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La Cuarta Semana del Ayuno (La Cuaresma):
El agua del mundo, el don del Padre y la vocación alta del Cristo
Las bendiciones de la iniciativa con el arrepentimiento, la precipitación para el regreso y el accepto del Cristo (la mujer samaritana)
La primera agua es el agua del mundo
El don del Padre: "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Ro. 8. 15) [de las lecturas del Lunes].
"Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?" (Ef. 4. 7-9).
Una invitación al arrepentimiento: "si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente." (Ef. 4. 21-23).
La samaritana:
El evangelio de la mujer samaritana se presenta en las lecturas de las iglesias ortodoxas, católicas y en algunas iglesias protestantes en los santos días del Pentecostés. Este es el evangelio del anuncio alegroso con la salvación; "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él." (Jn. 4. 29-30).
También es el evangelio del don del Padre, el agua viva que refiere al don del Espíritu Santo. Mientras la iglesia copta ve además de esto que el evangelio es la visita del Cristo a la humanidad pecadora con la respuesta rápida para la invitación a la salvación. Por eso la iglesia le presenta en el Domingo siguiente al Domingo del hijo pródigo, con la presentación de las lecturas acompañantes durante la cuarta semana del ayuno para aclarar los sentidos espirituales intencionados de este periodo. Después le presenta otra vez en los días del Pentecostés como las otras iglesias con las lecturas acompañantes del Libro para explicar los sentidos espirituales que se concordan al periodo del Pentecostés para la preparación a la venida del Espíritu Santo. Aquí vemos la riqueza espiritual de la iglesia en la presentación de sus lecturas.
Las lecturas de la cuarta semana de la Cuaresma:
El Cristo viene para encontrarse con la samaritana en la posición de su debilidad. Pues la samaritana habla del don generoso de Jacob a su hijo José y su señal es el pozo (el agua sedienta del mundo). El Señor Jesucristo le traslada al don del Padre celestial y el agua viva. El padre terrestre (Jacob) sus donaciones son terrestres y temporales y el Padre celestial sus donaciones son eternas. "Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva." (Jn. 4. 10).
"...Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna." (Jn. 4. 13-14).
"Porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad." (Jn. 4. 18). La Humanidad cayó bajo los cinco deseos del alma: el deseo de la comida y el deseo sexual, el deseo de la preservación y la riqueza, el amor al dinero y la dignidad, el deseo del conocimiento, después el deseo de la autoridad y la fama que es la madre de todos los males del mundo. La Humanidad experimentó todos los cinco deseos y les casó pero nunca se hartó. "...Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed". El sexto esposo es el diablo a quien sometió el alma por la fuerza y por incapacidad. Pero apareció el séptimo esposo que es el Cristo quien vino para comprometerla al pozo, olvidándola todas sus agresiones y sus primeros males. "Porque os celo con celo de Dios: pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo." (2Co. 11. 2).
La esposa del Cantar se preguntó: "Hazme, saber, oh tú a quien ama mi alma, ¿Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; Pues ¿Por qué había de estar yo como errante Junto a los rebaños de tus compañeros?" (Cnt. 1. 7). Menos Jesús llegó temprano y se marchó hasta que tuvo hambre. Se calentó el sol de la hora sexta, la hora de la cruz. Todo esto para encontrarse con nosotros los pecadores al pozo. De la alegría del encuentro con el esposo, el Cristo, la samaritana dejó su cántaro y corrió llamando a los samaritanos de aquella ciudad. Olvidó su vituperio, su vergüenza y su pecado. La samaritana iba al pozo en el periodo de la mediodía, para que nadie le vea, e hiere su dignidad con miradas de menosprecio. Pues ¿de dónde tuvo esta valentía no solamente para enfrentar a la gente sino también para predicar a ellos del Cristo?
"Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente." (Ap. 22.17). "Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?" (Jn. 4. 29-30). ¿Con qué predica la mujer? Está llamando de todo lo que hizo, su pecado en público y no se avergüenza. El alma justificada no se avergüenza de su pecado, sino que lo declara para predicar de la justificación del Cristo. Por tanto su predicación es próspera. También su predicación tuvo éxito porque dejó a su cántaro debajo de los pies del Cristo y a su corazón para que el Cristo los llene con el agua viva.
¿Por qué fracasa nuestra doctrina del Cristo? Porque usamos nuestras habilidades y nuestros talentos sino nuestra propria justificación. El alma que enseña con la justificación a sí misma no sabe ya la eficacia de la justificación de Dios que justifica al adúltero.
"Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo." (Jn. 4.42).