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La Séptima Semana del Tiempo Pascual y El Día del Pentecostés

 

Todas las lecturas de la séptima semana del tiempo pascual giran alrededor la Resurrección del Señor Jesucristo y el envió del Espíritu Santo. Las lecturas del Día del Pentecostés resumen las lecturas de la séptima semana.

El Día del Pentecostés:

La Fiesta de los Cincuenta Días es una de las tres más grandes fiestas judías. Esta fiesta es conocida por la Fiesta de las Semanas (Shabiout en Hebreo) y también es conocida por El Día del Pentecostés y coincide con el día 6 del mes de Sifan (mes hebreo). Y es el día cincuenta después de la Fiesta de las primicias que coincide con el día 16 Abril.

La Fiesta de las primicias es el tercer día después del Día de la Pascua (14 Abril), en que el Señor Jesucristo resucitó de los muertos, “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” (1Co. 15. 20). Pues el Señor Jesucristo se convirtió a ser primicias, ya que el cielo recibió su cuerpo divino como primicias de todos los que van a heredar la salvación. “Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1Co. 15. 23).

  

Pues el Día Cincuenta es después de cincuenta días o después de siete semanas desde de la Resurrección del Señor Jesucristo, que fue en el tercer día de la pascua judía cuando fue crucificado el Cristo, “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo (el sábado es la Fiesta de los panes sin levadura y que es el día que sigue a la pascua), desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida (la Fiesta de las primicias); siete semanas cumplidas serán (Por eso, se llama la Fiesta de las semanas). Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.” (Lv. 23. 15-16).

El Día Cincuenta es la Fiesta de la siega, cuando el trigo ya se maduró. La siega con el significado espiritual a que se refirió el Señor Jesucristo es el comienzo del servicio y de la predicación. “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.” (Jn. 4. 35-36).

 

Pero el Señor Jesucristo cuando ascendió al cielo, pidió a los Apóstoles de esperar la promesa del Padre: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.” (Hch. 1. 4). “Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (Lc. 24. 48-49).

En el Día Cincuenta, que es el día de la siega, el Señor Jesucristo les envió la promesa del Padre, según les prometió, con la venida del Espíritu Santo sobre ellos. Así les dio la señal del comienzo de la siega espiritual. Por eso la iglesia se estableció en este día con la fuerza del Espíritu Santo, que es el don del Padre, enviado por el Hijo.

 

El Día Cincuenta en la tradición judía, además de ser la Fiesta de la siega, es también la conmemoración del día en que Dios entregó a Moisés la Ley desde arriba del monte de Sinaí en Tablas de piedra. Y en la memoria del mismo día, el Espíritu Santo vino sobre los Apóstoles, y fueron entregados el nuevo testamento, no en tablas de piedra sino sobre sus corazones “Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.” (Hch. 2. 3).

“Este es el pacto que haré con ellos

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré.” (He. 10. 16).

Esto como realización de la profecía del profeta Jeremías “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Jer. 31. 33). Con este nuevo pacto que fueron entregados con las lenguas de fuego, la iglesia nació.

Las lecturas del Día del Pentecostés:

“Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente.” (Sal. 51. 12). “Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia.” (Sal. 51. 14). El gozo de la salvación es el himno que la Santa Virgen María dijo después de ser llenada del Espíritu Santo: “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” (Lc. 1. 47). He aquí la iglesia, la esposa, pide el gozo de la salvación con la venida del Espíritu Santo.

El evangelio de la oración de la víspera dice:

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice, la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” (Jn. 7. 37-39). Nota la relación entre la Ascensión del Cristo y el acepto de los creyentes al Espíritu Santo.

El salmo de la oración de la mañana dice:

“Envías tu Espíritu, son creados,

Y renuevas la faz de la tierra.

Sea la gloria de Jehová para siempre;

Alégrese Jehová en sus obras.” (Sal. 104. 30-31).

El salmo aclara la relación entre el envío del Espíritu Santo con la nueva criatura y la renovación.


“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Jn. 14. 26). “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” (Jn. 15. 1-2). El evangelio de la oración de la mañana aclara otros aspectos de la obra del Espíritu Santo es que enseña todas las cosas, también recuerda de los dichos del Señor Jesucristo en el tiempo apropiado para el testimonio de él. El Espíritu también es la fuente de la permanencia en la vid que es Cristo, pues traslada el jugo   de la vid a los pámpanos para alimentarlos con la obra de salvación del Cristo, así como es la fuente de la unión y la permanencia en Cristo.

La Epístola de San Pablo: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.”(1Co. 12. 13-14). La Epístola de San Pablo continúa el haba sobre la unión que es el resultado del mismo Espíritu que fuimos bebidos con nuestra permanencia en la vid, pues con la permanencia cada uno en el Cristo nos convertimos a ser pámpanos y miembros de un solo cuerpo que es el Cristo, obteniendo el Espíritu por el bautizo.

La Epístola católica “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.”(1Jn. 2. 20). Pues la Epístola católica continúa el habla de la Epístola de San Pablo sobre la unción santa y la obra del Espíritu Santo. Pues obteniendo la unción, conocemos todo, como cumplimiento del evangelio de la oración de la mañana.

Mientras la Epístola de los Hechos de los Apóstoles dice: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.” (Hch. 2. 2-3). La Epístola de los Hechos de los Apóstoles es la fuente prinicpal de los eventos de la venida del Espiritu Santo sobre los Apóstoles, e incluye un habla muy rico sobre las enseñanzas sobre el Espíritu Santo y su venida sobre los Apóstoles en el día cincuenta. Sino que la misma Epístola de los Hechos de los Apóstoles se considera la Epístola de los Hechos del Espíritu Santo a través de los Apóstoles. Las lenguas de fuego que asentaron sobre cada uno de ellos, llenaron cada uno de ellos de un fuego que inflamó en su espíritu, y llegó a tener una lengua de fuego que pronuncia con el Espíritu.

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” (Jn. 15-26-27). “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”(Jn. 16. 12-13). El Espíritu Consolador (El Espíritu Santo) o El Abogado General o El Procurador General en el mismo tiempo testigua al Cristo y defiende la verdad porque es el Espíritu de la verdad y nosotros por el Espíritu Santo testificamos al Cristo la verdad.

 

“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” (Jn. 16. 8-11). El Espíritu Santo testifica al Cristo. Y porque testifica a la justicia del Cristo a todo el mundo, convencerá al mundo de pecado. Pues testifica al pecado del mundo porque no creyeron en el Cristo para salvarse. La salvación del pecado se hace con la fe del Cristo. El rechazo del Cristo y la incredulidad en él conducen al juicio del mundo, porque el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Y así el Espíritu Santo con el testimonio al Cristo ha sido el Procurador General o el Espíritu Santo.