
Un hijo mal educado es vergüenza para su padre;
y si es una hija, le causará la ruina.
Una hija sensata encontrará marido;
la que no tiene vergüenza entristece a su padre.
Una hija descarada deshonra al padre y al marido,
y ambos la despreciarán.
Un discurso inoportuno es como música alegre en un entierro;
pero el castigo y la corrección siempre traen sensatez.
Enseñar a un tonto es querer pegar una olla rota
o despertar a alguien profundamente dormido.
10 Hablar con un tonto es como hablar con un amodorrado;
al final preguntará: «¿De qué se trata?»
11 Llora por un muerto, porque le falta la luz;
llora por un tonto, porque le falta la razón;
llora menos por el muerto, porque ya descansó;
la vida del tonto es peor que la muerte.
12 El duelo por los muertos dura siete días;
por los tontos y los malos, todos los días de su vida.
13 No hables mucho con un tonto,
ni visites a un insensato.
Cuídate de él, para no tener problemas
y que no te llene de mugre cuando se sacuda.
Aléjate de él, y vivirás tranquilo
y no te molestará su insensatez.
14 ¿Habrá algo más pesado que el plomo?
Sí, «el tonto» es su nombre.
15 Es más fácil cargar arena, sal o una bola de hierro,
que soportar a un tonto.

16 Vigas empotradas en un muro
no se sueltan fácilmente en un temblor;
así, una voluntad apoyada en reflexión sensata
no temerá en el momento del peligro.
17 Decisión basada en razón e inteligencia
es como enlucido sobre pared bien lisa.
18 Una cerca colocada encima de una peña
no resiste al viento,
y un corazón tímido y lleno de ideas tontas
no resiste ninguna amenaza.

La fidelidad a los amigos

19 Si se hiere el ojo, brotan lágrimas;
si se hiere el corazón, se hace aparecer los sentimientos.
20 Si se tiran piedras a los pájaros, salen volando;
si se insulta a un amigo, se destruye la amistad.
21 Si has sacado la espada contra un amigo,
no pierdas la esperanza: aún puedes envainarla.
22 Si ofendiste de palabra a un amigo,
no te preocupes: puedes volver a hacer las paces.
Pero insultos, desprecios, descubrir secretos
y herir por la espalda,
son cosas que alejan a cualquier amigo.
23 Sé fiel al amigo cuando esté en la pobreza,
para que también goces con él cuando esté en la abundancia.
No lo abandones cuando esté en dificultades,
para que compartas con él sus bienes cuando los reciba.
24 Primero humo y después llamas en el horno;
así también, primero insultos y después sangre.
25 No me avergonzaré de proteger a un amigo,
ni me esconderé de él.
26 Y si algo malo me pasa por su culpa,
todo el que lo sepa se cuidará de él.

Oración

27 ¡Ojalá tuviera yo un centinela en la boca
y un sello de discreción en los labios,
para que éstos no me hagan caer
ni la lengua sea mi perdición!

Eclesiástico 23

23 ¡Señor, Padre y dueño de mi vida,
no dejes que mi lengua me domine,
o que por culpa de ella caiga!
¡Ojalá castigara la sabiduría mi mente
y corrigiera mi entendimiento,
sin perdonar mis faltas
ni disimular mis pecados!
Para que mis errores no se multipliquen
ni aumenten mis pecados,
para que no quede humillado ante mis enemigos
ni ellos se rían de mí.
Señor, Padre y Dios de mi vida,
no permitas que yo sea altanero
y aparta de mí los malos deseos.
¡Que no me domine la gula o la pasión sexual!
¡No me entregues a deseos vergonzosos!

Uso y abuso de la palabra

Hijos, escuchen la instrucción para aprender a hablar;
el que la siga no pecará.
Por su boca es atrapado el pecador,
y el insolente y altanero caerá por ella.
No te acostumbres a jurar
ni a pronunciar para todo el nombre del Dios santo.
10 Si a un esclavo se le examina constantemente,
no saldrá sin azotes;
así también, el que jura y nombra a Dios continuamente
no quedará libre de pecado.
11 El que jura con frecuencia, se llenará de culpa,
y el castigo no se alejará de su casa.
Si jura por descuido, es responsable de su falta;
si lo hace por ligereza, peca doblemente,
y si jura en falso, resultará culpable;
sobre su casa lloverán desgracias.
12 Hay palabras que equivalen a la muerte;
¡que nunca se pronuncien en el pueblo de Jacob!
Los piadosos evitan todo esto
y no se revuelcan en el pecado.
13 No te acostumbres a hablar grosera y vulgarmente,
porque así cometerás pecado.
14 Acuérdate de tu padre y de tu madre
cuando te sientes entre gente de importancia,
no sea que, cuando estés con ellos, te descuides
y te portes como un tonto;
entonces querrás no haber nacido,
y maldecirás el día en que naciste.
15 El que se acostumbra a insultar,
no aprenderá en toda su vida.

El adulterio

16 Dos y tres clases de personas pecan mucho
y se atraen el castigo de Dios:
17 El que se entrega a la pasión sexual, que arde como fuego
y no se apagará hasta que se consuma.
El hombre mujeriego no quedará satisfecho,
hasta que el fuego lo devore.
Al hombre mujeriego le parece bueno cualquier pan, y no parará hasta que muera.
18 El hombre que es infiel al matrimonio
dice para sus adentros: «¿Quién va a verme?
Todo está oscuro, las paredes me esconden,
nadie me ve, ¿a qué podré tenerle miedo?
El Altísimo no se fijará en mis pecados.»
19 Lo único que teme es que los hombres lo vean,
y no se da cuenta de que los ojos del Señor
son mil veces más brillantes que el sol,
ven todo lo que los hombres hacen
y penetran hasta lo más escondido.
20 Antes de crear todas las cosas, Dios ya las conocía,
y lo mismo después de haberlas terminado.
21 El adúltero será atrapado cuando menos lo espere,
y recibirá públicamente su castigo.
22 Otro tanto le pasará a la mujer infiel a su marido,
que le da un heredero tenido de un extraño.
23 En primer lugar, desobedece la ley del Altísimo;
en segundo lugar, peca contra su marido,
y en tercer lugar, se mancha con el adulterio
teniendo hijos de un extraño.
24 Esa mujer será llevada ante la asamblea,
y las consecuencias de su falta caerán sobre sus hijos.
25 Sus hijos no podrán prosperar;
no producirán nada de provecho.
26 Sobre su recuerdo pesará una maldición,
y su deshonra no se borrará.
27 Y los demás reconocerán
que nada hay mejor que respetar al Señor,
ni más dulce que cumplir sus mandamientos.

Eclesiástico 24

Alabanza de la sabiduría

24 La sabiduría se alaba a sí misma,
habla con orgullo en medio de su pueblo;
delante de la asamblea del Altísimo
y de sus ángeles, dice con orgullo:
«Yo salí de la boca del Altísimo
y cubrí la tierra como bruma.
En el cielo tenía mi habitación;
mi trono estaba sobre una columna de nubes.
Yo sola recorrí la bóveda celeste
y atravesé lo más hondo del abismo.
Reiné sobre las olas del mar, en la tierra entera
y en todos los pueblos y naciones.
En todos esos lugares busqué un hogar,
un sitio donde poner mi residencia.
Entonces el que me hizo a mí y a las demás cosas
decidió dónde debía yo residir, y me dijo:
“Pon tu residencia en Israel,
vive en el pueblo de Jacob.”
Él me creó al comienzo, antes del mundo,
y nunca dejaré de existir.
10 He servido ante él en el santuario,
y en Sión me establecí.
11 Me hizo residir en la ciudad amada,
y en Jerusalén está mi autoridad.
12 Eché raíces en este pueblo glorioso,
posesión escogida del Señor.
13 Crecí como cedro del Líbano,
como ciprés de la montaña de Hermón,
14 como palmera de En-gadi,
como rosal de Jericó,
como olivo hermoso en la llanura;
crecí como castaño.
15 Esparcí perfume como árbol de canela,
como caña aromática y mirra escogida,
como las resinas más olorosas,
como el incienso que se quema en el santuario.
16 Extendí mis ramas como terebinto:
ramas bellas y frondosas.
17 Eché hermosos retoños como vid,
y mis flores y frutos son bellos y abundantes.
19 Acérquense a mí los que me desean,
y coman todo lo que quieran de mis frutos,
20 pues conocerme es más dulce que la miel,
y poseerme, más dulce que un panal.
21 El que me coma querrá comer más,
y el que me beba querrá beber más.
22 El que me hace caso no fracasará;
el que se conduce con sabiduría no pecará.»

23 Todo esto es el libro de la alianza del Dios altísimo,
la ley que promulgó Moisés para nosotros,
la herencia del pueblo de Jacob.
25 Esta ley está llena de sabiduría como el río Pisón,
o como el Tigris en la primavera;
26 rebosa sensatez como el Éufrates,
o como el Jordán cuando más crece;
27 da instrucción tan abundante como el Nilo,
o como el río Gihón en tiempo de creciente.
28 Nadie, del primero al último,
ha conocido a fondo la sabiduría,
29 pues sus pensamientos abarcan más que el océano
y sus designios son más profundos que el inmenso abismo.

30 Yo, por mi parte, soy como un canal que sale de un río,
como una acequia que lleva agua a un jardín.
31 Dije: «Voy a regar mi jardín,
voy a empapar mis prados.»
Y mi canal se convirtió en un río,
y mi río se convirtió en un mar.
32 Haré que mi instrucción resplandezca como la aurora,
y que su luz llegue hasta muy lejos;
33 daré mi enseñanza como los profetas
y la dejaré a las generaciones venideras.
34 Vean que no he trabajado sólo para mí,
sino para todos los que buscan la sabiduría.

Eclesiástico 25

Personas que merecen alabanza

25 Hay tres cosas que me gustan
y que agradan a Dios y a los hombres:
la concordia entre los hermanos, la amistad entre los vecinos
y la armonía entre los esposos.
Y hay tres clases de personas que detesto,
cuyo modo de vivir me molesta mucho:
el pobre orgulloso, el rico tacaño
y el viejo mujeriego y tonto.

Si no buscas la sabiduría siendo joven,
¿cómo la vas a encontrar cuando ya seas viejo?
¡Qué bien queda a las canas el juzgar,
y a los ancianos el dar buenos consejos!
¡Qué bien queda a los ancianos el ser sabios,
y a los respetables dar consejos acertados!
La experiencia es la corona de los viejos,
y su mayor gloria es honrar a Dios.

Hay nueve y hasta diez personas
que declaro dichosas:
¡Dichoso el hombre que se alegra con sus hijos,
y el que vive hasta ver la caída de sus enemigos!
¡Dichoso el hombre casado con mujer sensata,
y el que no ara con yunta formada por buey y burro!
¡Dichoso el que no peca con la lengua,
y el que no sirve a uno menos respetable que él!
¡Dichoso el que encuentra un amigo,
y el que no habla a oídos sordos!
10 ¡Grandemente dichoso es el que encuentra la sabiduría,
pero nunca comparable a quien respeta al Señor!
11 El respeto al Señor está por encima de todo;
nadie puede compararse a quien lo tiene.

La mala y la buena mujer

13 ¡No hay peor herida que la del corazón,
ni peor maldad que la de la mujer!
14 ¡No hay peor sufrimiento que el causado por el odio,
ni peor venganza que la venganza de rivales!
15 ¡No hay veneno como el de la serpiente,
ni enojo como el de la mujer!
16 Prefiero vivir con un león o un dragón,
que vivir con una mujer malvada.
17 La maldad de la mujer hace que el marido
ponga peor cara que un oso.
18 Cuando él se encuentra entre sus amigos,
suspira sin querer.
19 Cualquier maldad es poca, comparada con la de la mujer;
ése será el castigo para el pecador.
20 Como cuesta arenosa para los pies de un viejo
es la mujer charlatana para un hombre tranquilo.
21 No te dejes seducir por la belleza de una mujer
ni codicies lo que posee,
22 porque es muy feo y vergonzoso
que la mujer mantenga a su marido.
23 Manos débiles, rodillas temblorosas:
así es el hombre a quien su mujer no hace feliz.
24 Por una mujer comenzó el pecado,
y por ella todos morimos.
25 No des salida al agua de un río,
ni libertad a una mujer malvada.
26 Si no se somete a ti,
apártala de tu compañía.

clesiástico 26

26 ¡Dichoso el esposo de una mujer buena:
vivirá el doble!
Una mujer ejemplar hace prosperar a su marido
y le alegra los años de su vida.
¡Qué buena suerte es encontrar una buena mujer!
Es un regalo que Dios da a quienes lo respetan.
Sea rico o pobre, estará contento
y siempre tendrá la cara alegre.

Hay tres cosas que me asustan
y una cuarta que me da mucho miedo:
chismes en la ciudad, tumulto de la gente y calumnia;
son cosas peores que la muerte.
Pero una mujer celosa de otra es un sufrimiento terrible;
su lengua es como un látigo que a todo mundo hiere.
Una mujer malvada es como un yugo flojo;
tocarla es como agarrar un alacrán.
Una mujer borracha es una molestia terrible,
y quedará públicamente en vergüenza.
La mujer seductora mira con atrevimiento;
en sus ojos se lee lo que es.
10 Vigila estrictamente a una hija descarada;
no sea que, teniendo mucha libertad, se aproveche de ella.
11 Vigila sus miradas desvergonzadas
y no te sorprendas si te falta al respeto.
12 Ella abre la boca como viajero sediento
y bebe de cualquier agua que encuentra;
se ofrece a cualquier hombre
y abre su aljaba a cualquier flecha.

13 El encanto de la mujer alegra a su esposo,
y si es sensata, lo hace prosperar.
14 Una mujer discreta es un regalo del Señor;
una persona educada no tiene precio.
15 Una mujer modesta es el mayor encanto;
nada vale tanto como una persona reservada.
16 Como el sol que brilla en lo alto del cielo,
así es la mujer hermosa en un hogar bien cuidado.
17 Como lámpara que alumbra en el candelabro del templo
es un rostro hermoso en un cuerpo bien formado,
18 y como columnas de oro sobre bases de plata
son unas piernas hermosas sobre pies bien firmes.

Cosas desagradables

28 Hay dos cosas que me dan tristeza
y una tercera que me hace enojar:
un rico que ha quedado en la miseria,
hombres inteligentes tratados con desprecio
y uno que pasa de la virtud al vicio.
A éste, el Señor lo entregará a la muerte.

Honradez y falta de honradez

29 ¡Qué difícil para el comerciante es estar libre de culpa,
y para el negociante no tener pecado!

Eclesiástico 27

27 Por ganar dinero muchos pecan,
y el que quiere ser rico se hace el ciego.
En la grieta de las rocas se clavan las estacas;
así se mete el pecado entre la compra y la venta.
Si uno no está firme en el respeto al Señor,
pronto se arruinará su casa.

Sacudiendo el cedazo, sólo el bagazo queda;
y oyendo a un hombre discurrir, se descubren sus faltas.
Las vasijas de barro se prueban en el horno;
al hombre se le prueba en una discusión.
El fruto muestra si un árbol está bien cultivado;
así, al discurrir se revela el carácter del hombre.
Antes de oírlo discurrir no alabes a nadie;
así se prueba a una persona.

Si buscas la honradez, la alcanzarás,
y te adornará como manto precioso.
Las aves se juntan con las de su especie;
y la sinceridad acompaña a los que la practican.
10 El león aguarda para atacar a su presa
y el pecado a los que cometen injusticias.
11 Los piadosos hablan siempre con sabiduría,
pero el necio cambia como la luna.
12 Si estás con insensatos, mide bien tu tiempo,
si estás con sabios, puedes demorarte.
13 La charla de los tontos causa indignación,
y su risa es gozarse en el pecado.
14 Oírlos jurar a cada paso
te pone los pelos de punta;
si pelean, tienes que taparte los oídos.
15 Cuando los altaneros pelean, hay muerte segura;
¡qué horrible es oírlos insultarse!

Un secreto se guarda

16 El que no guarda un secreto ya no es de fiar
y no encontrará un amigo íntimo.
17 Ama a tu amigo y no lo traiciones;
si no guardas sus secretos, no lo busques más.
18 Destruir una amistad
es lo mismo que un asesinato.
19 Es como dejar escapar de la mano un pájaro;
dejaste escapar al amigo y ya no lo encontrarás.
20 No lo busques, que ya está muy lejos;
escapó como gacela de una trampa.
21 Una herida se puede vendar,
un insulto se puede perdonar,
pero el que no guarda los secretos,
ya no tiene esperanza.

La insinceridad

22 Quien guiña el ojo, algo malo trama;
quien ya lo conoce, no se le acerca.
23 Delante de ti se deshace en halagos
y aplaude todo lo que dices,
pero a tus espaldas cambia de tono
y con tus propias palabras te hace caer.
24 Detesto muchas cosas, pero ninguna más que a él,
y también el Señor lo detesta.
25 Al que tira al cielo una piedra, le cae en la cabeza,
y el que hiere a traición, también se hiere a sí mismo.
26 El que hace un hoyo caerá en él
y el que prepara una trampa quedará preso en ella.
27 Al que hace el mal, éste le caerá encima,
y no sabrá de dónde le viene.
28 El orgulloso se burla e insulta,
pero el castigo, como un león, lo aguarda.
29 El que se alegra de la ruina del bueno caerá en la trampa,
y recibirá su tormento antes de morir.

Perdona, y serás perdonado

30 Ira y enojo son cosas detestables,
pero del pecador nunca se apartan.

Eclesiástico 28

28 Del vengativo se vengará el Señor;
Dios llevará cuenta estricta de sus pecados.
Perdona las ofensas a tu prójimo,
y Dios perdonará tus pecados cuando se lo pidas.
Si uno guarda rencor a su prójimo,
¿cómo querrá que Dios le dé a él la salud?
No tiene compasión de un hombre igual a él,
¿y pide a Dios el perdón de sus pecados?
Es un simple mortal y guarda rencor,
¿quién le obtendrá el perdón de sus pecados?
Piensa en tu fin y ya no odies más;
piensa en la muerte y cumple los mandamientos.
Recuerda los mandamientos y no odies al prójimo;
piensa en la alianza del Altísimo y perdona las faltas.

No eches más leña al fuego

Aléjate de las peleas y evitarás pecados,
porque el colérico enciende peleas.
El pecador siembra discordia entre amigos,
y donde hay paz esparce calumnias.
10 Cuanta más leña hay, tanto más arde el fuego;
cuanta más terquedad, más se enciende la pelea.
Cuanto mayor es la fuerza, mayor es el enojo;
cuanto más grande la riqueza, más grande la furia.
11 Pajas y resinas alimentan el fuego;
pelea acalorada termina en muerte violenta.
12 Si soplas a una chispa, se enciende,
si la escupes, se apaga;
y tanto el soplo como la saliva salen de tu boca.

Las malas lenguas

13 ¡Malditos el murmurador y el mentiroso,
porque han sido la ruina de muchos que vivían en paz!
14 Las calumnias han perjudicado a muchos
y los han hecho ir de país en país;
han destruido ciudades fortificadas
y arruinado las casas de hombres poderosos.
15 Las calumnias han sido culpables
de que mujeres ejemplares hayan sido repudiadas,
haciéndolas perder el fruto de su trabajo.
16 El que hace caso a las calumnias no hallará descanso
ni podrá vivir en paz.
17 Las heridas causadas por azotes se quedan en la piel;
las heridas causadas por la lengua rompen los huesos.
18 Muchos han muerto a filo de espada,
pero más aún por culpa de las malas lenguas.
19 ¡Dichoso el que está a salvo de la lengua,
el que no ha sido víctima de su furia,
ni ha caído bajo su yugo,
ni ha quedado preso en sus cadenas!
20 Su yugo es yugo de hierro,
sus cadenas, cadenas de bronce.
21 La muerte que causa es una muerte cruel:
es preferible la tumba.
22 La lengua no tiene poder sobre los buenos;
sus llamas no podrán quemarlos.
23 Pero en ellas caerán los que abandonan al Señor,
se encenderán contra ellos y no se apagarán;
se lanzarán como un león contra ellos,
los destrozarán como una pantera.
24 Si pones un cercado de espinas a tu viña
y guardas bien tu oro y tu plata,
25 pon también puerta y cerrojo a tu boca
y pesa las palabras que digas.
26 Ten cuidado de no pecar con la lengua,
para no caer en poder de tu enemigo.

Eclesiástico 29

Los préstamos son fuente de enemistades

29 El hombre compasivo presta a su prójimo;
dar ayuda es cumplir los mandamientos.
Presta a tu prójimo cuando esté en necesidad,
y, por tu parte, devuelve a tiempo lo que te hayan prestado.
Cumple tu palabra y sé fiel a los demás,
y siempre que lo necesites encontrarás ayuda.
Muchos se creen dueños del dinero que les han prestado
y causan molestias a quienes les ayudaron.
Antes de recibir el dinero, le besan al prójimo la mano
y le hablan con humildad de sus riquezas;
pero cuando deben devolver dan largas al asunto,
dicen que lo sienten mucho y le echan la culpa al tiempo.
Si el que prestó insiste, logrará que le paguen la mitad,
y hará de cuenta que tiene mucha suerte.
Si no, que dé su dinero por perdido,
y se habrá ganado un enemigo gratuito.
Le pagará con injurias e insultos,
y con ofensas en vez de respeto.
Muchos se niegan a prestar, no por maldad,
sino porque no quieren perder sin más ni más sus bienes.

La limosna y las fianzas

Pero tú, sé paciente con el pobre
y no le hagas esperar tu limosna.
En atención a los mandamientos, socorre al pobre;
si está en necesidad, no lo despidas con las manos vacías.
10 Pierde dinero dándoselo a un hermano o un amigo,
y no lo dejes perder enmoheciéndose debajo de una piedra.
11 Hazte un tesoro de limosna y caridad,
y te será más útil que el oro.
12 Guarda limosnas en tu despensa,
y ellas te librarán de cualquier calamidad.
13 Te ayudarán a luchar contra tus enemigos
con más fuerza que un escudo y una lanza.

14 El bondadoso da fianza por su prójimo,
pero el que no tiene vergüenza lo abandona.
15 Si alguien sale fiador por ti, quédale agradecido,
pues se arriesgó a sí mismo por ti.
16 El pecador arruina los bienes del fiador;
el desagradecido abandona al que lo salvó.
17 Muchos ricos se han arruinado por las fianzas,
y se han visto arrollados como por las olas del mar.
18 Personas poderosas perdieron sus hogares
y tuvieron que irse a países extranjeros.
19 El pecador se pone a dar fianzas,
y por buscar ganancias se enreda en pleitos.
20 Ayuda a tu prójimo en la medida en que puedas,
pero ten cuidado de no caer en una trampa.

Pobre, pero contento

21 Lo esencial en la vida es el pan, el agua y la ropa,
y un hogar que proteja de miradas indiscretas.
22 Más vale vivir pobre en choza propia
que banquetear en casa ajena.
23 Conténtate con lo que tengas, poco o mucho,
para que no te reprochen el vivir a costa de otros.
24 Triste vida es andar de casa en casa;
donde eres forastero, no puedes chistar palabra.
25 Atiendes y das de beber a otros huéspedes, y no te lo agradecen,
y oyes que, encima, te dicen de mala manera:
26 «Ven, forastero, prepara la mesa,
dame de comer lo que tengas.»
27 O bien, «vete, forastero, hay alguien más importante que tú;
vino mi hermano y necesito el cuarto de huéspedes.»
28 ¡Qué duro es para una persona sensata escuchar
que lo injurian por vivir en casa ajena
y le hacen reproches por deber dinero!

Eclesiástico 30

La educación de los hijos

30 El que ama a su hijo no deja de castigarlo,
y al final encontrará en él su alegría.
El que educa a su hijo quedará satisfecho,
y ante sus conocidos estará orgulloso de él.
El que instruye a su hijo causa envidia a su enemigo,
pero ante sus amigos se mostrará contento de él.
Si el padre muere, es como si no hubiera muerto,
porque deja a uno semejante a él.
Cuando vivía, se sentía feliz al verlo,
y al morir no siente tristeza.
Deja alguien que lo vengará de sus enemigos
y que con sus amigos será agradecido.
El que mima a su hijo, después tendrá que vendarle las heridas,
y al oírlo gritar se le partirá el corazón.
Caballo sin amansar se vuelve terco,
e hijo dejado a sus anchas se desboca.
Sé blando con tu hijo, y te hará temblar;
bromea con él, y te hará llorar.
10 No te diviertas con él, si no quieres sufrir con él
y terminar lamentándolo terriblemente.
11 No le des autoridad en su juventud
ni le perdones sus malas acciones.
12 Mientras es joven, haz que se someta,
y dale azotes mientras es muchacho,
para que no se obstine y se rebele contra ti
y te cause grandes disgustos.
13 Corrige a tu hijo y somételo con energía,
para que en su necedad no se rebele contra ti.

Salud y felicidad

14 Más vale pobre con buena salud
que rico con el cuerpo enfermo.
15 Prefiero la buena salud al oro,
y el buen ánimo a las perlas.
16 No hay riqueza mayor que la buena salud,
ni bien más grande que la felicidad.
17 Preferible la muerte a una vida infeliz,
y el descanso eterno a estar siempre sufriendo.
18 Dar ricas comidas al que no puede comer
es como llevar ofrendas a un ídolo pagano.
19 ¿De qué les sirve eso a los ídolos,
que no comen ni huelen?
Así le pasa a quien tiene riquezas
pero no las puede gozar.
20 Las mira y suspira,
como un eunuco abrazando a una joven.

21 No te entregues a la tristeza,
ni te atormentes con tus pensamientos.
22 La alegría del corazón es la vida del hombre,
la dicha le alarga los años.
23 Cálmate, tranquiliza tu corazón
y aleja de ti el enojo,
pues los pleitos han causado la muerte a muchos
y el enojo no trae ningún provecho.
24 La envidia y los pleitos acortan la vida,
y las preocupaciones hacen viejo antes de tiempo.
25 Un corazón contento es como un banquete
que trae buen provecho al que lo come.

Eclesiástico 31

Pobreza y riqueza

31 Los desvelos del rico acaban con su salud;
preocuparse por la comida quita el sueño;
es peor que una grave enfermedad; no deja dormir.
El rico se afana por amontonar riquezas,
y cuando descansa puede gozar de ellas.
El pobre se afana por las necesidades de su casa,
y cuando descansa todo le hace falta.

El que va tras el oro no queda sin culpa,
y el que ama el dinero se extraviará por él.
Muchos han quedado atados por el oro
y han puesto su confianza en las alhajas.
Estas cosas son una trampa para el necio,
y todo insensato cae en ella.
¡Dichoso el que se mantiene íntegro
y no corre detrás de las riquezas!
¿Quién es? Vamos a felicitarlo,
pues ha hecho algo admirable entre su gente.
10 Tuvo riquezas y se mantuvo íntegro,
lo cual será un honor para él.
Pudo extraviarse, pero no lo hizo;
pudo hacer el mal, pero no quiso.
11 Por eso su dicha está asegurada
y la comunidad lo alabará.

Reglas de etiqueta

12 Hijo mío, si te invitan a una mesa importante,
no te dejes llevar del apetito,
ni digas: «¡Qué cantidad de cosas!»
13 Recuerda que la codicia es algo muy malo.
Dios detesta el ojo codicioso;
no creó nada peor que el ojo.
A la vista de cualquier cosa, se excita,
y después ruedan lágrimas por las mejillas.
14 A donde el otro mire no extiendas tú la mano,
para que no choquen las manos en el plato.
15 Sé considerado con tu vecino como contigo mismo;
piensa en todo lo que a ti no te gusta.
16 Pórtate en la mesa como un invitado,
y no metas la mano para no hacerte antipático.
17 Por buena educación, termina tú primero;
y no sorbas, para que no te desprecien.
18 Y aunque estés a la mesa entre muchos,
no extiendas la mano antes que tu vecino.
19 ¡Qué poco basta a una persona educada!
Así no se ahoga después en su cama.
20 El que come demasiado tendrá dolores,
insomnio, malestar, sofocación y semblante alterado.
En cambio, el que come con moderación tiene un sueño saludable
y por la mañana se levanta con la cabeza despejada.
21 Si tuviste que comer más de la cuenta,
levántate y vomita, y sentirás alivio.
22 Escúchame, hijo, y hazme caso;
después entenderás lo que te digo.
En todo lo que hagas sé moderado
y no te pasará nada malo.
23 Al generoso en convidar todos lo alaban;
su buena fama durará mucho tiempo.
24 Del tacaño en convidar se habla mal públicamente;
su mala fama durará mucho tiempo.

25 No te hagas el valiente cuando tomes vino,
pues la bebida ha hecho caer a muchos.
26 En el horno se prueba una vasija de metal,
y con el vino se ponen a prueba los orgullosos.
27 El vino es vida para el hombre,
si lo bebe con moderación.
¿Qué vida es esa donde falta el vino?
Desde el principio fue creado para dar alegría.
28 Alegría para el corazón,
gozo y contento:
eso es el vino bebido a su tiempo
y con cuidado.
29 Dolor de cabeza, amargura y deshonra:
eso es el vino bebido con ardor apasionado.
30 El mucho licor es trampa para el necio:
quita las fuerzas y es causa de heridas.
31 Cuando alguien esté bebiendo vino, no lo reprendas;
no le hagas reproches mientras está alegre;
no le digas palabras injuriosas
ni le busques pleito delante de la gente.

Eclesiástico 32

32 Si te ponen a presidir un banquete, no te muestres orgulloso;
pórtate con los demás como uno de tantos.
Ocúpate de ellos antes de ponerte tú a la mesa;
atiende a lo que necesiten, y luego siéntate.
Así te alegrarás mostrándote cortés con ellos,
y te premiarán por tu buena educación.
Si eres el de más edad, te corresponde hablar;
pero habla con sensatez y sin interrumpir el canto.
Donde se bebe vino no hagas largos discursos,
y no quieras ser sabio a destiempo.
Los cantos son en un banquete
como joya de rubí en adorno de oro.
El sonido de la música mientras se bebe vino con gusto
es como una esmeralda engastada en oro.
Si eres joven, habla sólo cuando sea necesario
y si te insisten dos y tres veces.
Resume tus ideas y di mucho en pocas palabras;
pórtate como el que sabe pero prefiere callar.
Entre los ancianos no seas arrogante,
ni seas impertinente con las autoridades.
10 Después del rayo viene el granizo,
y al que es modesto los demás lo aprecian.
11 Al despedirte no te demores,
aunque se te ocurra cualquier otra cosa;
12 retírate a tu casa y allí haz lo que quieras,
con respeto de Dios y sin cometer ninguna falta.
13 Y por todo ello bendice a tu Creador,
que te colmó de bienes.

Rectitud y prudencia

14 El que busca a Dios recibirá instrucción,
y el que madruga para consultarlo tendrá respuesta.
15 El que busca la ley, la encontrará;
pero el que la descuida será atrapado por ella.
16 El que respeta al Señor aprenderá a actuar rectamente
e iluminará a otros con sus enseñanzas.
17 El malvado no acepta reprensiones,
y acomoda la ley según le conviene.
18 El sabio no oculta su sabiduría,
pero el insolente no domina su lengua.
19 Antes de hacer una cosa, piénsala bien,
y no te arrepentirás después de hacerla.
20 Donde haya trampas no camines,
ni tropieces dos veces con el mismo obstáculo.
21 En un viaje no te creas seguro de un asalto,
22 y cuídate de lo que pueda venir en el futuro.
23 En todo lo que hagas vigílate a ti mismo,
porque haciendo todo esto cumples los mandamientos.
24 El que cumple la ley se protege a sí mismo,
y el que confía en el Señor no se verá defraudado.

Eclesiástico 33

33 Al que respeta al Señor no le pasará nada malo;
aunque Dios lo pone a prueba, lo salvará.
El que odia la ley no llegará a ser sabio,
será como nave sacudida por la tempestad.
El sabio entiende la palabra del Señor
y mira la ley como enseñanza divina.
Ordena tus asuntos antes de realizarlos;
arregla la casa antes de habitarla.
La mente del tonto es como la rueda de un carro:
sus pensamientos dan vueltas y vueltas.
Amigo repelente es como caballo en celo:
no importa quién lo monte, siempre relincha.

La providencia de Dios

¿Por qué se distinguen unos días de otros,
si todo el año brilla el mismo sol?
La sabiduría del Señor hizo una distinción,
y señaló diversas épocas y fechas.
Bendijo algunos días y los hizo sagrados,
y a otros los dejó como días ordinarios.
10 También todos los hombres son de barro;
Adán fue hecho del polvo de la tierra.
11 Pero el Señor, en su sabiduría, los distinguió
y determinó que fueran diversos sus caminos.
12 A unos los bendijo y les dio alta posición,
o los consagró para que se acerquen a él;
y a otros los maldijo y humilló
y derribó de sus puestos.
13 Como el barro en manos del que lo trabaja,
que puede hacer con él lo que quiera,
así es el hombre en manos de su Creador,
que le señala un puesto en su presencia.
14 Frente al mal está el bien,
frente a la vida, la muerte;
frente al bueno, el malvado,
frente a la luz, la oscuridad.
15 Fíjate en todas las cosas hechas por Dios:
están por pares, la una frente a la otra.

16 Aunque he sido el último en dedicarme a estos estudios,
como quien recoge espigas detrás de los segadores,
17 con la bendición de Dios pude progresar
y recogí también mi cosecha.
18 Vean que no he trabajado sólo para mí,
sino para todos los que buscan la sabiduría.
19 Escuchen, pues, los que gobiernan la nación;
jefes del pueblo, pongan atención.

Cómo tratar a familiares y esclavos

20 Ni a hijo ni a esposa ni a amigo ni a vecino
des poder sobre tu vida.
21 Mientras vivas y respires
no dejes que nadie te domine.
No des a otro lo que tienes,
pues te arrepentirás y tendrás que pedirle favores.
22 Es preferible que tus hijos te supliquen,
a que tú dependas de ellos.
23 En todo lo que hagas conserva el dominio,
y no dejes que tu buen nombre se manche.
24 Cuando lleguen al final tus pocos días
y tengas que morir, reparte tu herencia.

25 Al burro, pasto, palos y carga;
y al esclavo, pan, corrección y trabajo.
26 Da trabajo a tu esclavo, para que no busque el descanso;
si levanta la cabeza, se rebelará contra ti.
27 Con yugo y riendas se doblega una bestia,
y con duros castigos al mal esclavo.
28 Pon a tu esclavo a trabajar, para que no esté ocioso,
pues la ociosidad trae muchos males.
29 Hazlo trabajar como le corresponde;
y si no obedece, ponle cadenas en los pies.
30 Pero no te excedas con nadie
ni hagas nada sin tener derecho.

31 Si tienes un solo esclavo, trátalo como a ti mismo,
pues lo compraste con sangre.
32 Si tienes un solo esclavo, trátalo como a un hermano,
pues lo necesitarás como a ti mismo.
33 Si lo maltratas, se escapará,
¿y por dónde irás a buscarlo?

Eclesiástico 34

Los sueños

34 Los tontos viven de falsas esperanzas;
los sueños dan alas a los insensatos.
Creer en los sueños
es querer agarrar una sombra o perseguir el viento.
Lo que uno ve en sueños es sólo una imagen,
como un rostro reflejado en un espejo.
Nada limpio puede venir de la suciedad;
ninguna verdad puede tampoco venir de la mentira.
Adivinaciones, pronósticos y sueños son cosas sin valor,
fantasías como las de mujer de parto.
Si no vienen de parte del Altísimo,
no les prestes la menor atención.
Porque muchos se dejaron engañar por los sueños,
y por creer en ellos se arruinaron.
Hay que cumplir la ley sin hacer trampas;
el hombre de fiar enseña la perfecta sabiduría.

Los viajes

El que mucho viaja, mucho sabe,
y el que tiene mucha experiencia discurre sabiamente.
10 El que no ha pasado pruebas, sabe poco;
pero el que ha viajado, se hace muy listo.
11 En mis viajes he visto muchas cosas,
y sé más de lo que cuento.
12 Muchas veces estuve en peligro de muerte,
pero gracias a mi experiencia salí con vida.

Confianza en el Señor

13 Los que respetan al Señor vivirán,
pues ponen su esperanza en quien puede salvarlos.
14 El que respeta al Señor no le tiene miedo a nada,
ni se acobarda, pues confía en el Señor.
15 ¡Dichoso el que respeta al Señor!
Él sabe en quién confía y quién lo sostiene.
16 El Señor vela por aquellos que lo aman,
como fuerte escudo y poderoso apoyo,
refugio contra el viento ardiente,
sombra para el calor del mediodía,
protección contra los tropiezos
y ayuda contra las caídas.
17 Él da consuelo al alma, luz a los ojos,
y salud, vida y bendición.

El verdadero culto a Dios

18 La ofrenda a Dios hecha de cosas mal habidas, es impura;
a él no le agrada lo que ofrecen los malvados.
19 El Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos;
aunque le ofrezcan muchos sacrificios, no les perdona los pecados.
20 Robar algo a los pobres y ofrecérselo a Dios
es como matar un hijo ante los ojos de su padre.
21 La vida del pobre depende del poco pan que tiene;
quien se lo quita, es un asesino.
22 Quitarle el sustento al prójimo es como matarlo;
no dar al obrero su salario es quitarle la vida.

23 Si uno construye y otro derriba,
¿qué se gana sino más trabajos?
24 Si uno ora y otro maldice,
¿a cuál de los dos escuchará el Señor?
25 Si uno toca a un muerto, se lava, y vuelve luego a tocarlo,
¿de qué le sirve el haberse lavado?
26 Así pasa con uno que ayuna por sus pecados,
pero después vuelve a cometerlos.
¿Quién escuchará su oración?
¿De qué le servirá haber hecho penitencia?

Eclesiástico 35

35 Cumplir la ley vale tanto como hacer muchas ofrendas;
obedecer los mandamientos es como ofrecer sacrificios de reconciliación.
Ser agradecido es como ofrecer la mejor harina a Dios,
y dar limosna es como hacer sacrificios de alabanza.
Lo que agrada al Señor es que te apartes del mal;
si te apartas de la injusticia, obtendrás el perdón de tus pecados.
No te presentes al Señor con las manos vacías,
pues todo esto debe hacerse porque es un mandamiento.
Cuando un hombre honrado ofrece grasa sobre el altar,
el buen olor llega hasta el Altísimo.
Cuando un hombre honrado ofrece un sacrificio,
Dios lo acepta y no lo olvidará.
Honra al Señor con generosidad;
no seas tacaño cuando ofrezcas los primeros frutos.
Siempre que ofrezcas algo, pon buena cara
y da los diezmos con alegría.
Da al Altísimo como él te ha dado a ti,
con generosidad, de acuerdo con tus capacidades,
10 porque Dios sabe premiar
y te pagará siete veces más.
11 No pretendas sobornarlo con regalos, porque no los acepta,
ni confíes en ofrendas de cosas mal habidas,
12 porque él es un Dios justo
y trata a todos por igual.
13 No favorece a nadie con perjuicio del pobre,
y escucha las súplicas del afligido.
14 Él oye las quejas del huérfano
y los muchos gemidos de la viuda.
15 ¡Cómo ruedan las lágrimas por las mejillas de la viuda
y gime por sus hijos sin hogar!
16 Sus amargas quejas alcanzan el favor de Dios,
y sus súplicas llegan hasta el cielo.
17 El clamor del pobre traspasa las nubes
y no descansa hasta llegar a Dios;
18 no desiste hasta que Dios lo atiende
y, como juez justo, le hace justicia.

19 Y Dios no se demora;
como guerrero valiente, no se detiene
20 hasta hacer pedazos al hombre cruel
y dar su castigo a los paganos;
21 hasta dejar sin fuerzas a los arrogantes
y hacer pedazos el poder de los malvados;
22 hasta pagar a cada cual como merecen sus acciones
y dar a los hombres de acuerdo con lo que han tramado;
23 hasta defender la causa de su pueblo
y alegrarlo con su salvación.
24 La misericordia de Dios en tiempo de aflicción
llega como nubes de lluvia en tiempo de sequía.

Eclesiástico 36

Oración por Israel

36 Sálvanos, Dios del universo,
y haz que todas las naciones te teman;
amenaza al pueblo extranjero
para que experimente tu fuerza.
Tú nos castigaste para mostrarles a ellos tu santidad;
castígalos también a ellos y muéstranos así tu gloria,
para que reconozcan, como reconocemos nosotros,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva tus prodigios, repite tus maravillas,
muestra tu gloria y el poder de tu brazo.
Haz que se encienda tu ira, y descarga tu enojo,
y humilla y dispersa a nuestros enemigos.
Haz que llegue pronto el momento señalado,
pues nadie puede pedirte cuentas de lo que haces.
Destroza al jefe de los enemigos,
que dice: «No hay nadie igual a mí.»
10 Reúne a todas las tribus de Jacob,
para que se establezcan en su tierra como antiguamente.
11 Ten piedad del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien escogiste como a un primer hijo.
12 Ten piedad de tu santa ciudad,
de Jerusalén, el lugar donde tú vives.
13 Llena a Sión de tu majestad,
llena tu templo con tu gloria.
14 Son las primeras cosas que creaste; muéstrate a favor de ellas
y haz que se cumplan las profecías dichas en tu nombre.
15 Da el premio a los que esperan en ti,
demuestra que tus profetas dijeron la verdad.
16 Escucha las oraciones de tus siervos,
según el amor que tienes a tu pueblo,
17 y que se sepa en todos los rincones de la tierra
que tú eres Dios del universo.

Hay que escoger lo mejor

18 La garganta puede pasar cualquier alimento,
pero hay unos alimentos más sabrosos que otros.
19 El paladar distingue los sabores,
y la inteligencia distingue las mentiras.
20 Una mente malvada causa sufrimientos,
pero el hombre fuerte se los devuelve.
21 La mujer acepta a cualquiera como esposo,
pero hay mujeres más bonitas que otras.
22 Ver una mujer bella es un placer,
no hay nada más agradable;
23 y si además es afable en su conversación,
su marido no tiene igual entre los hombres.
24 El que obtiene esposa comienza a hacer fortuna,
y tiene ayuda, protección y apoyo.
25 Un viñedo sin cerca es saqueado,
y un hombre sin esposa anda de un lugar a otro.
26 ¿Quién confía en una banda de gente armada
que va de ciudad en ciudad?
27 Así es el hombre que no tiene nido,
que descansa donde la noche lo sorprende.

Eclesiástico 37

Amigos y consejeros

37 Todos los amigos dicen: «Soy tu amigo»,
pero hay amigos que lo son sólo de nombre.
¡Qué golpe tan mortal
cuando un amigo íntimo se vuelve enemigo!
Mala inclinación, ¿para qué fuiste creada?
¡Para llenar el mundo de traiciones!
El mal amigo se fija en la mesa,
pero cuando estás en aprietos, se mantiene lejos.
El buen amigo lucha contra tu enemigo
y te defiende de los que te atacan.
No te olvides de tu compañero en la lucha,
ni lo abandones al recoger el botín.

Todo consejero indica el camino,
pero algunos aconsejan en propio provecho.
Ten cuidado con el consejero;
primero averigua qué necesita.
Porque él piensa en sus propios intereses
y en cómo sacar provecho del asunto.
Entonces te dice: «Vas por buen camino»,
y después se aparta a mirar cómo te arruinas.
10 No pidas consejo a tus enemigos,
ni cuentes tus planes secretos a quienes te envidian.
11 No pidas a una mujer consejo sobre su rival;
ni al que busca botín, sobre la guerra;
ni a un comerciante, sobre negocios;
ni a un comprador, sobre la venta;
ni a un malvado, sobre la generosidad;
ni a un cruel, sobre la bondad;
ni al ocioso, sobre el trabajo;
ni al guardián de un campo, sobre la cosecha.
12 Pide consejo a uno que respete siempre a Dios,
que tú sepas que cumple los mandamientos
y tiene sentimientos iguales a los tuyos,
de manera que, si tropiezas, sufrirá contigo.
13 Atiende también a lo que te aconseja tu propio juicio,
pues nadie es para ti más digno de confianza que él.
14 El propio juicio le advierte al hombre más cosas
que siete centinelas en una atalaya.
15 Y, además de todo esto, pídele a Dios
que te mantenga en el camino de la verdad.

La verdadera sabiduría

16 Antes de hacer cualquier cosa, hay que discutirla;
antes de toda acción, hay que reflexionar.
17 La raíz de las decisiones es la voluntad.
De ella se derivan cuatro ramas:
18 bien y mal, vida y muerte,
y todo está bajo el dominio de la lengua.
19 Hay algunos que son sabios para los demás,
y para sí mismos son insensatos;
20 y hay sabios despreciados por su modo de hablar,
a quienes nadie invita a un buen banquete.
22 Hay algunos que son sabios para sí mismos;
su ciencia sólo a ellos aprovecha;
23 y hay otros que son sabios para el pueblo,
y su ciencia la aprovechan los demás.
24 El que es sabio para sí mismo, vivirá contento;
todo el que lo ve, lo felicita.
25-26 El que es sabio para el pueblo, tendrá honores;
su fama durará para siempre.
El hombre tiene una vida muy corta,
pero Israel tiene vida sin término.

Moderación

27 Hijo mío, muestra en el comer que eres dueño de ti mismo,
y evita las cosas que te hagan daño,
28 pues no todo es bueno para todos,
ni a todos les sientan bien todos los alimentos.
29 No te abalances sobre todo lo que más te guste,
ni te dediques a comer todo lo sabroso.
30 Porque en las muchas comidas exquisitas anida la enfermedad,
y el mucho comer produce náuseas.
31 Por falta de moderación, muchos mueren;
pero el que se domina tiene larga vida.

Eclesiástico 38

Enfermedad y muerte

38 Respeta al médico por sus servicios,
pues también a él lo instituyó Dios.
El médico recibe de Dios su ciencia,
y del rey recibe su sustento.
Gracias a sus conocimientos, el médico goza de prestigio
y puede presentarse ante los nobles.
Dios hace que la tierra produzca sustancias medicinales,
y el hombre inteligente no debe despreciarlas.
Dios endulzó el agua con un tronco
para mostrar a todos su poder.
Él dio la inteligencia a los hombres,
para que lo alaben por sus obras poderosas.
Con esas sustancias, el médico calma los dolores
y el boticario prepara sus remedios.
Así no desaparecen los seres creados por Dios,
ni falta a los hombres la salud.
Hijo mío, cuando estés enfermo no seas impaciente;
pídele a Dios, y él te dará la salud.
10 Huye del mal y de la injusticia,
y purifica tu corazón de todo pecado.
11 Ofrece a Dios sacrificios agradables
y ofrendas generosas de acuerdo con tus recursos.
12 Pero llama también al médico;
no lo rechaces, pues también a él lo necesitas.
13 Hay momentos en que el éxito depende de él,
14 y él también se encomienda a Dios,
para poder acertar en el diagnóstico
y aplicar los remedios eficaces.
15 Así que un hombre peca contra su Creador,
cuando se niega a que el médico lo trate.

16 Hijo mío, llora por el que muere,
muestra tu dolor y cumple los ritos fúnebres.
Sepúltalo de acuerdo con las costumbres,
no te ausentes de sus funerales.
17 Hijo, con amargo llanto y señales de duelo,
hazle un funeral como le corresponde.
Deja correr las lágrimas uno o dos días,
y después consuélate de la pena.
18 Porque la pena lleva a la muerte,
y la tristeza desgasta las fuerzas.
20 No pienses más en él,
aparta su recuerdo y piensa en el futuro.
21 No sigas pensando en él, que ya no tiene nada que esperar;
a él no le aprovecha, y a ti te hace daño.
22 Piensa que tendrás igual destino que él:
ayer él y hoy tú.
23 Como descansa el muerto, que así descanse su recuerdo;
y tú consuélate, toda vez que él ya ha muerto.

El trabajo manual y la sabiduría

24 La sabiduría del literato crece con sus tiempos libres;
el que tiene pocas ocupaciones puede hacerse sabio.
25 No puede hacerse sabio quien pasa su tiempo arando,
quien pone su orgullo en manejar bien la aguijada,
quien no hace más que dirigir los bueyes,
y solamente se ocupa del ganado,
26 y se desvela por arreglar el establo,
y toda su preocupación es trazar los surcos.

27 Otro tanto hay que decir de todo obrero y artesano
que trabaja de noche lo mismo que de día,
que talla relieves para sellos
y constantemente cambia los diseños.
Se esfuerza por representar al vivo las imágenes
y se desvela para terminar su trabajo.

28 Así también el herrero sentado junto al yunque,
concentrado en trabajar el hierro.
El humo y el fuego le resecan la piel
mientras lucha con el calor de la fragua.
El ruido del martillo resuena siempre en sus oídos;
tiene los ojos fijos en el modelo que copia.
Se esfuerza por terminar su trabajo,
y se desvela por darle los toques finales.

29 Lo mismo es el que trabaja el barro,
que hace girar el torno con los pies,
siempre concentrado en su trabajo
y esforzándose por hacer la cantidad fijada.
30 Moldea el barro con las manos,
y con los pies lo ablanda.
Se esfuerza por terminar el barnizado,
y se desvela para dejar limpio el horno.

31 Todos ellos son obreros que trabajan con sus manos,
y cada uno en su oficio es un experto.
32 Sin ellos no sería posible la vida en sociedad,
nadie viviría ni nadie viajaría.
33 Sin embargo nadie los invitará a gobernar el pueblo,
ni descollarán en la asamblea.
No forman parte de ningún tribunal,
ni entienden de asuntos de justicia.
34 No demuestran instrucción ni capacidad para juzgar,
ni entienden de proverbios.
Pero ellos contribuyen a la estabilidad del mundo,
ocupándose en su trabajo de artesanos.

Eclesiástico 39

39 ¡Qué distinto es el que se dedica por completo
a estudiar la ley del Altísimo,
a investigar la sabiduría de todos los antiguos
y a ocuparse en las profecías!
Estudia lo que han dicho los hombres famosos
e investiga los dichos más complicados;
busca el sentido oculto de los proverbios
y la solución a las preguntas más difíciles.
Presta servicios a los hombres importantes
y se le ve en compañía de los gobernantes.
Viaja por países extranjeros
y experimenta lo bueno y lo malo de los hombres.
Se empeña desde temprano por la mañana
en buscar al Altísimo, al Señor que lo creó;
hace oración delante de él
y le pide perdón por sus pecados.
Si el Señor poderoso lo quiere,
se llenará de inteligencia,
las palabras sabias caerán como lluvia de su boca
y alabará al Señor en la oración.
Dará consejos acertados y prudentes,
y se ocupará en investigar los misterios de Dios.
Iluminará a otros con su doctrina y enseñanza,
y se sentirá orgulloso de la ley de la alianza del Señor.
Muchos alabarán su inteligencia
y no la olvidarán jamás.
Su recuerdo no se borrará,
y su nombre vivirá por todas las edades.
10 Las naciones hablarán de su sabiduría,
y la comunidad cantará sus alabanzas.
11 Mientras viva, será más famoso que otros mil,
y cuando muera, eso le bastará.

Alabanza a Dios Creador

12 Todavía tengo en mente más cosas que decir;
estoy lleno, como la luna llena.
13 Escúchenme, hijos piadosos, y florecerán
como rosales sembrados junto al agua,
14 esparcirán perfume como el incienso
y darán flores como el lirio.
Alcen la voz para cantar a coro,
bendigan al Señor por todo lo que ha hecho.
15 Proclamen la grandeza de su nombre,
denle gracias y alábenlo
con toda clase de cantos y música de arpas,
aclámenlo con estas palabras:
16 «Todo lo que Dios ha hecho es bueno;
él, a su tiempo, provee a todas las necesidades.»
17 Con una orden reunió las aguas,
y a su palabra se formaron sus depósitos.
18 Lo que él quiere, se realiza de inmediato;
si quiere salvar, nadie se lo impide.
19 Él ve todo lo que los hombres hacen;
nada se esconde a su mirada.
20 Desde toda la eternidad él está atento,
y su acción salvadora no tiene límites.
Nada es para él demasiado pequeño o menudo,
ni demasiado extraordinario o difícil.
21 No hay que preguntar para qué sirve esto o aquello,
porque todo tiene un propósito.

22 Sus bendiciones se desbordan como el Nilo
y riegan la tierra como el Éufrates.
23 Así también, cuando se enoja, destierra a las naciones
y convierte en salobre el terreno bien regado.
24 A los buenos les da un camino fácil,
pero a los malos, uno lleno de tropiezos.

25 Desde el principio destinó bienes para los buenos,
y para los malos, bienes y males.
26 Las cosas más necesarias para la vida humana son:
el agua, el fuego, el hierro, la sal,
la harina, la leche, la miel,
el vino, el aceite y la ropa.
27 Todas estas cosas son buenas para los buenos,
pero para los malos se vuelven malas.

28 Hay vientos que Dios creó para castigo,
que en su furia arrancan de raíz los cerros.
En el momento del castigo se desatan con violencia,
y así se aplaca la ira del que los creó.
29 El fuego, el granizo, el hambre y la peste
también fueron hechos como castigos.
30 Las fieras, los alacranes, las víboras
y la guerra vengadora destruyen a los malvados.
Todo esto fue creado para cuando sea necesario;
Dios lo tiene reservado para la hora del castigo.
31 Cuando él los llama, responden alegres
y cumplen sin protestar la misión que les confía.
32 Yo he estudiado esto con detención desde el principio,
lo he entendido y lo he puesto por escrito.
33 Todo lo que Dios ha hecho es bueno,
y él, a su tiempo, provee a todas las necesidades.
34 No se puede decir: Esto es peor que aquello,
pues todo tiene su valor a su debido tiempo.
35 Canten, pues, de todo corazón,
y bendigan el nombre del Dios santo.

Eclesiástico 40

Penalidades humanas

40 Dios ha destinado grandes penas
y duros trabajos a los hombres,
desde el día en que salen del seno de su madre
hasta el día en que vuelven a la madre de todos los vivientes:
preocupaciones, temor del corazón
y la angustiada espera del día de la muerte.
Desde el que se sienta en elevado trono
hasta el que está echado entre el polvo y la ceniza,
desde el que lleva diadema y corona
hasta el que se envuelve en capa de cuero,
¡cuánta aflicción, envidia, angustia, miedo,
temor a la muerte, furia y peleas!
Aun cuando se acuesta a descansar,
mientras duerme, lo agitan las mismas inquietudes.
Trata en vano de descansar por un momento,
pero se agita entre pesadillas,
lleno de miedo por sus sueños,
como queriendo escapar de uno que lo persigue.
Cuando ya se pone a salvo, se despierta,
y se calma al ver que no era nada.
Esto vale para todos, hombres y animales,
pero siete veces más para los pecadores.
Peste, homicidios, fiebre, guerras,
destrucción, ruina, hambres y muerte,
10 son los males creados para los malvados,
para terminar con ellos.
11 Todo lo que de la tierra viene, a la tierra vuelve;
y al cielo vuelve lo que del cielo vino.

12 Todo soborno e injusticia desaparecerán,
pero la fidelidad durará por siempre.
13 La riqueza mal habida es como torrente que se seca
o como arroyo que se hincha entre relámpagos y truenos;
14 cuando crece, hace rodar las rocas,
pero en un momento se acaba por completo.
15 Los violentos no podrán prosperar;
el impío echa raíces en el filo de una roca.
16 Son como los juncos a la orilla de un torrente,
que se secan antes que cualquiera de las hierbas.
17 Pero la bondad estará firme por siempre,
y la rectitud se mantendrá siempre estable.

Lo mejor de todo

18 El vino y los licores son sabrosos,
pero aún mejor es encontrar un tesoro.
19 Los hijos y la fundación de una ciudad dan fama duradera,
pero aún mejor es hallar la sabiduría.
Ganado y siembras hacen próspero a un hombre,
pero aún mejor es una esposa afectuosa.
20 El vino y los licores alegran el corazón,
pero aún mejor es el amor de los enamorados.
21 La flauta y el arpa acompañan bien el canto,
pero aún mejor es una lengua sincera.
22 La belleza y la gracia son un placer para los ojos,
pero aún mejor es un campo bien verde.
23 Amigo y compañero son guías oportunos,
pero aún mejor es una esposa inteligente.
24 Hermano y protector salvan en tiempo de calamidad,
pero aún mejor salva la honradez.
25 Oro y plata dan firmeza al hombre,
pero aún mayor firmeza la da un buen consejo.
26 Riqueza y poder alegran el corazón,
pero aún mejor es respetar a Dios.
Al que respeta a Dios no le falta nada,
no necesita buscar más ayuda.
27 El respeto a Dios es como jardín florido,
todo cubierto de esplendor.

No vivas a costa de otros

28 Hijo mío, no vivas de limosna;
más vale morir que mendigar.
29 El que vive pendiente de la mesa ajena
lleva una vida que no merece tal nombre.
Comer a costa de otros es deshonroso;
al sensato le repugna hacerlo.
30 Al goloso le encanta andar pidiendo,
pero por dentro siente un fuego que le quema.

Eclesiástico 41

La muerte

41 ¡Muerte, qué amargo es tu recuerdo
para el que vive tranquilo en su casa,
para el que está sin problemas, y le va bien en todo,
y aún tiene fuerzas para gozar de la vida!
¡Muerte, qué buena sentencia eres
para el que sufre ya sin fuerzas,
para el que tropieza y cae a cada paso,
y está triste y ha perdido la esperanza!
No temas a la muerte, que es tu sentencia;
recuerda que lo mismo fue antes y será después.
Éste es el destino que Dios señala a todos los vivientes;
¿para qué resistir a una ley del Altísimo?
No tiene caso discutir en la tumba
por qué unos viven diez años, y otros cien, y otros mil.

Castigo de los malos

Gente despreciable son los hijos de los malos;
gente insensata es la familia del malvado.
Por un hijo malvado se pierde el gobierno de un rey,
y sus descendientes se cubrirán de deshonra.
A un padre malvado lo maldicen sus hijos,
pues por su culpa sufren la deshonra.
¡Ay de ustedes, los hombres perversos,
que abandonan la ley del Altísimo!
Si tienen hijos, se malograrán,
sólo les causarán tristeza;
cuando ustedes caigan, se alegrará todo el mundo,
y cuando mueran, todos los maldecirán.
10 Todo lo que de la nada viene, a la nada vuelve;
así, el impío, del vacío vuelve al vacío.
11 El hombre es sólo un soplo en un cuerpo,
pero el nombre del bondadoso no se extinguirá.
12 Ten cuidado de tu nombre, pues él te sobrevivirá
más que mil tesoros preciosos.
13 La dicha dura pocos días,
pero el buen nombre dura para siempre.
14 Sabiduría oculta y tesoro escondido,
¿a quién le sirven de nada?
15 Es mejor esconder la insensatez
que esconder la sabiduría.

De qué hay que avergonzarse

16 Escuchen, hijos míos, mis instrucciones sobre la vergüenza;
yo les enseñaré qué es lo que deshonra.
No toda vergüenza vale la pena,
ni todo sonrojo es aceptable.
17 Siente vergüenza, ante tus padres, de cometer actos inmorales;
ante el gobernante, de decir mentiras;
18 ante los amos, de hacer trampas;
ante la asamblea, de cometer crímenes;
19 ante un amigo o compañero, de traicionarlos;
ante los vecinos, de ser insolente.
20 Avergüénzate de no cumplir las alianzas hechas bajo juramento,
de meter los codos cuando comes,
21 de no dar nada al que te pide,
de no responder al que te saluda,
22 de desear la mujer ajena,
de despreciar a un amigo,
23 de impedir que alguien reciba lo que es suyo,
de tener relaciones con una mujer casada
24 o con la esclava de ella;
no te acerques a su cama.
25 Avergüénzate, ante un amigo, de insultarlo,
y de humillar a alguien después de hacerle un regalo;
26 de repetir chismes y rumores
y de revelar secretos.
27 Ésta es legítima vergüenza;
así todos te apreciarán.

Eclesiástico 42

42 En cambio, no debes avergonzarte de estas cosas,
ni dejar de hacerlas por respeto humano:
de la ley y los mandatos del Altísimo,
y de hacer justicia y condenar al culpable;
de hacer cuentas con el socio o el patrón,
y de repartir una herencia o propiedad;
de usar balanzas exactas,
y de no engañar en las pesas y medidas;
de llevar cuentas de lo grande y lo pequeño,
y de discutir el precio con el comerciante;
de corregir a los hijos con frecuencia,
y de castigar a un mal esclavo;
de guardar bajo sello a una mujer mala,
y de echar llave donde hay muchas manos;
de contar el dinero que te hayan confiado,
y de apuntar todo lo que entregues o recibas;
de corregir a los insensatos y los tontos,
y al viejo que se junta con prostitutas.
Así serás verdaderamente ilustre,
y todos te tendrán por prudente.

Cuidado de las hijas

La hija es para el padre un tesoro inseguro;
su cuidado por ella le hace perder el sueño.
Si es joven, teme que se quede sin casar;
si es casada, teme que el marido la repudie.
10 Si es soltera, y aún vive con su padre,
teme que la violen y quede embarazada;
si es casada, y ya vive con su esposo,
teme que sea infiel, o que resulte estéril.
11 Hijo mío, vigila mucho a tu hija soltera,
para que no te traiga mala fama,
habladurías de la ciudad y deshonra entre la gente,
y te haga avergonzar ante la asamblea.
En su aposento no debe haber ventana,
ni su entrada se debe ver de todas partes.
12 Que no muestre su belleza a cualquier hombre,
ni trate íntimamente con otras mujeres.
13 Porque de la ropa sale la polilla,
y de la mujer sale la maldad de la mujer.
14 Más vale esposo duro que mujer complaciente,
y una hija temerosa que cualquier deshonra.

Las obras de Dios

15 Voy a recordar lo que ha hecho Dios
y a contar lo que yo mismo he visto.
A una orden de Dios, todo fue hecho,
y hace todo lo que él quiere.
16 El sol, al salir, brilla en todas partes;
así la gloria del Señor se revela en todo lo creado.
17 Ni aun los ángeles de Dios son capaces
de contar las maravillas del Señor.
Dios da fuerza a sus ejércitos del cielo
para que se mantengan firmes ante su majestad.
18 Él sondea el océano y el corazón del hombre,
y conoce todos los secretos de ambos.
El Altísimo sabe todas las cosas,
y desde la eternidad ya ve el porvenir.
19 Él revela el pasado y anuncia el futuro
y descubre los secretos más ocultos.
20 No hay conocimiento que él no tenga;
ninguna cosa se le esconde.
21 La eficacia de su sabiduría está bien establecida;
él es el mismo desde la eternidad.
No hay nada que añadirle ni quitarle;
no necesita de nadie que le dé instrucciones.
22 ¡Qué hermoso es todo lo que él ha hecho,
hasta la última chispa de lo que podemos ver!
23 Todo vive y permanece para siempre,
y es guardado para cualquier necesidad.
24 Todas las cosas son distintas,
y no hizo nada inútil.
25 ¡Una tras otra muestran su belleza,
y uno no se cansa de contemplar su hermosura!

Eclesiástico 43

43 ¡Qué bella y pura es la bóveda del cielo!
¡Qué espectáculo tan grandioso el firmamento!
Brilla el sol, y el calor se va extendiendo;
¡qué maravillosa obra del Señor!
A mediodía hace arder el mundo;
¿quién puede resistir su calor?
Como el horno ardiente derrite los metales,
así el sol con sus rayos abrasa las montañas.
Una llamarada luminosa consume la tierra,
y su luz ciega los ojos.
¡Qué grande es el Señor, que lo creó!
Por orden suya, el sol avanza en su carrera.

También hace salir la luna en los diversos tiempos,
y ella, como señal eterna, dirige los periodos.
Por ella sabemos las fiestas y otras fechas señaladas;
al recorrer su órbita, su brillo es menor.
Sin embargo, se renueva cada mes;
¡qué admirable manera de cambiar!
Señal para los ejércitos del cielo,
que ilumina con su brillo la bóveda celeste.
Las estrellas son belleza y adorno del cielo;
su luz ilumina las alturas infinitas.
10 Por orden de Dios se mantienen en su puesto
y no se cansan de hacer guardia.
11 Mira el arco iris y bendice a su Creador;
¡qué maravillosa belleza!
12 Con su esplendor abarca el horizonte,
cuando Dios lo extiende con su mano.
13 Dios con su poder traza el camino a los relámpagos
y manda los rayos como castigo.
14 Con el mismo fin abre los depósitos del cielo
y hace que las nubes vuelen como buitres.
15 Con su poder condensa las nubes
y desmenuza las piedras de granizo.
16 El estrépito de su trueno hace que tiemble la tierra,
y con su poder, que se estremezcan los montes.
17 Con una orden suya incita al viento sur,
al tempestuoso viento norte, al huracán y a la tormenta.
18 Esparce la nieve como pájaros en vuelo;
cae la nieve como bandada de langostas.
El resplandor de su blancura ciega los ojos,
y al verla caer se conmueve el corazón.
19 Esparce la escarcha como si fuera sal,
y la hace florecer como zafiros.
20 Hace que sople el helado viento norte,
y congela el agua de los manantiales.
Una costra se extiende por todos los estanques;
los cubre una coraza.
21 Quema y reseca, como el fuego,
el verdor de las montañas y la hierba de los prados.
22 Pero todo lo sana el rocío que cae de las nubes
y que se extiende para fecundar la tierra seca.
23 Dios, con su sabiduría, aplaca el océano
y planta las islas en el mar.
24 Los navegantes describen su extensión,
y al oírlos quedamos asombrados.
25 Allí están sus obras más maravillosas,
toda clase de animales y de monstruos.
26 Con la ayuda de Dios tienen éxito sus mensajeros,
y cuando les da una orden, cumplen su voluntad.
27 No es necesario añadir más a lo ya dicho:
en resumen, Dios lo es todo.
28 Alabemos más y más su insondable grandeza;
él es más grande que todo lo creado.
29 El Señor es sumamente temible,
y su poder, maravilloso.
30 Levanten la voz para alabarlo
todo lo que puedan, y no será bastante;
glorifíquenlo con fuerzas siempre nuevas,
y no se cansen, pues nunca llegarán al término.
31 ¿Quién lo ha visto, que pueda describirlo?
¿Quién podrá alabar su grandeza tal cual es?
32 Más grandes todavía son las cosas escondidas;
sólo he visto unas pocas de sus obras.
33 El Señor lo ha hecho todo,
y a sus fieles les da sabiduría.

Eclesiástico 44

44 Voy a hacer el elogio de los hombres buenos,
nuestros antepasados de épocas diversas.
El Altísimo les concedió muchos honores
y los engrandeció desde hace mucho tiempo.
Reyes que dominaron la tierra,
hombres famosos por sus grandes acciones,
consejeros llenos de sabiduría,
profetas que podían verlo todo,
jefes de naciones llenos de prudencia,
gobernantes de visión profunda,
sabios pensadores que escribieron libros,
poetas que dedicaban sus noches al estudio,
compositores de canciones, según las normas del arte,
autores que pusieron por escrito sus proverbios,
hombres ricos y de mucha fuerza,
que vivieron tranquilamente en sus hogares.
Todos ellos recibieron honores de sus contemporáneos
y fueron la gloria de su tiempo.
Algunos dejaron un nombre famoso
que será conservado por sus herederos.
Y hay otros a los que ya nadie recuerda,
que terminaron cuando terminó su vida,
que existieron como si no hubieran existido,
y después pasó lo mismo con sus hijos.
10 Aquéllos, al contrario, fueron hombres de bien,
y su esperanza no terminará.
11 Sus bienes se conservan en su descendencia,
y su herencia se transmitió a sus nietos.
12 Por su fidelidad a la alianza, se mantiene aún su descendencia,
y gracias a ellos viven las generaciones siguientes.
13 Su recuerdo permanecerá siempre,
y sus buenas acciones no se olvidarán.
14 Sus cuerpos fueron enterrados en paz,
y su fama durará por todas las edades.
15 La asamblea celebrará su sabiduría,
y el pueblo proclamará su alabanza.

Henoc y Noé

16 Henoc vivió de acuerdo con la voluntad del Señor
y dejó un ejemplo para todas las edades.
17 Noé fue recto e intachable;
cuando vino la destrucción, él renovó a la humanidad.
Gracias a él quedaron sobrevivientes,
y haciendo Dios con él una alianza, terminó el diluvio;
18 con señal eterna se comprometió con él
a no destruir otra vez a los vivientes.

Abraham, Isaac y Jacob

19 Abraham fue padre de pueblos numerosos;
no manchó nunca su honor.
20 Cumplió las órdenes del Altísimo
e hizo una alianza.
En su propio cuerpo marcó la señal de la alianza,
y cuando Dios lo puso a prueba, se mostró fiel.
21 Por eso Dios le prometió con juramento
que en su descendencia bendeciría a las naciones,
que lo haría tan numeroso como el polvo de la tierra,
y que sus descendientes serían como las estrellas,
que la herencia de ellos sería de mar a mar,
desde el río Éufrates hasta el extremo de la tierra.
22 También a Isaac le hizo igual promesa
en atención a Abraham su padre.
23 Le confirmó la alianza hecha antes,
y así quedó la bendición sobre Israel.
El Señor confirmó a éste los derechos de primer hijo,
le asignó su herencia
y los estableció en doce tribus,
cada una con su territorio.

Eclesiástico 45

Moisés

45 Descendiente de Israel fue un hombre
que tuvo el aprecio de todos
y que fue amado de Dios y de los hombres:
Moisés, de feliz recuerdo.
El Señor le concedió honores divinos
y lo hizo poderoso entre los grandes.
A petición suya, Dios apresuraba los prodigios,
y lo sostuvo frente al rey.
Dios le dio el mando de su pueblo
y le dejó ver su majestad.
Por ser fiel y humilde,
Dios lo escogió entre los demás hombres.
Le hizo oír su voz
y entrar en la espesa nube.
Le entregó los mandamientos,
la ley de la vida y de la sabiduría,
para que enseñara a Israel, el pueblo de Jacob,
sus órdenes, normas y decretos.

Aarón

Dios consagró a Aarón, de la tribu de Leví,
estableciendo en él una institución eterna.
Le concedió el gran honor
de servir a la majestad del Señor.
Le ciñó los cuernos de búfalo
y lo vistió con un manto espléndido.
Para honrarlo confiriéndole dignidad y poder,
lo revistió de ornamentos preciosos:
los calzoncillos, la túnica y el manto,
un cinturón de campanillas
rodeado de granadas,
que sonaban suavemente al caminar
y se hacían oír en el santuario,
para que la gente lo supiera.
10 Sus ornamentos sagrados eran de oro, de tela morada y de púrpura,
bordados artísticamente;
el pectoral para el juicio, el efod y el cinturón,
con hilo rojo, hechos por un tejedor;
11 las piedras preciosas sobre el pectoral,
grabadas en forma de sellos y engastadas;
cada piedra tenía grabado un nombre,
en recuerdo de las tribus de Israel.
12 La diadema de oro encima del turbante,
y la placa con la inscripción «Consagrado».
¡Esplendor glorioso y gran dignidad!
¡Deleite a la vista y suprema belleza!
13 No existió antes nada igual;
ningún extraño se vistió jamás así,
sino solamente sus hijos
y sus sucesivos descendientes.
14 Su ofrenda de cereales se quema por completo
dos veces por día, perpetuamente.
15 Moisés lo consagró
derramando el aceite sagrado sobre él.
Así quedó una institución eterna
para él y para sus descendientes, mientras dure el cielo:
servir como sacerdotes al Señor
y bendecir en su nombre al pueblo.
16 Dios lo escogió entre todos los hombres
para que ofreciera holocaustos y grasa,
quemara ofrendas de olor agradable
y pidiera perdón por el pueblo de Israel.
17 Dios le confió sus mandamientos
y le dio autoridad para dar leyes y dictar sentencia,
para enseñar la ley al pueblo
e instruirlo en sus decretos.
18 Los de otras familias se enojaron con Aarón
y le tuvieron envidia en el desierto.
Los seguidores de Datán y Abiram,
y el grupo de Coré, se enfurecieron.
19 Pero el Señor lo vio y se disgustó,
y con furor los destruyó.
Hizo contra ellos un milagro:
los hizo morir devorados por el fuego.
20 Después aumentó el honor de Aarón
asignándole una herencia propia:
le concedió comer de las ofrendas sagradas
21 y de los sacrificios que se queman para el Señor.
Dios le dio como porción, para él y sus descendientes,
el pan que se pone delante del Señor.
22 Pero Dios no les asignó en el país un territorio propio,
ni les dio una parte hereditaria como a los demás;
su herencia y su porción entre los israelitas
son las ofrendas del Señor.

Finees

23 También Finees, hijo de Eleazar,
fue por su valor el tercero en tal dignidad,
pues se llenó de celo por el Dios del universo
e intercedió a favor del pueblo.
Movido por su noble corazón
alcanzó el perdón para los israelitas.
24 Por eso Dios hizo con él también una alianza amistosa
y le dio el derecho de servir en el templo,
para que él, y también sus descendientes,
fueran sumos sacerdotes para siempre.
25 Dios también hizo una alianza con David,
hijo de Jesé, de la tribu de Judá;
pero la dignidad real se transmite de hijo en hijo,
mientras que la herencia de Aarón
pasa a todos sus descendientes.

26 Bendigan, pues, al Señor, que es tan bueno
y los ha coronado de honor,
que les ha dado una mente sabia
para juzgar al pueblo de Dios con justicia.
Así no terminará la felicidad
ni el poder de ustedes por todas las edades.

Eclesiástico 46

Josué y Caleb

46 Josué, hijo de Nun, fue un valiente guerrero
que ayudó a Moisés en su oficio de profeta.
Estaba puesto para ser en su tiempo, como su nombre lo dice,
una gran salvación para los elegidos de Dios,
para castigar a los enemigos
y dar a Israel la tierra que era su herencia.
¡Qué majestad la suya al levantar el brazo
y agitar su lanza contra una ciudad!
Nadie podía resistirle
cuando peleaba las batallas del Señor.
Por medio de él se detuvo el sol,
y un solo día se convirtió en dos.
Invocó al Dios altísimo
cuando los enemigos lo atacaban por todas partes,
y Dios le respondió enviando
una enorme cantidad de granizos como piedras,
que hizo caer sobre las tropas enemigas,
con lo que destruyó a los adversarios en la cuesta de Bet-horón.
Así supieron esas naciones, condenadas a la destrucción,
que el Señor protegía a su pueblo en las batallas.
Josué siguió fielmente a Dios,
y en tiempo de Moisés se mantuvo leal.
Él y Caleb, hijo de Jefuné,
resistieron a la rebelión del pueblo,
apartaron de la comunidad la ira de Dios
e hicieron callar a los que murmuraban.
Por eso, entre los seiscientos mil israelitas,
sólo ellos dos se libraron,
para entrar a tomar posesión del país
donde la leche y la miel corren como el agua.
El Señor dio a Caleb fuerzas
que le duraron hasta la vejez,
para poder dominar las alturas del país.
Y también sus descendientes recibieron su herencia,
10 para que todos los israelitas supieran
lo bueno que es seguir fielmente al Señor.

Los jueces; Samuel

11 También podría nombrar a los jueces, uno por uno,
que no se dejaron engañar
ni se alejaron de Dios.
¡Bendito sea su recuerdo!
12 ¡Que sus huesos reflorezcan en la tumba
y sus nombres se renueven en sus descendientes!
13 Samuel, juez y sacerdote,
amado del pueblo y estimado por su Creador,
escogido por Dios desde antes de nacer,
consagrado al Señor en su oficio de profeta,
por encargo de Dios instituyó la monarquía
y consagró a los que debían gobernar a la nación.
14 Por orden del Señor gobernó al pueblo
y visitó los campamentos de Jacob.
15 Como era un profeta que decía la verdad, lo consultaban,
y sus palabras demostraron que se podía confiar en él.
16 Él también invocó a Dios
cuando sus enemigos lo atacaban por todas partes,
y le ofreció en holocausto un corderito.
17 Y el Señor, desde el cielo, hizo oír un trueno;
su voz se oyó con gran estruendo;
18 sometió a los jefes enemigos
y destruyó a los gobernantes filisteos.
19 Estando ya en su cama, a punto de morir,
declaró ante Dios y ante el rey escogido por Dios:
«Nunca he aceptado soborno de nadie,
ni siquiera un par de sandalias.»
Y ninguno pudo desmentirlo.
Hasta el fin de su vida fue prudente
a los ojos del Señor y de todos los hombres.
20 Aun después de su muerte fue consultado,
y anunció al rey lo que iba a sucederle;
desde la tumba alzó su voz de profeta.

Eclesiástico 47

Natán y David

47 Después de él vino Natán,
que se presentó ante David.
David fue lo mejor de Israel,
como la grasa es lo mejor de los animales
que se ofrecen en sacrificio.
Jugaba con los leones como si fueran cabritos,
y con los osos como si fueran corderos.
Siendo un muchacho, mató al gigante
y borró la deshonra del pueblo.
Hizo girar la honda con su mano,
y destrozó el orgullo de Goliat.
Porque invocó al Dios altísimo,
el cual dio fuerzas a su brazo
para eliminar a aquel experto guerrero
y alcanzar para su pueblo el triunfo.
Por eso las muchachas le cantaban
alabándolo por los diez mil que había matado.
Una vez coronado rey, hizo la guerra
y derrotó a los enemigos de alrededor,
levantó fortalezas entre los filisteos
y destruyó su poder hasta el día de hoy.
En todo lo que hacía
daba gracias y honor al Dios altísimo.
Amó de todo corazón a su Creador,
y diariamente le cantaba salmos.
Introdujo instrumentos de cuerda para cantar ante el altar,
y estableció el canto de salmos con acompañamiento de arpas.
10 Dio esplendor a las fiestas
y ordenó las solemnidades del año,
cuando se alababa el santo nombre de Dios
con cantos en el templo, desde el alba.
11 Así también el Señor le perdonó su culpa
y le concedió poder eterno,
le dio el derecho de ser rey
y estableció en Jerusalén su trono.

Salomón

12 Gracias a David, el sabio hijo que le sucedió
vivió con tranquilidad.
13 Salomón fue rey en tiempos tranquilos,
y Dios le dio paz con sus vecinos;
él fue quien levantó un templo al Señor
y construyó un santuario para siempre.
14 ¡Qué sabio eras, Salomón, en tu juventud:
tus enseñanzas se desbordaban como el Nilo!
15 Llenaste la tierra con tu ciencia
y el cielo con tus cantos de alabanza.
16 Tu fama llegó hasta regiones muy lejanas,
y por ser pacífico te hiciste querer.
17 Con tus cantos, proverbios, enigmas y sentencias
dejaste pasmados a los pueblos.
18 Te llamaron «Amado del Señor»,
el glorioso nombre que se dio a Israel.
Amontonaste oro como hierro
e hiciste la plata tan abundante como el plomo.
19 Pero te entregaste a las mujeres
y les diste dominio sobre tu cuerpo.
20 Echaste una mancha sobre tu honor
deshonrando tu lecho conyugal,
y atrajiste el castigo sobre tus descendientes
y la desgracia sobre tu familia.
21 Así la nación se dividió en dos partes,
y Efraín se convirtió en un reino rebelde.
22 Sin embargo, Dios no retira su amor
ni deja de cumplir lo que promete.
Por eso no aniquiló a los hijos de sus elegidos
ni destruyó la descendencia de los que amaba,
sino que a Jacob le dejó un resto,
y un retoño a la descendencia de David.
23 Salomón murió de mucha edad,
dejando como sucesor un hijo
rico en necedad y pobre de juicio:
Roboam, que con su mal consejo
llevó al pueblo al desenfreno.
24 Y luego vino Jeroboam, hijo de Nabat
(que nadie se acuerde de él),
quien pecó e hizo pecar a Israel,
haciendo caer a la gente de Efraín
hasta que fueron expulsados de su tierra.

Elías

25 El pecado de ellos fue muy grande,
y se entregaron a toda clase de maldad,

Eclesiástico 48

48 hasta que vino un profeta como un fuego,
cuya palabra era como un horno ardiente.
Él les quitó la provisión de pan
y en su celo los redujo a un pequeño número.
Por orden de Dios hizo que no lloviera,
y tres veces hizo que cayera fuego.
¡Qué terrible eras, Elías!
¡No hay nadie tan glorioso como tú!
Tú resucitaste a un muerto;
¡por voluntad del Señor lo sacaste del reino de la muerte!
Tú llevaste a reyes poderosos a la tumba
desde la cama en que estaban enfermos.
Tú oíste en Horeb, el monte Sinaí,
amenazas y anuncios de castigo.
Consagraste reyes que hicieran justicia
y un profeta que había de ser tu sucesor.
Fuiste arrebatado al cielo en un torbellino,
entre tropeles de fuego.
10 Está escrito que Dios te tiene reservado para el tiempo
en que vuelvas para calmar la ira de Dios,
antes de que venga el día del Señor,
para hacer que padres e hijos se reconcilien,
y para restablecer las tribus de Israel.
11 ¡Dichoso el que te vea antes de morir,
y más dichoso tú que vives todavía!

Eliseo

12 Cuando Elías desapareció en un torbellino,
Eliseo quedó lleno de su espíritu;
hizo dos veces más milagros,
y todo lo que decía era asombroso.
Durante su vida no tembló ante nadie,
y nadie tuvo poder sobre él.
13 Para él nada había difícil,
y acostándose sobre un muerto lo resucitó.
14 En su vida hizo milagros,
y después de muerto hizo cosas admirables.
15 Y, a pesar de todo, el pueblo no se volvió a Dios
ni dejaron de pecar.
Por fin fueron expulsados de su propio país
y se dispersaron por toda la tierra.

El rey Ezequías y el profeta Isaías

16 Pero quedó un pequeño número en Judá,
con reyes de la dinastía de David.
Algunos de ellos llevaron una vida recta,
pero otros cometieron enormes delitos.
17 Ezequías fortificó su capital,
e hizo llegar agua hasta el interior de ella
taladrando la roca con herramientas de bronce,
y entre las colinas construyó un dique para el estanque.
18 En su tiempo, Senaquerib lanzó una invasión
y envió a un alto oficial de su ejército,
el cual atacó la ciudad de Sión
y orgullosamente ofendió a Dios.
19 La gente se retorcía de miedo y de dolor,
como una mujer de parto.
20 Invocaron al Dios altísimo
extendiendo las manos hacia él.
Dios escuchó sus oraciones
y los salvó por medio de Isaías.
21 Hirió el campamento asirio,
y allí sembró el pánico con una peste.
22 Ezequías hizo el bien,
siguiendo el ejemplo de David
y las instrucciones del gran profeta Isaías,
digno de crédito en sus visiones.
23 Por eso, en su tiempo el sol retrocedió
y le alargó la vida al rey.
24 Poderosamente inspirado, Isaías vio el futuro
y consoló a los afligidos de Sión.
25 Anunció el futuro hasta la eternidad,
y las cosas ocultas antes de que sucedieran.

Eclesiástico 49

El rey Josías y el profeta Jeremías

49 El nombre de Josías es como incienso aromático
preparado por un experto perfumista;
su recuerdo es dulce como la miel
o como la música en un banquete.
Porque él se entristeció con nuestras traiciones
y destruyó los ídolos detestables.
Se entregó a Dios de todo corazón
y fue bondadoso en un tiempo de violencia.
Con excepción de David, Ezequías y Josías,
todos los otros reyes de Judá
llevaron una vida mala
y abandonaron la ley del Altísimo.
Por eso Dios entregó su poder a otros,
y su gloria pasó a una nación extranjera e insensata,
que incendió la ciudad santa
y asoló sus calles.
Así lo había anunciado Jeremías,
hecho profeta desde antes de nacer,
para arrancar, derribar, destruir y demoler,
y también para construir, plantar y restaurar;
pero la gente lo maltrató.

Ezequiel y los otros profetas

Ezequiel tuvo una visión
y describió los seres del carro de Dios.
También mencionó a Job,
que se mantuvo firme en su rectitud.
10 También están los doce profetas:
¡que sus huesos florezcan en la tumba!
Pues animaron al pueblo de Jacob
y lo salvaron con la seguridad de la esperanza.

Después del destierro

11 ¡Cómo podremos honrar a Zorobabel,
que es como un anillo en la mano derecha,
12 y a Josué, hijo de Josadac!
Ellos reconstruyeron el altar
y levantaron el sagrado templo
que debía tener gloria eterna.
13 Nehemías, de glorioso recuerdo,
reconstruyó nuestra ciudad en ruinas,
reparó la muralla derruida
y puso puertas y cerrojos.

Los patriarcas primitivos

14 Pocos ha habido en el mundo como Henoc:
él también fue arrebatado de esta tierra.
15 No ha nacido un hombre igual a José,
jefe de sus hermanos y gloria de su pueblo;
su cuerpo fue enterrado cuidadosamente.
16 Sem, Set y Enós también recibieron honores,
pero la gloria de Adán es superior
a la de cualquier otro ser viviente.

Eclesiástico 50

El sumo sacerdote Simeón

50 También está el sumo sacerdote Simeón, hijo de Johanán;
en su tiempo fue reconstruido el templo
y consolidado el santuario.
También en su tiempo fue reconstruida la muralla,
con torres de defensa para el palacio real.
También se cavó el estanque,
que era tan grande como un mar.
Él protegió a su pueblo del saqueo,
y fortificó la ciudad contra los enemigos.
¡Qué majestuoso era al asomarse desde el santuario,
al salir de detrás de la cortina!
Era como una estrella que brilla entre las nubes,
o como la luna llena en día de fiesta;
como el sol que ilumina el palacio real,
o como el arco iris que aparece entre las nubes;
como las flores entre el ramaje en primavera,
como azucena junto a un riachuelo,
o como rama de cedro en el verano;
como incienso que se quema en un sacrificio,
como copa de oro martillado,
adornada de piedras preciosas,
10 como olivo frondoso cargado de aceitunas,
o como árbol de frondosas ramas.
11 Así era cuando se ponía ropa de gala
y llevaba ornamentos espléndidos;
cuando subía al magnífico altar
y llenaba de esplendor el atrio del templo;
12 cuando, de pie junto a la leña,
recibía de los otros sacerdotes las porciones,
mientras los jóvenes formaban una corona alrededor
como retoños de cedro en el Líbano.
13 Lo rodeaban, como sauces junto a un río,
todos los descendientes de Aarón en su esplendor,
llevando en las manos las ofrendas para el Señor,
delante de todo el pueblo de Israel.
14 Cuando terminaba el servicio del altar,
preparaba los sacrificios para el Altísimo,
15 tomaba en sus manos la copa
y ofrecía un poco de vino
derramándolo al pie del altar,
como olor agradable para el Altísimo, el Rey del universo.
16 Entonces los sacerdotes, descendientes de Aarón,
tocaban las trompetas de metal,
y un sonido poderoso resonaba
anunciando la presencia del Altísimo.
17 Inmediatamente, todos los presentes
se arrodillaban inclinándose hasta el suelo
para adorar al Altísimo,
al Dios santo de Israel.
18 Entonces se escuchaba el canto,
y sobre el pueblo resonaban dulces melodías.
19 Todo el pueblo cantaba
orando al Señor misericordioso.
Cuando el sumo sacerdote terminaba el servicio en el altar,
habiendo ofrecido al Señor los sacrificios prescritos,
20 bajaba del altar con los brazos levantados
sobre toda la comunidad de Israel,
y pronunciaba la bendición del Señor,
alegre de poder invocar su nombre.
21 La gente se arrodillaba una vez más
para recibir de él la bendición.

22 Ahora, pues, bendigan ustedes al Señor Dios de Israel,
que hace cosas prodigiosas en la tierra,
que hace crecer al hombre desde el seno materno
y lo forma según su voluntad.
23 Que él les conceda a ustedes sabiduría,
y que entre ustedes haya paz.
24 Que el Señor mantenga su lealtad hacia Simeón
y le cumpla las promesas que hizo a Finees;
que no deje de cumplírselas a él
y a sus descendientes, mientras el cielo exista.

Naciones enemigas de Israel

25 Hay dos naciones que aborrezco,
y otra más que ni siquiera merece el nombre de nación:
26 los habitantes de Seír, los filisteos
y la estúpida gente que vive en Siquem.

Conclusión

27 Éstas son las sabias instrucciones y los oportunos proverbios
que con inteligencia decía Jesús,
hijo de Eleazar y nieto de Sirá,
tal como brotaban de sus reflexiones.
28 Dichoso el que los medite;
el que los aprenda se hará sabio,
29 pues honrar al Señor es vida.

Eclesiástico 51

Salmo de alabanza

51 Yo te alabo, oh Dios, mi salvador,
te doy gracias, Dios y Padre mío.
Voy a proclamar tu nombre,refugio de mi vida,
porque me salvaste de la muerte,
porque libraste mi cuerpo de la tumba,
porque no dejaste que cayera en el reino de la muerte.
Me salvaste de las malas lenguas,
de las calumnias de los mentirosos.
Por tu gran amor me ayudaste,
te pusiste a mi lado contra mis enemigos,
contra los que querían quitarme la vida.
Me salvaste de grandes aflicciones,
de angustias que me cercaban como fuego,
de una hoguera que no podía apagarse,
del fondo del abismo,
de labios pérfidos y llenos de mentira,
de las flechas de lenguas traicioneras.
Ya estaba yo cerca de la muerte,
y mi vida casi en lo más hondo del abismo;
miré alrededor, y no había quien me ayudara,
busqué un apoyo, pero no lo había.
Entonces me acordé de la misericordia del Señor
y de su amor, que es eterno.
El Señor salva a quienes a él se acogen,
y los libra de todo mal.
Alcé la voz desde la tierra,
grité desde las puertas del sepulcro,
10 y oré: «Señor, tú eres mi padre,
tú tienes poder para salvarme;
no me abandones en el momento del peligro,
en la hora del terror y la desolación.
Te alabaré continuamente
y te invocaré en mis oraciones.»
11 Entonces el Señor oyó mi voz,
escuchó mi súplica
y me libró de todo mal;
me salvó en el momento del peligro.
12 Por eso le doy gracias,
y alabo y bendigo el nombre del Señor.
12a Den gracias al Señor, porque él es bueno,
    porque su amor es eterno.
12b Den gracias al Dios de la alabanza,
    porque su amor es eterno.
12c Den gracias al protector de Israel,
    porque su amor es eterno.
12d Den gracias al Creador del universo,
    porque su amor es eterno.
12e Den gracias al redentor de Israel,
    porque su amor es eterno.
12f Den gracias al que reúne a los israelitas dispersos,
    porque su amor es eterno.
12g Den gracias al que reconstruye la ciudad y el templo,
    porque su amor es eterno.
12h Den gracias al que hace renacer el poder de la dinastía de David,
    porque su amor es eterno.
12i Den gracias al que escogió como sacerdotes a los descendientes de Sadoc,
    porque su amor es eterno.
12j Den gracias al protector de Abraham,
    porque su amor es eterno.
12k Den gracias al refugio de Isaac,
    porque su amor es eterno.
12l Den gracias al Dios poderoso de Jacob,
    porque su amor es eterno.
12m Den gracias al que eligió a Sión,
    porque su amor es eterno.
12n Den gracias al Rey de todos los reyes,
    porque su amor es eterno.
12ñ ¡Él ha dado poder a su pueblo!
Alabanza de todos sus fieles,
de los israelitas, su pueblo cercano.
¡Alabado sea el Señor!

Búsqueda de la sabiduría

13 Cuando yo era joven, antes de irme a recorrer mundo,
deseaba ardientemente recibir sabiduría.
14 Y ella vino a mí en toda su belleza;
yo la busqué hasta que di por fin con ella.
15 Estaba en su punto, como racimo maduro,
y en ella se alegró mi corazón.
Yo seguí fielmente su camino,
porque desde pequeño la había aprendido.
16 En el poco tiempo que estuve escuchándola,
aprendí muchas cosas.
17 Someterme a ella me fue un honor,
por eso doy gracias a quien me la enseñó.
18 Decidí alcanzar algún bien,
y no cambiarlo por nada cuando lo encontrara.
19 Me enamoré de ella,
y en ella tuve siempre fija la mirada.
Abrí la puerta de su casa
para abrazarla y contemplarla.
20 La deseé con toda mi alma,
y la encontré en toda su pureza.
Desde el primer momento me enamoré de ella,
y por eso no la abandonaré,
jamás me apartaré de ella.
21 Mi corazón ardía como un horno al contemplarla,
por eso la adquirí, ¡qué gran tesoro!
22 El Señor me concedió lo que le pedía,
por eso le daré gracias en voz alta.
23 Gente ignorante: vengan a mí
y vivan en mi escuela.
24 ¿Hasta cuándo quieren privarse de todo esto
y seguir sufriendo esa terrible sed?
25 Esto les digo acerca de la sabiduría:
Adquiéranla gratuitamente,
26 sométanse a ella,
acepten las tareas que les impone.
Ella está cerca de quienes la buscan;
el que se empeñe, la encontrará.
27 Vean con sus propios ojos qué poco he trabajado
y qué gran descanso he logrado encontrar.
28 Escuchen todos lo que aprendí en mi juventud,
y así adquirirán oro y plata.
29 ¡Alégrense en mi escuela!
¡No se avergüencen de mis enseñanzas!
30 Lleven una vida recta
y Dios les dará oportunamente el premio.
¡Bendito sea el Señor eternamente,
y alabado sea su nombre por todas las edades!