Sabiduria
Sabiduría 1
La rectitud, garantía de vida eterna
1 Gobernantes de la tierra, amen la justicia,
tengan buena idea del Señor
y búsquenlo con corazón sincero.
2 Los que no le exigen pruebas pueden encontrarlo;
él se manifiesta a los que no desconfían de él.
3 Los pensamientos torcidos alejan de Dios.
Su poder, cuando es puesto a prueba,
deja sin palabras a los insensatos.
4 La sabiduría no entra en un alma perversa,
ni vive en un cuerpo entregado al pecado.
5 El santo espíritu, que es maestro de los hombres,
nada tiene que ver con el engaño;
se aparta de los pensamientos insensatos
y se retira cuando está presente la injusticia.
6 La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres,
que no perdona al que injuria a Dios con sus palabras;
Dios es testigo de lo más íntimo del hombre,
es vigilante sincero de su corazón
y escucha todo lo que dice.
7 En efecto, el espíritu del Señor llena la tierra,
da consistencia al universo
y conoce lo que dice el hombre.
8 Por eso, quien dice cosas malas no puede esconderse,
ni podrá escapar del juicio y de la acusación de Dios.
9 Los pensamientos del malo serán investigados,
y, como prueba de sus malas acciones,
llegará hasta el Señor el informe de lo que haya dicho.
10 Dios lo escucha todo con oído atento;
ni aun lo dicho en voz baja por el hombre se le escapa.
11 Eviten, por tanto, las murmuraciones inútiles
y no digan nada malo,
porque aun lo dicho en secreto trae sus consecuencias,
y una boca mentirosa lleva al hombre a la muerte.
12 No busquen la muerte con una vida extraviada,
ni, por sus acciones, atraigan sobre ustedes la perdición.
13 Pues Dios no hizo la muerte
ni se alegra destruyendo a los seres vivientes.
14 Todo lo creó para que existiera;
lo que el mundo produce es saludable,
y en ello no hay veneno mortal;
la muerte no reina en la tierra,
15 porque la justicia es inmortal.
Manera de pensar de los malos
16 Los malos llaman a la muerte con gestos y gritos;
pensando que es su amiga, la buscan con afán,
y con ella han hecho una alianza,
pues merecen pertenecerle.
Sabiduría 2
2 Razonando equivocadamente se han dicho:
«Corta y triste es nuestra vida;
la muerte del hombre es inevitable,
y no se sabe de nadie que haya vuelto de la tumba.
2 Nacimos casualmente, y luego pasaremos,
como si no hubiéramos existido,
pues nuestro aliento es como el humo,
y el pensamiento, como una chispa
alimentada por el latido de nuestro corazón.
3 Cuando esta chispa se apague,
el cuerpo se convertirá en ceniza,
y el espíritu se desvanecerá como aire ligero.
4 Con el paso del tiempo,
nuestro nombre caerá en el olvido,
y nadie recordará nuestras acciones.
Nuestra vida pasará como el rastro de una nube
y se desvanecerá como neblina
perseguida por los rayos del sol
y vencida por su calor.
5 Nuestra vida es como el paso de una sombra;
cuando llega nuestro fin, no podemos regresar.
El destino del hombre queda sellado;
nadie puede ya volver atrás.
6 ¡Por eso, disfrutemos de los bienes presentes
y gocemos de este mundo
con todo el ardor de la juventud!
7 ¡Embriaguémonos del vino más costoso y de perfumes!
¡No dejemos pasar las flores de la primavera!
8 Coronémonos de rosas antes de que se marchiten;
9 que en nuestras orgías no falte ninguno de nosotros.
Dejemos por todas partes huellas de nuestra alegría:
¡eso es vivir; para eso estamos aquí!
10 ¡Aplastemos al hombre honrado que no tiene dinero;
no tengamos compasión de la viuda,
ni respetemos las canas del anciano!
11 Que la fuerza sea para nosotros la norma de la justicia,
ya que la debilidad no sirve para nada.
12 Pongamos trampas al bueno, pues nos es molesto;
se opone a nuestras acciones,
nos reprocha que no cumplamos la ley
y nos echa en cara que no vivamos según la educación que recibimos.
13 Dice que conoce a Dios,
y se llama a sí mismo hijo del Señor.
14 Es un reproche a nuestra manera de pensar;
su sola presencia nos molesta.
15 Su vida es distinta a la de los demás,
y su proceder es diferente.
16 Nos rechaza como a moneda falsa,
y se aparta de nuestra compañía
como si fuéramos impuros.
Dice que los buenos, al morir, son dichosos,
y se siente orgulloso de tener a Dios por padre.
17 Veamos si es cierto lo que dice
y comprobemos en qué va a parar su vida.
18 Si el bueno es realmente hijo de Dios,
Dios lo ayudará y lo librará
de las manos de sus enemigos.
19 Sometámoslo a insultos y torturas,
para conocer su paciencia
y comprobar su resistencia.
20 Condenémoslo a una muerte deshonrosa,
pues, según dice, tendrá quien lo defienda.»
Error de los malos
21 Así piensan los malos, pero se equivocan;
su propia maldad los ha vuelto ciegos.
22 No entienden los planes secretos de Dios,
ni esperan que una vida santa tenga recompensa;
no creen que los inocentes recibirán su premio.
23 En verdad, Dios creó al hombre para que no muriera,
y lo hizo a imagen de su propio ser;
24 sin embargo, por la envidia del diablo
entró la muerte en el mundo,
y la sufren los que del diablo son.
Sabiduría 3
La suerte de los buenos comparada con la de los malos
3 Las almas de los buenos
están en las manos de Dios,
y el tormento no las alcanzará.
2 Los insensatos creen que los buenos están muertos;
consideran su muerte como una desgracia,
3 y como una calamidad el haberse alejado de nosotros.
Pero los buenos están en paz:
4 aunque a los ojos de los hombres parecían castigados,
abrigaban la esperanza de no tener que morir.
5 Después de sufrir pequeños castigos,
recibirán grandes beneficios,
porque Dios los puso a prueba
y los halló dignos de él.
6 Los probó como al oro en el crisol,
y los aceptó como un sacrificio ofrecido en el altar.
7 El día en que el Señor venga a juzgarlos,
resplandecerán como antorchas,
como chispas que prenden entre el rastrojo.
8 Juzgarán a las naciones y gobernarán a los pueblos,
y el Señor reinará sobre ellos para siempre.
9 Los que confían en el Señor comprenderán la verdad,
y los fieles permanecerán a su lado con amor,
pues Dios es bueno y favorece a sus elegidos.
10 Los malos tendrán el castigo que merecen sus malos pensamientos,
porque despreciaron a los buenos y se apartaron del Señor.
11 ¡Desdichados los que desprecian la sabiduría y la instrucción;
vana es su esperanza, inútiles sus esfuerzos,
y sin valor sus obras!
12 Sus mujeres son estúpidas, malvados sus hijos
y maldita su descendencia.
Más vale no tener hijos que tenerlos del pecado
13 ¡Dichosa la mujer estéril
que se ha mantenido irreprochable
y no ha tenido relaciones prohibidas:
recibirá el premio merecido
cuando el Señor venga a juzgar a los hombres!
14 ¡Dichoso también el castrado
que nunca cometió ninguna maldad
ni tuvo malos pensamientos contra el Señor:
por su fidelidad recibirá una recompensa especial
y un lugar muy agradable en el templo del Señor!
15 El fruto del trabajo honrado es espléndido,
y la raíz del buen juicio no se seca.
16 Los hijos de los adúlteros no llegan a la madurez;
habiendo nacido de relaciones prohibidas, tendrán mal fin.
17 Aunque lleguen a viejos, no se les tendrá en cuenta;
y al final, en su vejez, nadie los respetará;
18 si mueren jóvenes, no tendrán esperanza,
y el día del juicio no tendrán quien los consuele.
19 A la gente perversa le espera un destino terrible.
Sabiduría 4
4 Es mejor no tener hijos y tener virtud;
pues la virtud que deja un buen recuerdo
es una especie de inmortalidad:
Dios y los hombres la aprecian.
2 Cuando está presente, los hombres la imitan;
cuando está ausente, la echan de menos;
desfila por la eternidad, coronada como vencedora,
por haber alcanzado el triunfo
luchando limpiamente por el premio.
3 La innumerable familia de los malos no prosperará;
los hijos nacidos del adulterio son como una planta que no echa raíces profundas
ni tiene bases firmes.
4 Aunque por un tiempo sus ramas reverdezcan,
como no tiene fundamento sólido
será sacudida por el viento
y arrancada por la violencia de los huracanes.
5 Sus ramas se troncharán antes de tiempo,
su fruto será inútil, no servirá de nada:
no madurará ni podrá comerlo nadie.
6 Los hijos que nacen de relaciones prohibidas
serán prueba de la perversidad de sus padres,
cuando Dios llame a éstos a juicio.
La muerte prematura del bueno
7 El bueno, aunque muera antes de tiempo, tendrá descanso,
8 pues la vejez que merece respeto
no es la que dura mucho tiempo,
ni se mide por el número de años.
9 La prudencia vale tanto como las canas,
y una vida intachable es como una edad avanzada.
10 El bueno agradó a Dios, y Dios lo amó;
vivía entre pecadores, y Dios se lo llevó;
11 lo arrebató para que el mal no pervirtiera su mente,
para que el error no sedujera su alma,
12 pues, como un hechizo, la maldad oscurece el bien
y el vértigo de la pasión pervierte al espíritu inocente.
13 Él consiguió en poco tiempo
la perfección que se logra en muchos años.
14 Como su alma era agradable a Dios,
Dios se apresuró a sacarlo de la maldad.
La gente ve esto, pero no lo entiende;
no comprende15 que aquellos a quienes Dios ha escogido
gozan de su amor y su misericordia,
y que él vela por su pueblo santo.
16 El bueno que muere condena a los malos que todavía viven,
y la juventud que pronto llega a la perfección
condena a la prolongada vejez del malvado.
17 La gente verá la muerte del sabio
y no comprenderá lo que el Señor quería de él,
ni por qué lo puso en un lugar seguro.
18 Lo mirarán y lo despreciarán,
pero el Señor se reirá de ellos.
19 Cuando ellos mueran, nadie les rendirá honores,
y serán despreciados para siempre entre los muertos.
Sin dejarlos hablar, el Señor los lanzará de cabeza,
los arrancará de sus cimientos
y los arruinará completamente.
Estarán llenos de angustia,
y no quedará recuerdo de ellos.
Juicio sobre los buenos y los malos
20 Cuando Dios haga el balance de los pecados de los malos,
éstos se presentarán llenos de miedo,
y sus malas acciones aparecerán allí para acusarlos.
Sabiduría 5
5 En aquel día el bueno estará de pie, sin miedo,
frente a los que lo hicieron sufrir
y despreciaron sus trabajos.
2 Al verlo, se estremecerán de espanto y sorpresa,
ya que no esperaban que se hubiera salvado.
3 Dirán entre sí, arrepentidos,
gimiendo llenos de dolor:
4 «Éste es aquel de quien en otro tiempo nos reímos,
aquel a quien convertimos en blanco de nuestras burlas.
¡Qué tontos fuimos!
Pensamos que su vida era una locura
y su muerte una deshonra.
5 ¡Miren cómo ahora es tenido por hijo de Dios
y comparte la herencia de su pueblo santo!
6 ¡Qué lejos anduvimos del camino de la verdad!
¡La luz de la justicia no brilló para nosotros,
ni nos iluminó la luz del sol!
7 Anduvimos por caminos de maldad y perdición,
caminando por desiertos sin senderos,
y no reconocimos el camino del Señor.
8 ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo?
¿De qué nos valió el presumir de ricos?
9 Todo eso pasó como una sombra,
como palabra que se lleva el viento,
10 como barco que cruza las olas del mar
sin que queden huellas de su travesía
ni rastro de su quilla entre las olas;
11 como pájaro que vuela por el aire
sin dejar señales de su paso:
con sus alas azota el aire ligero,
con fuerte silbido lo rasga,
se abre camino aleteando,
y después no quedan rastros de su vuelo;
12 como flecha disparada al blanco:
el aire se rasga, y vuelve en seguida a juntarse,
sin que se sepa el camino seguido por la flecha.
13 Lo mismo nosotros: a poco de nacer ya dejamos de existir;
no hemos dejado ninguna huella de virtud,
pues nos hemos consumido en nuestra maldad.»
14 En realidad, la esperanza del malvado
es como paja que arrebata el viento,
como espuma ligera que la tempestad arrastra;
se desvanece como humo llevado por el viento
y pasa como el recuerdo de un viajero
que solamente se hospedó una noche.
Los buenos viven eternamente
15 Los buenos viven eternamente;
su recompensa está en las manos del Señor;
el Altísimo cuida de ellos.
16 Por lo tanto, recibirán de manos del Señor
un reino glorioso y una hermosa corona;
él los protegerá con su mano
y los defenderá con su brazo.
17 El Señor se vestirá de su ira, como de una armadura,
y se armará de la creación, para castigar a sus enemigos;
18 se revestirá de justicia, como de una coraza;
se pondrá como casco el juicio sincero,
19 tomará su santidad como escudo impenetrable,
20 afilará como una espada su ira inflexible
y el universo combatirá a su lado contra los insensatos.
21 Desde las nubes saldrán certeros relámpagos y rayos,
como de un arco bien templado,
y volarán hacia el blanco;
22 y con furor saldrá el granizo
disparado como piedras.
Las olas del mar se embravecerán contra ellos,
y los ríos los arrollarán sin compasión;
23 un viento poderoso se levantará
y los barrerá como un huracán.
Así la iniquidad convertirá toda la tierra en un desierto,
y la maldad hará caer los tronos de los poderosos.
Sabiduría 6
Los gobernantes deben buscar la sabiduría
6 Escuchen, reyes, y entiendan;
aprendan, gobernantes de todo el mundo;
2 pongan atención, ustedes que dominan multitudes
y presumen de gobernar a muchos pueblos.
3 El Señor, Dios altísimo,
les ha dado poder y autoridad;
él examinará las obras de ustedes
e investigará sus intenciones,
4 porque, estando al servicio del reino de Dios,
no han juzgado con rectitud, ni han cumplido la ley,
ni se han portado según la voluntad de Dios.
5 El Señor vendrá sobre ustedes
de manera terrible y repentina,
porque él juzga con severidad a los poderosos.
6 De los humildes tiene compasión y los perdona,
pero a los fuertes les pedirá cuentas con rigor.
7 Él es Señor de todos y no tiene preferencias por ninguno,
ni siente miedo ante la grandeza.
Él hizo a los grandes y también a los pequeños,
y se preocupa de todos por igual;
8 pero a los poderosos los examina con mayor rigor.
9 Esto se lo digo a ustedes, gobernantes,
para que adquieran sabiduría y no pierdan el camino.
10 Los que cumplen santamente las santas leyes,
serán contados entre el pueblo santo;
los que se dejaron instruir por ellas,
tendrán cómo defenderse.
11 Tengan, pues, vivos deseos de mis palabras;
búsquenlas con avidez y recibirán instrucción.
12 La sabiduría resplandece con brillo que no se empaña;
los que la aman, la descubren fácilmente,
y los que la buscan, la encuentran;
13 ella misma se da a conocer a los que la desean.
14 Quien madruga a buscarla no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta de su propia casa.
15 Tener la mente puesta en ella es prudencia consumada;
el que trasnocha por hallarla,
pronto se verá libre de preocupaciones.
16 Ella misma va de un lado a otro
buscando a quienes son dignos de ella;
se les manifiesta con bondad en el camino
y les sale al encuentro en todo lo que piensan.
17 El comienzo de la sabiduría
es el deseo sincero de instruirse;
tener deseo de instruirse ya es amar la sabiduría;
18 amarla es cumplir sus leyes;
cumplir sus leyes es asegurarse la inmortalidad,
19 y la inmortalidad acerca a Dios.
20 Por tanto, el deseo de la sabiduría
es lo que hace de uno un verdadero rey.
21 Gobernantes de los pueblos,
si estiman los tronos y los cetros,
aprecien la sabiduría,
para que puedan reinar eternamente.
Descripción de la sabiduría
22 Voy a decirles en qué consiste la sabiduría
y de dónde viene,
sin ocultarles ningún secreto.
Llegaré hasta el comienzo mismo de ella
y la daré a conocer con toda claridad,
sin pasar por alto la verdad.
23 No me dejaré guiar por la podrida envidia,
pues nada tiene que ver con la sabiduría.
24 En que haya muchos sabios está la salvación del mundo,
y un rey prudente trae bienestar a su pueblo.
25 Por tanto, déjense instruir por mis palabras
y sacarán provecho.
Sabiduría 7
7 Yo también soy un hombre mortal,
y desciendo, como todos,
del primer hombre modelado de la tierra.
En el seno de mi madre se formó mi carne;
2 por espacio de diez meses
tomé consistencia en su sangre,
gracias a la semilla de mi padre
y al placer que acompaña al sueño.
3 Al nacer respiré el aire común,
y fui puesto en la tierra que a todos recibe;
como todos, al nacer lo primero que hice fue llorar.
4 Me envolvieron en pañales y me criaron con cariño.
5 Ningún rey empezó de otra manera.
6 Por un mismo camino entramos todos en la vida,
y por un mismo camino salimos de ella.
Aprecio por la sabiduría
7 Por eso supliqué a Dios, y me concedió prudencia;
le pedí espíritu de sabiduría, y me lo dio.
8 La preferí a los cetros y los tronos;
en comparación con ella, tuve en nada la riqueza.
9 Ninguna piedra preciosa me pareció igual a ella,
pues frente a ella todo el oro es como un puñado de arena,
y la plata vale tanto como el barro.
10 La amé más que a la salud y a la belleza;
la preferí a la luz del día,
porque su brillo no se apaga.
11 Con ella me vinieron a la vez todos los bienes,
pues me trajo incalculables riquezas;
12 gocé de todos esos bienes, porque la sabiduría los gobierna,
aunque no sabía que es la madre de todos ellos.
13 La alcancé sin malicia, y la comparto sin envidia;
no escondo para mí su riqueza.
14 La sabiduría es para los hombres un tesoro inagotable:
quien sabe usar de ella, logra la amistad de Dios,
porque ella, con sus enseñanzas, le sirve de recomendación.
El sabio pide la ayuda de Dios
15 Que Dios me conceda hablar con sensatez
y que mis pensamientos sean dignos de sus dones,
pues él es quien guía la sabiduría
y dirige a los sabios.
16 En sus manos estamos nosotros y nuestros pensamientos,
y toda prudencia y habilidad práctica.
17 Él me dio el verdadero conocimiento de las cosas,
para conocer cómo está hecho el mundo
y cómo actúan los elementos;
18 para conocer el comienzo, el fin y el medio de los tiempos,
las diversas posiciones del sol y los cambios de estaciones;
19 los periodos del año y la posición de los astros;
20 la naturaleza de los seres vivos
y el comportamiento de las fieras,
el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres;
cómo se distinguen las plantas y para qué sirven las raíces.
21 Todo lo aprendí, lo mismo lo oculto que lo visible,
porque la sabiduría, que todo lo hizo, me lo enseñó.
Elogio de la sabiduría
22 Hay en la sabiduría un espíritu inteligente, santo,
único, multiforme, sutil, móvil, lúcido, puro,
claro, inofensivo, amante del bien, penetrante,
23 independiente, bienhechor, amigo del hombre,
firme, seguro, tranquilo,
que todo lo puede y a todo está atento,
que penetra en todos los espíritus,
los inteligentes, los puros y los más sutiles.
24 La sabiduría se mueve mejor que el mismo movimiento,
y, a causa de su pureza, todo lo atraviesa y lo penetra,
25 porque es como el aliento del poder de Dios
y una irradiación pura de la gloria del Todopoderoso;
por eso, nada impuro puede entrar en ella.
26 Es reflejo de la luz eterna,
espejo sin mancha de la actividad de Dios
e imagen de su bondad.
27 Es única y, sin embargo, lo puede todo;
sin cambiar ella misma, todo lo renueva,
y al penetrar a lo largo de la historia en las almas santas,
las hace amigas de Dios, para que hablen en nombre de él,
28 pues nada es tan agradable a Dios
como el hombre que vive con la sabiduría.
29 Ella es más brillante que el sol
y supera a todas las estrellas;
comparada con la luz del día, es superior,
30 pues a la luz sigue la noche,
pero a la sabiduría no la puede dominar el mal.
Sabiduría 8
8 Ella se extiende con fuerza de un extremo a otro de la tierra,
y gobierna bien todas las cosas.
En la sabiduría están todos los bienes
2 Yo la amé y la busqué desde mi juventud,
me enamoré de su belleza
y quise que fuera mi esposa.
3 La nobleza de su origen resplandece porque vive junto a Dios
y porque la ama el que es Señor de todos.
4 Ella conoce los secretos de Dios
y elige lo que él hace.
5 Si en esta vida la riqueza es un bien deseable,
¿quién es más rico que la sabiduría, que lo realiza todo?
6 Y si es la prudencia la que todo lo realiza,
¿quién, sino la sabiduría, es la autora de todo cuanto existe?
7 Si alguien ama la justicia,
las virtudes serán el fruto de sus esfuerzos.
Pues la sabiduría enseña la moderación y la prudencia,
la justicia y la fortaleza,
que son más útiles para los hombres
que cualquier otra cosa en esta vida.
8 Si alguien desea alcanzar gran experiencia,
ella conoce el pasado y adivina el futuro,
sabe entender el lenguaje figurado
y dar respuesta a las preguntas difíciles,
prevé los sucesos más maravillosos
y lo que ha de suceder en los diversos tiempos.
9 Por eso decidí tomarla como compañera de mi vida,
sabiendo que sería mi compañera en la prosperidad
y mi alivio en las preocupaciones y tristezas.
10 «Gracias a ella —pensé yo— conseguiré fama entre la gente,
y, aunque soy joven, los ancianos me respetarán;
11 al hacer justicia mostraré mi aguda inteligencia,
y seré admirado por los poderosos.
12 Cuando yo calle, esperarán a que hable;
cuando abra la boca, prestarán atención;
y si me alargo hablando, me escucharán admirados.
13 Gracias a la sabiduría, tendré la inmortalidad
y dejaré un recuerdo eterno a los que vengan después.
14 Gobernaré pueblos y someteré naciones;
15 los terribles tiranos se asustarán cuando oigan hablar de mí;
con mi pueblo me mostraré bueno y, en la guerra, valiente.
16 Cuando regrese a casa, descansaré al lado de ella,
pues su compañía no produce amargura
ni se sufre al vivir con ella;
por el contrario, se experimenta placer y alegría.»
17 Cuando reflexioné sobre todo esto,
comprendí que la inmortalidad consiste
en tener parentesco con la sabiduría
18 y que su amistad produce un gran gozo.
Comprendí también que haciendo lo que ella ordena
se encuentra una riqueza inagotable,
que en el trato familiar con ella se halla la prudencia,
y que conversar con ella trae fama.
Por eso me puse a buscarla
para llevármela conmigo.
19 Yo era un niño, bueno por naturaleza,
que había recibido un alma buena,
20 o más bien, siendo bueno, entré en un cuerpo puro.
21 Pero vi que no podría alcanzar la sabiduría
si Dios no me la daba,
y ya era señal de inteligencia saber quién era
el que concedía tan grande beneficio.
Entonces me dirigí al Señor
y le supliqué de todo corazón:
Sabiduría 9
Oración para alcanzar la sabiduría
9 «Dios de mis antepasados, Señor misericordioso,
que por tu palabra has hecho todas las cosas,
2 que con tu sabiduría has formado al hombre
para que domine sobre toda tu creación,
3 para que gobierne el mundo con santidad y rectitud
y administre justicia con recto corazón:
4 dame la sabiduría, que reina junto a ti,
y no me excluyas del número de tus hijos,
5 porque soy tu siervo, hijo de tu sierva,
hombre débil, de breve existencia,
incapaz de entender la justicia y las leyes.
6 Por perfecto que sea cualquier hombre,
nada vale si le falta la sabiduría que de ti viene.
7 Tú me has escogido por rey de tu pueblo
y por juez de tus hijos y tus hijas;
8 me ordenaste construir un templo en tu santo monte
y un altar en la ciudad en donde vives,
semejante a la tienda sagrada
que desde el comienzo preparaste.
9 Contigo está la sabiduría, que conoce tus obras
y que estaba presente cuando hiciste el mundo;
ella sabe lo que te agrada
y lo que está de acuerdo con tus mandamientos.
10 Envíala desde tu santo cielo,
mándala desde tu trono glorioso,
para que me acompañe en mi trabajo
y me enseñe lo que te agrada.
11 Ella, que todo lo conoce y lo comprende,
me guiará con prudencia en todas mis acciones
y me protegerá con su gloria.
12 Mis obras serán entonces de tu agrado,
gobernaré a tu pueblo con justicia
y seré digno del trono de mi padre.
13 Porque, ¿qué hombre conoce los planes de Dios?
¿Quién puede imaginar lo que el Señor quiere?
14 Débil es la inteligencia de los hombres,
y falsas muchas veces sus reflexiones;
15 el cuerpo mortal es un peso para el alma;
estando hecho de barro, oprime la mente,
en la que bullen tantos pensamientos.
16 Con dificultad imaginamos las cosas de la tierra,
y trabajosamente hallamos lo que está a nuestro alcance.
Pero, ¿quién puede descubrir las cosas celestiales?
17 Nadie puede conocer tus planes
sino aquel a quien das sabiduría
y sobre quien desde el cielo envías tu santo espíritu.
18 Gracias a la sabiduría
han podido los hombres seguir el buen camino
y aprender lo que te agrada:
fueron salvados gracias a ella.»
Sabiduría 10
La sabiduría desde Adán hasta José
10 La sabiduría protegió al hombre que fue creado primero,
al padre del género humano, después de ser formado solo,
y ella lo levantó de su caída
2 y le dio el poder de dominarlo todo.
3 En cambio Caín, llevado por su ira, se apartó de ella,
y llevado por el odio dio muerte a su hermano.
De ese modo, él mismo pereció.
4 Por culpa del hombre, el agua inundó la tierra,
pero la sabiduría la salvó de nuevo,
guiando al justo Noé en un simple trozo de madera.
5 Cuando las naciones se unieron para hacer el mal
y fueron confundidas,
la sabiduría escogió a Abraham, hombre justo,
lo conservó irreprochable ante Dios
y lo mantuvo fuerte a pesar del amor que sentía por su hijo.
6 Cuando Dios exterminó a los perversos,
la sabiduría libró a Lot, otro hombre justo,
del fuego que cayó sobre las cinco ciudades.
7 En prueba de aquella maldad,
todavía queda el desierto humeante,
plantas cuyos frutos nunca maduran
y una estatua de sal que se levanta
como recuerdo de una persona que no creyó.
8 Por haberse apartado de la sabiduría,
esa gente no sólo se hizo incapaz de conocer el bien,
sino que dejó un recuerdo de su poco juicio,
para que no se olvidaran sus errores.
9 La sabiduría, en cambio, sacó de apuros a sus servidores.
10 Llevó por caminos seguros a Jacob, hombre justo,
que huía de la ira de su hermano;
le mostró el reino de Dios
y le dio el conocimiento de las cosas sagradas;
le dio éxito en sus trabajos
y multiplicó el fruto de sus fatigas;
11 lo ayudó ante la codicia de sus opresores
y lo enriqueció;
12 lo defendió de sus enemigos,
lo protegió de los ataques de éstos
y lo hizo triunfar en el duro combate,
para que supiera que nada es tan fuerte como la piedad.
13 La sabiduría no abandonó a José, el justo vendido,
sino que lo libró de caer en pecado;
14 lo acompañó al calabozo
y no lo dejó en la cárcel,
sino que le entregó el cetro de rey
y le dio poder sobre sus opresores;
demostró la mentira de los que lo acusaron
y le dio gloria eterna.
La sabiduría y la salida de Israel de Egipto
15 La sabiduría libró a tu pueblo santo,
a tu gente irreprochable,
de la nación que lo oprimía.
16 Entró en el alma de Moisés, tu siervo,
y con milagros y prodigios
hizo frente a reyes temibles.
17 Dio a tu pueblo santo la recompensa de sus sufrimientos,
y lo condujo por un camino maravilloso;
durante el día le daba sombra,
y de noche era como la luz de las estrellas.
18 Lo hizo atravesar el Mar Rojo a pie,
y lo guió a través de aguas caudalosas;
19 a sus enemigos, en cambio, los hundió,
y luego los sacó del fondo del abismo.
20 Así los justos se apoderaron de las riquezas de los impíos,
alabaron, Señor, tu santo nombre,
y todos a una te dieron gracias porque tú los defendiste:
21 la sabiduría enseñó a hablar a los mudos
y soltó la lengua de los niños.
Sabiduría 11
11 Ella dio a tu pueblo éxito en sus empresas
por medio de Moisés, santo profeta.
2 Atravesaron un desierto solitario
y acamparon en llanuras sin caminos;
3 hicieron frente a sus enemigos
y rechazaron a sus adversarios.
4 Cuando tuvieron sed, te invocaron,
y de una roca áspera, de una piedra dura,
les diste agua para calmar su sed.
5 Las mismas cosas con que sus enemigos fueron castigados
sirvieron a tu pueblo en los momentos difíciles.
6 Los enemigos no hallaron en el río agua inagotable,
sino agua turbia, llena de sangre y lodo,
7 en castigo por su orden de matar a los niños.
A tu pueblo, en cambio, sin que lo esperara,
le diste agua en abundancia.
8 Así, haciendo que entonces pasara sed,
le mostraste cómo habías castigado a sus enemigos.
9 Al sufrir la prueba, aunque era una corrección hecha con amor,
conoció los tormentos que sufren los malvados,
cuando tú, enojado, los castigas.
10 A tu pueblo lo corregiste
como padre que reprende,
pero a los enemigos los juzgaste
como rey severo que condena.
11 Sea que estuvieran en casa o fuera de ella,
sufrieron iguales aflicciones;
12 su dolor y tristeza aumentaron
al recordar lo sucedido,
13 pues, al saber que sus propios castigos
habían sido para bien de tu pueblo,
vieron que eras tú, Señor, quien actuaba.
14 A Moisés lo habían hecho abandonar siendo niño,
y más tarde lo rechazaron con burlas,
pero al final tuvieron que admirarlo.
La sed que sufrieron los impíos
fue muy diferente de la de los justos.
Moderación de Dios con Egipto
15 En castigo de su perversión y falta de entendimiento,
que los hicieron caer en el error de dar culto
a reptiles sin razón y a animales despreciables,
les enviaste una multitud de animales estúpidos,
16 para enseñarles que las cosas con que el hombre peca,
esas mismas le sirven de castigo.
17 Tu mano omnipotente,
que de la materia sin forma creó el mundo,
hubiera podido fácilmente enviar contra ellos
manadas de osos o de leones feroces,
18 o crear fieras desconocidas, llenas de furor,
que, lanzando resoplidos de fuego,
o despidiendo humo entre rugidos,
o arrojando por los ojos chispas terribles,
19 no sólo habrían sido capaces de atacarlos y matarlos,
sino que, con sólo su aspecto,
los habrían hecho morir de miedo.
20 Y aun sin acudir a tales medios,
un soplo nada más habría bastado,
para que cayeran perseguidos por tu justicia
y arrollados por la fuerza de tu poder.
Sin embargo, tú lo has dispuesto todo
con moderación y orden y equilibrio.
Motivos de la moderación de Dios
21 Tú puedes, en cualquier momento, actuar con gran poder;
¿quién puede resistir la fuerza de tu brazo?
22 Porque el mundo entero es ante ti
como la pesa más pequeña en la balanza,
o como una gota de rocío
que cae al amanecer sobre la tierra.
23 Sin embargo, tú de todos tienes compasión,
porque lo puedes todo
y no te fijas en los pecados de los hombres,
para que se arrepientan.
24 Amas a todos los seres
y no aborreces nada de lo que has hecho;
si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
25 ¿Cómo podrían existir los seres,
si tú no lo hubieras querido?
¿Cómo podrían conservarse,
si tú no lo ordenaras?
26 Tú tienes compasión de todos,
porque todos, Señor, te pertenecen,
y tú amas todo lo que tiene vida,
Sabiduría 12
12 porque en todos los seres está tu espíritu inmortal.
2 Por eso, a los que pecan
los corriges y reprendes poco a poco,
y haces que reconozcan sus faltas,
para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.
Moderación de Dios con Canaán
3 A los antiguos habitantes de tu santa tierra
4 los aborreciste por sus prácticas odiosas,
por practicar la magia y otros actos perversos,
5 por matar sin compasión a los niños,
y por comer en sus banquetes vísceras y carne
y hasta sangre de seres humanos.
A ellos, que practicaban tales ritos,
6 padres asesinos de criaturas indefensas,
decidiste eliminarlos por medio de nuestros antepasados,
7 para que esta tierra, la más preciosa para ti de todas,
pudiera recibir al pueblo de tus hijos.
8 Pero aun de ellos, por ser hombres, tuviste compasión:
como vanguardia de tu ejército,
les enviaste avispas,
para que acabaran con ellos poco a poco.
9 Hubieras podido, en batalla campal,
poner a los impíos en manos de los justos,
o aniquilarlos en un solo instante
por medio de fieras salvajes,
o con una severa orden de mando;
10 sin embargo, para darles oportunidad de arrepentirse,
los castigaste poco a poco,
sabiendo que eran malos por naturaleza
y perversos desde su nacimiento,
y que nunca cambiarían su modo de pensar,
11 porque eran una nación maldita desde el comienzo.
Razones de la moderación divina
No fue por miedo a nadie
por lo que dejaste sin castigo sus pecados,
12 pues, ¿quién podrá pedirte cuentas de lo que haces
u oponerse a tu sentencia?
¿Quién podrá acusarte de haber destruido
naciones que tú mismo hiciste?
¿Quién puede levantarse contra ti
para defender a los malvados?
13 Pues no existe ningún dios, fuera de ti,
que tenga todo bajo su cuidado
y a quien tú tengas que dar cuentas
de si has juzgado rectamente o no;
14 ni hay rey o gobernante que pueda hacerte frente
para defender a los que tú has castigado.
15 Puesto que eres justo, todo lo gobiernas con justicia;
y juzgas indigno de tu poder
condenar al que no merece castigo.
16 Porque tu poder es la base de tu justicia,
y como eres el dueño de todos,
de todos tienes compasión.
17 Tú despliegas tu fuerza
ante aquellos que dudan de tu gran poder,
y confundes a los que, conociéndolo, se muestran insolentes;
18 pero, precisamente porque dispones de tan gran poder,
juzgas con bondad y nos gobiernas con gran misericordia,
porque puedes usar de tu poder en el momento que quieras.
Lo que nos enseña la moderación de Dios
19 Actuando así, enseñaste a tu pueblo
que el hombre justo debe ser bondadoso,
y llenaste a tus hijos de una bella esperanza,
al darles la oportunidad de arrepentirse de sus pecados.
20 Si a los cananeos, que eran enemigos de tus hijos
y merecían la muerte,
los castigaste con tanta bondad y consideración,
dándoles oportunidad de dejar su maldad,
21 con mayor delicadeza aún has juzgado a tus hijos,
pues tú habías hecho una alianza con sus antepasados
y con juramento les habías prometido grandes bienes.
22 Mientras que a nuestros enemigos les envías mil castigos,
a nosotros nos corriges,
para que a la hora de juzgar a otros pensemos en tu bondad,
y cuando nos toque ser juzgados esperemos tu misericordia.
Después de tener compasión, Dios juzga con rigor
23 Por eso, a los egipcios insensatos,
que habían pasado su vida haciendo el mal,
los atormentaste con los mismos seres odiosos que adoraban:
24 se habían extraviado mucho siguiendo el camino del error,
aceptando como dioses a los animales más feos y repugnantes,
dejándose engañar como niños sin inteligencia;
25 y por eso, como a niños sin uso de razón,
les enviaste un castigo que los puso en ridículo.
26 Y como no escarmentaron con el ridículo y la corrección,
tuvieron que sufrir el juicio de Dios que merecían.
27 Ellos, al verse castigados con aquellos animales
que habían tenido como dioses
y que ahora eran su tormento,
reconocieron que el verdadero Dios era aquel
a quien se habían negado a conocer.
¡Así cayó sobre ellos el castigo final!
Sabiduría 13
El culto a los astros y a las fuerzas de la naturaleza
13 Faltos por completo de inteligencia
son todos los hombres que vivieron sin conocer a Dios;
los cuales, a pesar de ver tantas cosas buenas,
no reconocieron al que verdaderamente existe;
los cuales, a pesar de ver sus obras,
no descubrieron al que las hizo.
2 En cambio, tuvieron por dioses que gobiernan el mundo
al fuego, al viento,
al aire ligero, a las estrellas del firmamento,
al agua caudalosa y a los astros del cielo.
3 Si con la belleza de esos seres tanto se encantaron
que llegaron a tenerlos por dioses,
deberían comprender que mucho más hermoso
es el Señor de todos ellos,
pues él, el autor de la belleza, fue quien los creó.
4 Si los asombró el poder y la actividad de aquellos seres,
deberían saber que más poderoso es quien los hizo;
5 pues, partiendo de la grandeza y la belleza de lo creado,
se puede reflexionar y llegar a conocer a su creador.
6 A esos hombres, sin embargo, no se les puede culpar del todo,
porque quizá se equivocaron
en su afán mismo de buscar a Dios y querer encontrarlo.
7 Pasan la vida en medio de las obras de Dios, tratando de estudiarlas,
y se dejan engañar por su apariencia,
ya que las cosas que ven son efectivamente bellas.
8 Sin embargo, no tienen excusa,
9 porque si fueron capaces de saber tanto,
hasta el punto de investigar el universo,
¿por qué no descubrieron antes al Señor de todos?
El culto a los ídolos
10 ¡Pero qué desgraciados son
los que llaman dioses a cosas hechas por los hombres,
a objetos de oro y plata, artísticamente trabajados,
a figuras de animales,
a una piedra sin valor, tallada hace mucho por un escultor,
pues ponen su esperanza en cosas muertas!
11 Pongamos por ejemplo un carpintero:
corta un árbol fácil de manejar,
con habilidad le quita toda la corteza,
lo labra con cuidado
y hace un objeto útil para las necesidades ordinarias;
12 la madera que le sobra
la usa para preparar toda la comida que quiere.
13 Y lo que queda todavía,
un palo torcido y nudoso, que no sirve para nada,
lo toma, lo labra, simplemente por pasar el tiempo,
y lo modela, con habilidad y sin esfuerzo,
hasta sacar la imagen de un hombre
14 o lograr el parecido de un animal despreciable.
Lo cubre luego con pintura roja,
tapando así todas las imperfecciones;
15 y le hace entonces un nicho conveniente,
lo coloca en la pared y lo sujeta con un clavo.
16 Tiene que tomar precauciones para que no se caiga,
porque sabe que el ídolo mismo no puede valerse:
no es más que una imagen, y necesita ayuda.
17 Y a pesar de todo, le pide por sus bienes de fortuna,
por su esposa y por sus hijos;
no le da vergüenza dirigir la palabra
a un objeto que no tiene vida.
Para pedir la salud, acude a un ser que no la tiene;
18 para pedir la vida, acude a un ser muerto;
para conseguir protección, recurre al más incapaz;
para pedir buen viaje, a un ser que ni siquiera puede andar;
19 para tener éxito en sus negocios, actividades y trabajos,
pide ayuda a quien no tiene la menor fuerza en sus manos.
Sabiduría 14
14 Otro hombre, que está a punto de embarcarse
para cruzar las enfurecidas olas,
ora ante un palo, más frágil que la embarcación que lo transporta.
2 El deseo de ganancia ideó la embarcación,
y la habilidad técnica la construyó,
3 pero es tu providencia, Padre, quien la guía,
pues tú trazaste un camino en el mar
y un sendero seguro entre las olas,
4 demostrando así que puedes salvar de cualquier peligro,
para que aun el más inexperto pueda embarcarse.
5 No quieres que sea inútil lo hecho con tu sabiduría;
por eso, los hombres confían su vida a un débil barco de madera,
en el que cruzan las olas
y llegan a tierra sanos y salvos.
6 Así también, al comienzo,
cuando murieron los orgullosos gigantes,
la esperanza del mundo se refugió en una balsa
que, conducida por tu mano, dejó al mundo
la semilla de una nueva humanidad.
7 ¡Bendita la madera que se usa rectamente!
8 ¡Maldita la madera de la que se hace un ídolo!
¡Maldito el ídolo y el que lo hace:
éste, por haberlo fabricado,
y aquél, porque siendo cosa que se pudre fue llamado dios!
9 Dios aborrece tanto al malo como al mal que hace;
10 y, tanto la obra como el que la hace, serán castigados.
11 Por eso, Dios destruirá también a los ídolos de los paganos,
porque, aunque eran cosas creadas por Dios,
fueron convertidas en cosas detestables,
un peligro para la vida de los hombres
y una trampa para los pies de los incautos.
Origen del culto a los ídolos
12 De la invención de los ídolos se siguió la inmoralidad;
fue algo que destruyó la vida.
13 Los ídolos no existían desde el principio,
ni existirán siempre.
14 Vinieron al mundo por la superstición de los hombres,
y por eso Dios ha decretado que pronto desaparezcan.
15 Un padre, desconsolado por la muerte temprana de su hijo,
que le fue arrebatado bruscamente,
hace una imagen de él,
y al que antes era un simple hombre muerto,
lo venera luego como a un dios,
y establece, para sus familiares, ritos y ceremonias.
16 Más tarde, con el tiempo, esta impía costumbre se arraiga
y se observa como ley.
17 De igual manera, por orden de los gobernantes
se da culto a sus estatuas.
Como la gente que vivía lejos
no podía rendirles honores personalmente,
hicieron algo que tuviera algún parecido
y reprodujera visiblemente
la imagen del rey que querían honrar,
deseosos de adularlo, estando ausente,
como si estuviera presente.
18 Luego, la ambición del artista fomentó,
en los que no conocían al rey,
el deseo de venerarlo,
19 pues, deseando sin duda agradar al gobernante,
exageró con arte la belleza de la imagen.
20 Así la gente, atraída por el encanto de la obra,
consideró como objeto de adoración
al que poco antes honraba sólo como a hombre.
21 Esto se convirtió en una trampa para los hombres,
porque ellos, esclavos de la desgracia o de la tiranía,
dieron a la piedra y al palo
el nombre que sólo pertenece a Dios.
Consecuencia del culto a los ídolos
22 Pero, no contentos con su error de no conocer a Dios,
viven los hombres en una espantosa guerra
causada por la ignorancia,
¡y a tan terribles males llaman paz!
23 Practican ritos en los que matan a niños,
celebran cultos misteriosos
o realizan locas fiestas de extrañas ceremonias;
24 no respetan ni la vida ni el matrimonio,
sino que un hombre mata a otro a traición
o lo hace sufrir cometiendo adulterio con su esposa.
25 Todo es confusión, muerte, asesinato, robo, engaño,
sobornos, infidelidad, desorden, juramentos falsos,
26 confusión de los valores, ingratitud,
corrupción de las almas, perversión sexual,
destrucción del matrimonio, adulterio e inmoralidad.
27 El culto a ídolos que no son nada
es principio, causa y fin de todo mal:
28 los que los adoran celebran fiestas en que se pierde el juicio,
o pronuncian falsas profecías, o viven en la injusticia,
o juran en falso con facilidad.
29 Como ponen su confianza en ídolos sin vida,
piensan que el jurar en falso no les traerá ningún mal.
30 Pero serán condenados por dos razones:
por tener una falsa idea de Dios, dando culto a los ídolos,
y por jurar contra la verdad y la justicia,
despreciando cuanto hay de más sagrado.
31 No es que los ídolos, por quienes juran, tengan poder alguno,
sino que el castigo reservado a los pecadores
cae siempre sobre los que cometen actos malos.
Sabiduría 15
Israel no adora a falsos dioses
15 Tú, Dios nuestro, eres bueno y fiel,
eres paciente y todo lo gobiernas con misericordia.
2 Aunque pequemos, somos tuyos y reconocemos tu poder;
pero no pecaremos, sabiendo que nos consideras tuyos.
3 Conocerte a ti es rectitud perfecta,
y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.
4 Pues no nos hemos dejado engañar
por esos ídolos inventados por la habilidad perversa de los hombres
y por el infructuoso trabajo de los pintores,
5 cuya vista despierta pasiones en los hombres sin razón
que se entusiasman con la imagen sin vida de un ídolo muerto.
6 Tanto los que hacen ídolos
como los que los aman y les dan culto,
están enamorados del mal
y no merecen esperar nada mejor.
Ejemplo del alfarero
7 El alfarero, por ejemplo,
amasa laboriosamente el barro blando
y moldea cada vasija que necesitamos;
pero del mismo barro hace por igual
las que sirven para usos nobles
y las que sirven para otros usos;
es él, sin embargo, quien decide
cuál ha de servir para este o aquel uso.
8 Luego, dedicándose a una labor reprobable,
modela con el mismo barro un falso dios;
lo hace un hombre que ayer mismo nació de la tierra
y que pronto volverá a la tierra de donde fue sacado,
cuando tenga que entregar la vida que recibió prestada.
9 En vez de pensar en que tiene que morir
y en que su vida es corta,
hace competencia a los que trabajan el oro y la plata,
imita a los que labran el bronce
y se siente orgulloso de hacer falsificaciones.
10 Su corazón es como ceniza,
su esperanza, más despreciable que la tierra,
su vida vale menos que el barro,
11 porque no reconoció a Dios, que lo formó a él,
le infundió un alma activa
y le comunicó aliento de vida.
12 El alfarero pensó que la vida es un juego,
y la existencia, un mercado para obtener ganancias.
Dijo: «De todo, hasta del mal,
hay que valerse para hacer dinero.»
13 Este hombre, que hace con el mismo barro
lo mismo ídolos que vasijas que se rompen,
sabe mejor que nadie que comete una acción mala.
Error de los egipcios
14 Pero los más faltos de inteligencia
y peores que niños sin razón
fueron los enemigos que oprimieron a tu pueblo,
15 pues aceptaron como dioses
a todos los ídolos de las demás naciones,
ídolos que tienen ojos y no pueden ver,
que tienen narices y no pueden respirar,
que tienen oídos y no pueden oír,
que tienen dedos y no pueden tocar,
que tienen pies y no pueden caminar.
16 Ídolos hechos por los hombres,
formados por un ser con vida prestada,
pues ningún hombre es capaz de hacer un dios igual a él;
17 siendo mortal, sus manos pecadoras
sólo fabrican algo sin vida;
él vale más que los objetos que adora,
pues al menos él tiene vida, y ellos no.
18 Los egipcios adoran, además,
a los animales más repugnantes,
que, comparados con los demás,
resultan los más estúpidos;
19 no tienen belleza alguna que los haga atractivos,
como la tienen otros animales;
son animales que no recibieron
la aprobación y bendición de Dios.
Sabiduría 16
Comparación entre Egipto e Israel. Las ranas y las codornices.
16 Por eso los egipcios fueron castigados,
como merecían,
por medio de semejantes seres,
y atormentados por una multitud de animalejos.
2 A tu pueblo, en cambio, en vez de castigarlo, lo favoreciste
y, para satisfacer su apetito,
le diste un alimento que no conocía: las codornices.
3 Los egipcios, a pesar de tener hambre, perdieron su apetito
ante el aspecto repugnante
de los animales que les habías enviado.
Tu pueblo, en cambio,
después de haber pasado necesidad por corto tiempo,
disfrutó de un alimento nuevo para ellos.
4 Era justo que a los opresores
les viniera un hambre irresistible
y que, en cambio, tu pueblo tuviera sólo una muestra
de los tormentos que sufrían sus enemigos.
Las langostas y la serpiente de bronce
5 Y cuando animales venenosos
atacaron a tu pueblo con furor terrible
y serpientes tortuosas sembraban la muerte con su mordedura,
tu ira no duró hasta el final.
6 Los asustaste un poco, para que escarmentaran,
pero les diste una señal de salvación,
para que recordaran los mandatos de tu ley.
7 Quien se volvía hacia aquella señal, se salvaba,
no en virtud de la señal misma que veía,
sino gracias a ti, salvador de todos.
8 De ese modo mostraste a nuestros enemigos
que eres tú quien libra de todo mal.
9 Ellos murieron picados por langostas y mosquitos,
sin hallar un remedio para salvar su vida.
Al fin y al cabo merecían tal castigo.
10 Tus hijos, en cambio, no fueron vencidos
ni aun por los colmillos de las serpientes venenosas,
porque tu misericordia vino en su ayuda y los salvó.
11 Ellos eran mordidos y sanados inmediatamente
para que recordaran tus palabras,
para que no olvidaran fácilmente
ni se hicieran insensibles a tus beneficios.
12 No fue ninguna hierba, ni ungüento alguno,
lo que los sanó,
sino tu palabra, Señor, que da a todos la salud.
13 Pues tú tienes poder sobre la vida y la muerte,
tú nos bajas al reino de la muerte, y nos sacas de él.
14 En cambio el hombre, en su maldad,
puede quitar la vida, es cierto,
pero no puede devolverla
ni hacer regresar el alma
que ha sido arrebatada por la muerte.
Los elementos de la naturaleza y el maná
15 Nadie puede escapar de tu mano.
16 Los impíos, que no quisieron reconocerte,
fueron azotados por tu brazo poderoso,
perseguidos por lluvias desacostumbradas,
por granizo y tremendas tormentas,
y consumidos por el fuego.
17 Y lo más maravilloso fue
que con agua, que lo apaga todo,
el fuego tomaba mayor fuerza.
Y es que la misma naturaleza defiende a los justos.
18 Unas veces las llamas disminuían,
para no destruir a los animales enviados contra los impíos,
y para que éstos comprendieran, al ver tal fenómeno,
que la justicia de Dios los perseguía.
19 Otras veces, aun en medio del agua,
la llama ardía con más fuerza que cualquier fuego,
para destruir las cosechas de aquella nación malvada.
20 A tu pueblo, en cambio,
le diste a comer alimento de ángeles.
Sin que tuvieran que trabajar,
les enviaste desde el cielo
un pan listo ya para comer, que podía agradar a todos
y era apropiado a todos los gustos.
21 Este sustento que le dabas
mostraba la ternura que sientes por tus hijos:
se acomodaba al gusto del que lo comía
y se convertía en lo que cada uno quería.
22 Además, aunque era como nieve o como hielo,
resistía el fuego sin derretirse.
Así podían darse cuenta
de que, mientras el fuego que ardía en medio del granizo
y centelleaba en medio del aguacero
destruía las cosechas de los enemigos,
23 ese mismo fuego perdía su energía propia
para que los justos pudieran alimentarse.
24 Porque la creación, sirviéndote a ti, su creador,
actúa con más fuerza para castigar a los malvados,
y se calma en favor de los que en ti confían.
25 Así fue como, en aquella ocasión,
ella, por una transformación total,
se puso al servicio de tu bondad, que a todos alimenta,
para satisfacer los deseos de los que a ti acudían,
26 para que aprendieran tus amados hijos, Señor,
que no son las cosechas de la tierra
las que alimentan al hombre,
sino que es tu palabra
la que mantiene a los que en ti confían.
27 El maná, que no era destruido por el fuego,
se derretía simplemente
con el calor del primer rayo del sol,
28 para que tu pueblo supiera que es preciso
levantarse antes del amanecer a darte gracias
y orar antes de que salga el sol,
29 pues la esperanza del ingrato
se derretirá como escarcha de invierno
y se escurrirá como agua inútil.
Sabiduría 17
Oscuridad y luz
17 Tus juicios son grandiosos e inexplicables.
Por eso, la gente que no aprende se equivoca.
2 Los malvados pensaron que podían oprimir
al pueblo consagrado a ti,
pero fueron ellos los que, aprisionados por la oscuridad
y cautivos de una noche interminable,
tuvieron que quedarse encerrados en sus casas,
sin gozar de la luz que tú, en tu providencia, siempre das.
3 Pensaron que los pecados que cometían en secreto
quedarían ocultos
bajo el oscuro manto del olvido,
pero, en realidad, tuvieron que huir en todas direcciones,
terriblemente asustados por apariciones
que los llenaban de terror.
4 De hecho, ni siquiera escondiéndose en sus casas
pudieron librarse de ese miedo.
Por todas partes oían ruidos que los aterraban,
y se les aparecían figuras espantosas de aspecto horrible.
5 El fuego no tenía fuerza suficiente para darles luz,
ni el resplandor brillante de los astros
lograba iluminar aquella horrible noche.
6 Para ellos brillaba solamente
un fuego que los espantaba y que ardía por sí solo;
y era tal el miedo, que cuando la visión desaparecía de su vista
todavía les parecía más terrible.
7 Los trucos de la magia fracasaron,
y la ciencia de que presumían quedó en ridículo,
8 pues los que prometían librar de temores y angustias
a los hombres enfermos,
estaban a su vez enfermos de un miedo ridículo.
9 Y aunque no hubiera nada terrible que los asustara,
los pasos de los animales
y el silbido de las serpientes
los llenaban de pavor;
se morían de miedo,
y ni siquiera se atrevían a mirar el aire,
del que es imposible escapar.
10 Ciertamente la maldad es cobarde,
pues tiene en sí misma un testigo que la condena;
acosada por la conciencia,
siempre imagina lo peor.
11 El miedo, en realidad, no es otra cosa
que no querer servirse de la ayuda de la razón.
12 Mientras menores son los recursos interiores,
peor parece la causa desconocida del tormento.
13 Los egipcios, en medio de aquella oscuridad
que, en realidad, no tenía ningún poder,
pues venía de las profundidades
del reino impotente de la muerte,
aunque dormían como de costumbre,
14 se veían perseguidos por horribles fantasmas,
o se sentían paralizados y sin fuerzas,
a causa del terror que, de repente
y sin que lo esperaran, los había invadido.
15 Así, todos por igual, donde estuvieran,
caían como presos en una cárcel sin rejas:
16 lo mismo agricultores que pastores,
o los que trabajaban en los campos solitarios,
todos, de improviso, sufrían este castigo,
sin poder escapar,
pues la oscuridad los tenía presos a todos por igual.
17 El silbido del viento,
el melodioso canto de los pájaros en las ramas de los árboles,
el rumor acompasado del agua que corría con fuerza,
el ruido seco de las piedras al caer,
18 la invisible carrera de los animales que brincaban,
el rugido de las fieras salvajes
o el eco en las cavernas de los montes
los paralizaban de terror.
19 El resto del mundo,
iluminado por una luz resplandeciente,
se entregaba libremente a sus tareas;
20 sólo sobre los egipcios se extendía una pesada noche,
imagen de la oscuridad en que iban a caer;
pero ellos eran para sí mismos
más insoportables que la oscuridad.
Sabiduría 18
18 Para tu pueblo santo, en cambio, brillaba una luz intensa.
Los egipcios, al oírlos hablar, aunque sin poder verlos,
envidiaban su felicidad por no sufrir como ellos;
2 les agradecían que, a pesar de los malos tratos recibidos,
no hubieran tomado venganza contra ellos,
y les pedían perdón por haberlos tratado como enemigos.
3 A tu pueblo, en vez de tinieblas,
le diste una columna de fuego,
como un sol que no hacía daño,
para que lo guiara en su desconocido viaje,
en su gloriosa expedición.
4 Los egipcios merecieron quedarse sin luz,
esclavos de la oscuridad,
por haber tenido presos a tus hijos,
que tenían la misión de trasmitir al mundo
la luz inagotable de tu ley.
La muerte
5 Los egipcios decidieron matar a los niños de tu pueblo santo,
y sólo se salvó Moisés, que fue abandonado.
Pero, en castigo, les quitaste a ellos muchos hijos
e hiciste que se ahogaran todos juntos
en el agua enfurecida.
6 Lo que aquella noche había de suceder,
nuestros antepasados lo supieron de antemano,
para que, teniendo tal seguridad,
se sintieran animados
por las promesas en que habían creído.
7 Tu pueblo esperó al mismo tiempo
la salvación de los inocentes
y la perdición de sus enemigos,
8 pues con los mismos medios castigaste a éstos
y nos honraste llamándonos a ti.
9 Los piadosos herederos de tus bendiciones
ofrecieron sacrificios a escondidas;
de común acuerdo se comprometieron a cumplir la ley divina
y a compartir la prosperidad y los peligros,
y cantaron ya los himnos tradicionales.
10 Con estos himnos contrastaban
los gritos confusos de los enemigos
y los quejidos dolorosos
de quienes lloraban a sus hijos muertos.
11 Señores y esclavos sufrieron igual castigo;
el hombre del pueblo corrió igual suerte que el rey.
12 Todos por igual tuvieron innumerables muertos,
que de igual forma perecieron.
Los vivos no se daban abasto para enterrarlos,
pues en un instante pereció lo mejor de su nación.
13 Así ellos, que confiados en su magia
no habían creído en ninguna de las advertencias,
reconocieron, al ver muertos a sus hijos mayores,
que nuestro pueblo era hijo de Dios.
14 Porque a la medianoche,
cuando la paz y el silencio todo lo envolvían,
15 tu palabra omnipotente, cual guerrero invencible,
salió del cielo, donde tú reinas como rey,
y cayó en medio de aquella tierra maldita.
Llevando, como afilada espada, tu orden terminante,
16 entró en acción y todo lo llenó de muerte;
con su cabeza tocaba el cielo, y con sus pies, la tierra.
17 Entonces, horribles pesadillas angustiaron a los egipcios,
y los asaltó un terror que no habían imaginado.
18 Y al caer por tierra, moribundos, en diversos sitios,
mostraron claramente quién les había enviado la muerte.
19 Los sueños que los atormentaron
habían sido una advertencia,
para que no murieran
sin saber la razón de su desgracia.
20 Pero también los justos
tuvieron que experimentar la muerte:
muchos de ellos perecieron en el desierto.
Pero tu ira no duró mucho tiempo,
21 pues Aarón, un hombre irreprochable,
se convirtió en su defensor
con las armas de su oficio sacerdotal:
la oración y el incienso con que alcanzó el perdón.
Hizo así frente a tu ira
y puso término a la calamidad,
mostrando que era en verdad tu servidor.
22 Venció a tu ira, no con la fuerza de su cuerpo
ni con el poder de las armas,
sino que calmó tu enojo con su palabra,
recordándote las alianzas y promesas
que habías hecho a sus antepasados.
23 Cuando ya se amontonaban los cadáveres unos sobre otros,
se interpuso, detuvo el avance de tu ira
y le cerró el paso hacia los sobrevivientes.
24 En su larga vestidura
estaba representado todo el mundo;
en las cuatro hileras de piedras talladas
estaban los gloriosos nombres de los antepasados;
y sobre el turbante que llevaba en la cabeza
estaba tu majestad.
25 Ante esto, el destructor retrocedió, lleno de miedo,
pues con sólo probar tu ira era suficiente.
Sabiduría 19
El paso del Mar Rojo
19 Pero los impíos sufrieron el castigo en todo su rigor,
porque tú sabías de antemano lo que iban a hacer:
2 iban a dejar salir a tu pueblo, urgiéndolo a que se fuera,
para luego, cambiando de parecer, perseguirlo.
3 Cuando todavía estaban de luto
y lloraban junto a las tumbas de sus muertos,
tuvieron la insensata idea
de perseguir a tu pueblo, como si estuviera huyendo,
después de haberle suplicado que se fuera.
4 El castigo que habían merecido
los llevó a este extremo
y les hizo olvidar lo sucedido;
por esto, sufrieron los tormentos
que faltaban todavía para completar el castigo.
5 Así, mientras tu pueblo realizaba un maravilloso viaje,
ellos encontraron la muerte fuera de su patria.
6 Toda la creación, obedeciendo tus órdenes,
cambió por completo su naturaleza,
para que tus hijos no sufrieran daño alguno.
7 Se vio la nube cubrir con su sombra el campamento,
y donde antes había agua, surgir la tierra seca;
en el Mar Rojo apareció un camino despejado,
y una verde llanura entre las impetuosas olas.
8 Por allí pasó todo al pueblo, protegido por tu mano,
presenciando prodigios asombrosos.
9 Parecían caballos que pastaban,
saltaban de alegría como corderitos
y te alababan a ti, Señor, que los habías librado.
10 Porque todavía recordaban lo que había sucedido
en aquel país donde habían estado desterrados:
cómo la tierra, en vez de ganado, produjo mosquitos,
y el río, en vez de peces, innumerables ranas.
11 Más tarde vieron una nueva manera de nacer las aves:
cuando acosados por el hambre
pidieron alimentos delicados,
12 las codornices salieron del mar, para satisfacerlos.
Egipto es más culpable que Sodoma
13 Los castigos cayeron sobre esa nación pecadora,
después de haber sido anunciados por violentos truenos.
Ellos sufrieron justamente, por su maldad,
pues habían mostrado un odio cruel hacia los extranjeros.
14 Los habitantes de Sodoma no acogieron
a personas deconocidas que llegaron a su ciudad.
Pero los egipcios convirtieron en esclavos
a extranjeros que estaban prestándoles servicios.
15 Los de Sodoma fueron castigados
por haber recibido a los extranjeros como enemigos.
16 Pero los egipcios, después de haber recibido cordialmente a los israelitas,
y cuando éstos ya gozaban de iguales derechos,
los maltrataron sometiéndolos a trabajos forzados.
17 Por esto fueron heridos de ceguera,
como los de Sodoma a la puerta de Lot, hombre justo;
quedaron envueltos en tan densa oscuridad
que cada cual buscaba a tientas la puerta de su propia casa.
Transformación de la naturaleza
18 Los elementos de la naturaleza cambiaron sus propiedades,
del mismo modo que, en un instrumento de cuerdas,
las notas pueden variar el ritmo,
conservando el mismo tono.
Y esto puede deducirse de los siguientes hechos:
19 los seres terrestres pudieron pasar por el agua,
y los animales que nadan salieron a la tierra;
20 el fuego se hizo más intenso en el agua,
y ésta perdió su propiedad de apagarlo.
21 Las llamas no quemaban
a los débiles animales que pasaban por ellas,
ni derretían el maná caído del cielo,
tan fácil de derretir, por su semejanza a la escarcha.
22 ¡En todo, Señor,
has hecho grande y glorioso a tu pueblo;
nunca ni en ningún lugar
dejaste de ayudarlo!